Pasaje a lo
conocido: ¿cómo se alimenta el cubano?
Tania Díaz Castro
LA HABANA, abril (www.cubanet.org) - ¿Acaso se trata de una extraña
confabulación popular? No, no voy a develar el misterio. Todos saben la
acrobacia que debe hacer un trabajador cubano para llevar un plato de comida a
la mesa de su hogar. Sin embargo, la gente no habla del asunto. Ni siquiera se
escuchan exclamaciones de las mujeres en el barrio cuando no tienen nada que
ofrecerles ese día de comer a sus hijos. Ellas saben que el esposo, al
atardecer, llegará con el bultico.
Pero, ¿cómo el trabajador cubano puede adquirir una libra de
carne de puerco a 25 pesos, o de res a 45, en la bolsa negra, si el salario
promedio no pasa de 240 pesos mensuales?
Sacando bien la cuenta y sin pensar en alimentos tan necesarios como carnes,
derivados de la leche, frutas y vegetales, podría decirse que una familia
cubana compuesta por tres o cuatro personas necesitaría para alimentarse
al mes la cantidad de 300 dólares, cifra que sólo ampararía
una dieta muy por debajo de las necesidades reales de todo ser humano.
La libreta de racionamiento, ese invento del gobierno de Fidel Castro,
impuesta hace 42 años al pueblo, no resuelve la mesa de una familia ni
siquiera para una semana. Por otra parte, el salario del trabajador es muy bajo
en comparación con los precios establecidos en el mercado agropecuario.
Una breve investigación hecha entre el colega Juan González
Febles y yo arroja datos que, en muchos casos, debemos omitir. Nuestros
entrevistados, veinte en total, fueron amas de casa, obreros, escritores,
pintores jubilados y niños. Todos respondieron sin rodeos ni miedo.
Muchos comenzaron con una palabra que da mucho que pensar: "Imagínate..."
La pregunta fue cómo se alimenta una familia cubana de escasos
recursos, que es la inmensa mayoría de la población. El primer
aspecto abordado por nuestros interlocutores fue el trabajo particular e ilícito,
la venta de productos en el mercado negro y el alquiler de cuartos, casas y
autos, sin poseer licencia.
De acuerdo al resultado de la indagación, los hombres son los que más
fácilmente buscan dinero para comer a diario. Pueden realizar trabajos
particulares de plomería, carpintería, electricidad, albañilería...
en su propio barrio, pues ninguno de estos servicios los brinda el Estado a la
población a través de sus empresas.
Las amas de casa, con hijos y sin marido, también se buscan a diario
sus quilos pues, a escondidas, burlando inspectores y policías, venden
dulces típicos, meriendas o café.
Las empleadas de organismos burocráticos: ministerios, bancos,
empresas y demás oficinas, arreglan uñas de pies y manos los fines
de semana o confeccionan paños de cocina y otros artículos domésticos
que luego venden a sus compañeras de trabajo.
La situación de escritores, pintores y demás profesionales es
también muy crítica, incluyendo a los Premios Nacionales de
Literatura, quienes reciben una ayuda estatal cada mes equivalente a cien dólares.
Todos estos premiados, sin excepción, viven de la ayuda que les
proporcionan sus amigos extranjeros.
El fracaso para el régimen castrista es total. No habrá leyes
prohibitivas capaces de frenar la sociedad civil que está surgiendo a
contrapelo de la clase gobernante, dueña absoluta de los medios de
producción y poseedora de muchos privilegios.
Se trata, no hay dudas, de un pueblo que ha dicho basta y ha echado a andar
de acuerdo a sus necesidades y aspiraciones, sin importarle el freno que
representa el socialismo de Fidel Castro.
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