Ricardo Gonzalez Alfonso.
El Nuevo Herald,
abril 15, 2002.
Yo le mostraré lo mucho que tiene que sufrir por
mi causa. -- Hechos 9,16, Palabras a Anamías
Esta entrevista con Vladimiro Roca Antúnez, quien cumple este lunes
1,737 días de cautiverio y más de 1,600 en aislamiento en una cárcel
cubana, es el fruto de la tenacidad del periodista independiente Ricardo González,
fundador de la Sociedad Manuel Márquez Sterling, y del coraje de
colaboradores anónimos que permitieron introducir el cuestionario y sacar
las respuestas de la prisión para que pudieran ser compartidas por miles
de lectores en el mundo.
En este diálogo, Roca revela su conversión religiosa,
rebasando los influjos del ateísmo, y su bautizo a los 55 años;
las relaciones con su padre, Blas Roca Calderío, quien fuera secretario
general del primer Partido Comunista de Cuba; la cotidianeidad del penal de máximo
rigor de Ariza, en Cienfuegos; y la pasión de un hombre por la justicia y
la libertad que serán --tendrán que ser-- los pilares de una Cuba
futura.
¿Por qué motivo usted considera que el gobierno cubano lo
mantiene en prisión y no le otorga la libertad condicional que le
corresponde?
Lo que yo considere del porqué no se me otorga la libertad
condicional es una especulación que no arroja claridad sobre el asunto. Sólo
puedo aportar los siguientes elementos: fui sancionado a la pena mayor; me
mandaron a cumplir para la prisión de Ariza, Cienfuegos. Estuve tres años,
cinco meses y 17 días en celda de seguridad y un mayor de la Seguridad
del Estado me respondió, al preguntarle yo por qué ese tiempo en
la celda: "Digamos que fue por equivocación''.
Creo que esta pregunta deben responderla las autoridades pertinentes.
Describa las condiciones en que usted se encuentra y cómo distribuye
el tiempo.
Me encuentro en un cubículo de aproximadamente diez metros de largo
por dos de ancho, de los cuales unos siete metros corresponden al área
del dormitorio (capacidad para tres literas dobles) y tres metros para el área
de servicios (baño, turco y ¿cocina?), muy húmedo, como las
celdas. Estamos viviendo dos personas en este momento, aunque el año
pasado llegamos a vivir seis personas.
Mi tiempo lo distribuyo de una forma bastante regular en cuanto a las
actividades e irregular en cuanto al horario. Mis actividades fundamentales en
el día son: oración (generalmente cuatro veces al día),
limpieza del cubículo; lectura, leo todo lo que me cae a mano que sea de
mi interés o me aporte para mi mejoramiento espiritual (de la prensa leo
lo que me inte-
resa); salgo al sol dos o tres veces al mes; veo televisión dos o
tres veces a la semana, casi siempre el noticiero y alguna que otra vez una película
que considere con calidad para robarle horas al sueño o a las otras
actividades. Me levanto a las 6 a.m. y me acuesto sobre las 11 p.m.
¿Lo ha modificado la prisión en el aspecto humano y político?
Si la respuesta es positiva, ¿cómo ha sido esa transformación?
Es imposible, según mi criterio, que alguien que pase por prisión
no se le modifique la forma de actuar o pensar. Lo que hay que precisar es en qué
sentido, si para bien o para mal; es una experiencia extraordinaria.
Para mí, en lo político, ha servido para fortalecer mis
convicciones de lo justo de mi lucha por lograr cambios democráticos en
Cuba. En las prisiones es donde se conoce a fondo la injusticia del sistema y su
contenido verdadero.
En el aspecto humano, ha aumentado mi fe en la existencia de Dios y me ha
abierto los ojos sobre la lucha que hay que llevar para cambiar las condiciones
de vida materiales y espirituales en las prisiones. Hay que incorporar este
elemento a la lucha por los cambios democráticos.
(Continúa mañana martes)
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