Luis Gomez y Amador.
El Nuevo Herald,
abril 15, 2002.
Seis eran los expedicionarios aquel 11 de abril de 1895: José Martí,
delegado del Partido Revolucionario Cubano, el generalísimo Máximo
Gómez, Francisco Borrero, Angel Guerra, César Salas, Marcos del
Rosario; cuatro cubanos (Martí, Borrero, Guerra, Salas) y dos dominicanos
(Gómez y Del Rosario). Gómez, Borrero y Guerra eran veteranos de
la Guerra Grande (1868-1878).
Tras varios intentos fracasados para lograr transporte que los dejara en una
costa de Oriente, el Apóstol consigue convencer al capitán de un
vapor, velero de carga, H. Lwe, alemán. Se combinaron tres coincidencias
casi milagrosas: Martí pudo comunicarse con Lwe en inglés; éste
simpatizaba con la causa cubana; y era, como Martí y Gómez,
francmasón, amante de la libertad, doctrina central de la francmasonería.
No hubo más que hablar. Lwe compró un bote de remos por $50.00;
los expedicionarios lo cargaron de víveres, agua, medicinas, armas y
municiones. Lwe se conformó con $500.00 para silenciar a la tripulación
y los oficiales; nada para él. Martí, para expresarle su gratitud,
le entrega una carta, que escribe en inglés, a B.J. Guerra y Gonzalo de
Quesada, que empieza así: ''Tengo el gusto en presentar a vuestra
gratitud y amistad al capitán H. Lwe. El nos situó el 11 de abril
donde deseábamos llegar. Lo hizo, no por el interés de una modesta
retribución, sino con el cuidado y generosidad de un amigo. En caso que
Uds. sepan que el capitán ha perdido su posición en SS. Nordstrand
[el nombre del vapor, aclaración nuestra] a causa de este servicio, les
autorizo para pagarle 500 pesos.'' Tal para cual: Lwe y Martí. Quizás
algún día, en Cuba libre, se le dedique un recordatorio público
a ese alemán providencial.
Providencial lo fue, también, que Lwe estuviera en el puerto de La
Habana, cuando el 24 de marzo de 1899, el Generalísimo con sus tropas
entró en La Habana, donde tuvo "el gran gusto de poder saludar--
escribió Lwe en la relación que hizo del aquel histórico
viaje-- al general Gómez, personalmente. Datos de la famosa expedición
Gómez-Martí, del Dr. Bernardo Gómez Toro, Habana, 1953.
El día 11 de abril de 1895, el buque frutero Nordstrand sale de
Inagua rumbo a Puerto Antonio, Jamaica, a las 11 de la mañana; frente a
la Punta de Maisí, costa sur de la provincia oriental cubana, se detiene
el buque, a tres millas de la costa, no muy lejos del puerto de Guantánamo.
Son las 8 de la noche. ''Noche tenebrosa, la oscuridad es tal que el mar parece
un manto negro funerario --ni una estrella alumbra el firmamento y llueve a
raudales, un aguacero tropical'', anotó en su Diario el Generalísimo.
Bajan el bote. Ninguno de los seis expedicionarios es hombre de mar; no saben,
incluso, cómo remar. Martí, que jamás había remado
en su vida, coge el remo de proa; Gómez, cuenta en su Diario: "Yo he
agarrado el timón, que apenas lo entiendo, que al fin se zafa y se
pierde''.
Empapados atracan en Playitas. El Generalísimo, emocionado, se
arrodilla y besa la tierra. Gómez frisaba los 59 años de edad;
Martí, 42. Vestía éste chamarreta azul, pantalón,
alpargatas y sombrero negro [las medidas de la ropa aparecen en el libro Martí
en Santo Domingo, fotocopia de las que le tomó un sastre a Martí,
en Santo Domingo, de Emilio Rodríguez Demorizi]. Lleva revólver,
un rifle, un machete, 100 cápsulas, una capa de hule para protegerse de
la lluvia y algunas medicinas. Su diario, De Cabo Haitiano a Dos Ríos, lo
inició el 9 de abril y escribió sus últimas líneas
el 17 de mayo. A su muerte, dos días más tarde, vino a parar a
manos de Máximo Gómez, quien lo guardó junto a su archivo
de campaña.
Los cubanos tuvieron noticias de ese diario diamante, valga la frase, cuando
se publicó por primera vez en el Diario de Campaña del Mayor
General Máximo Gómez, el 18 de noviembre de 1940; por separado,
con introducción y notas bibliográficas y pensamientos martianos,
en 1941, por el historiador Gerardo Castellanos G., Luis Angel Gorordo y el Dr.
Bernardo Gómez Toro. "Estaba compuesto de 27 pequeñas hojas o
cuartillas, útiles y escritas todas de puño y letra del mismo, en
escritura microscópica alternativamente con tinta y lápiz. Le
faltaba la anotación correspondiente al día 6 de mayo. [José
Martí, Diarios. Prólogo de Guillermo Cabrera Infante, p. 80].''
Tres bendiciones del cielo ha tenido Cuba: Que Martí naciera en la
Isla; que viniera a este mundo en una fecha oportuna para lograr su libertad;
que legara al pueblo cubano la luz de su pensamiento, el ejemplo de su amor a la
patria y su entrega total por verla libre.
Dato interesante: la primera vez que le notaron a Martí semblanza de
santo o apóstol fue en Cayo Hueso, cuando un grupo de damas le regaló
una cruz de conchas. Más tarde el New York Times, al saberse de la muerte
de Martí, dice: ''Pero el genio, el apóstol, no se ha muerto. Se
desvaneció en Dos Ríos y envuelto en vaporoso velo se adentró
en la inmortalidad''. A partir de esa fecha, Gonzálo de Quesada, cuando
se refería a Martí, lo llamaba siempre Apóstol [El cantar
de Martí, Hubert Jerez Mariño, p.146, 1999]. Gabriela Mistral,
premio Nobel de literatura 1945, lo llamó además "santo de América''.
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