Un voto por
la no violencia
Claudia Vázquez Linares, Grupo Decoro
LA HABANA, abril (www.cubanet.org) - Mahatma Ghandi impuso en el mundo de su
tiempo el concepto de "lucha no violenta". A través de la
meditación y la convicción de que solamente con la resistencia política
pasiva iba a lograrse la liberación de su país del colonialismo
británico, predicó a sus contemporáneos la efectividad de
la desobediencia civil.
Una de las leyes a las que se opusieron Gandhi y sus seguidores fue la Ley
de la Sal, que prohibía que los hindúes la fabricaran,
garantizando así el monopolio de la Corona sobre el producto.
Para oponerse a esta ley de manera pacífica, Mahatma y cientos de
sus seguidores se asentaron en una de las playas del país y comenzaron a
producir, rústicamente, hirviendo el agua del mar, la sal imprescindible
para la vida. La violación de la ley podría provocar el
encarcelamiento de Ghandi y sus compatriotas, lo que ocurrió tiempo después,
cuando el Maestro anunciara que tomaría la salina del gobierno. Este
pronunciamiento trajo como consecuencia que las autoridades británicas
desataran una ola de violencia contra Ghandi y sus discípulos. Miles
fueron llevados a prisión. Para ellos, el acto represivo de los ingleses
no significaba una desgracia. Meses después, la Corona se había
sentado a conversar con Gandhi sobre sus exigencias.
Aunque pasaron 17años de aquella fecha antes que la India se
convirtiera en república, Gandhi sentó un precedente: mediante la
acción no violenta y la perseverancia se podía presionar a los
poderosos para que cambiaran sus leyes injustas.
Cuando se desencadenaron los sucesos de 5 de agosto en el Malecón
habanero, muchos cubanos de las zonas aledañas pensaron que el gobierno
cubano iba a llegar a su fin cuando contemplaron, asombrados, a las brigadas de
respuesta rápida, armadas de palos, atacando a los jóvenes que les
lanzaban piedras y corrían a través de la avenida. Fue un hecho
sin precedente en tres décadas de totalitarismo.
La violencia y el miedo se podían respirar en la zona del Seminario
de San Carlos y San Ambrosio, donde los camiones antimotines se encontraban
listos para reprimir a cientos de cubanos.
Pero no hubo caída alguna del régimen. Hoy, muchos cubanos se
preguntan cómo y cuándo será el fin de este gobierno ¿Será
un cambio violento o primará la cordura?
La transición hacia la democracia deberá hacerse de forma
civilizada, sin "ajustes de cuentas" que sólo despertarían
en el pueblo las bajas pasiones. Tomemos el ejemplo de la Revolución de
Terciopelo, Praga, 1989. Recordemos en Chile, cómo los ciudadanos se
abrazaban y lloraban en las calles luego que el referendo permitido por Augusto
Pinochet, terminaba con la dictadura de 17 años. Aprendamos de Gandhi,
presionemos a los poderosos para que cambien sus leyes injustas, sin acudir a la
violencia.
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