Circo, pelota
y tribuna
Manuel Vázquez Portal, Grupo Decoro
LA HABANA, abril (www.cubanet.org) - Lo que son las cosas. Vivo en Alamar
hace más de diez años y no sabía que esa porción de
sabana enyerbada que se extiende, por la Avenida de los Cocos, desde el primer
intermitente hasta poco más allá de doscientos metros, a partir de
La Rotonda, por donde ha mucho que vivía una hidalga cubanaza llamada María
Elena Cruz Varela, tenía el nombre de Plaza de Africa.
Me enteré el sábado pasado. Lo dijo a gritos pelados Felipe Pérez
Roque, que estoy seguro no vive en Alamar. Era la Tribuna Abierta y acudió
mucha gente, que estoy seguro no vinieron en camello.
A esos yermos, en Cuba, se les llama "placer", "solar",
nunca plaza. Pero como a los comunistas les gusta ponerles nombres rimbombantes
y heroicos a todo, no es extraño que así se llame, aunque el
pueblo no lo sepa. ¡El pueblo no sabe tantas cosas!
En ese solar, desde mi confortable camello cotidiano, había visto
carpas de circo que vienen a traerles a los niños la alegría de
los payasos y las ilusiones de los malabaristas; había visto a los
muchachos vociferando por un largo batazo en sus juegos de pelota manigüera;
había visto, los últimos domingos de cada mes, el barullo, el
despelote que se forma en las ferias agropecuarias para comprar algunas libritas
de carne de cerdo, algunas cebollas o algunos plátanos burros, pero juro
que nunca había visto un acto político tan bien preparadito y con
las cámaras de televisión tan bien ubicadas.
Por ningún lugar se veían las paradas de los camellos
atestadas de gente, los salideros que inundan la calle principal de la zona
seis, los hondos, peligrosos, baches de la zona once, los albañales que
desembocan poco más allá de la antigua playita de los rusos, "las
favelas" en miniatura que se han construido detrás de los edificios
de las zonas venticuatro y venticinco, los basurales que bordean la costa hasta
Micro Diez; orgullosos deben estar los compañeros del ICRT (Instituto
Cubano de Radio y Televisión), deben haberlos felicitado, no se les escapó
ni un detallito: el Comandante, con su banderita, se veía de lo más
bien, los comandantes de la revolución se veían muy uniditos y,
sobre todo, los salivazos contra el micrófono de los enfebrecidos
oradores, salieron a pedir de boca.
¡Y no era para menos! Allí se iba a hablar del importante tema
de las maniobras subversivas de la Oficina de Intereses Norteamericanos en La
Habana y se les iba a enviar un mensaje muy claro (ahora que Ginebra está
en candela y nos pueden condenar por violar los derechos humanos): "Si
siguen jodiendo, vamos a cerrar la Oficina". Vaya balandronada. Como si eso
fuera a intimidar a alguien, desvelar a alguien. No van a cerrar nada. No les
conviene. Se quedan sin remesas, se quedan sin intercambios, se quedan con los
miles de cubanos que quieren largarse, se quedan sin los viajecitos de
senadores, funcionarios, hombres de negocios que vienen de allá, se
quedan ellos sin poder dar su excursioncita por New York. Pero, bueno, hay que
presionar de alguna manera, al menos, delante de una población tan
desinformada que no sabía siquiera que ese lugar a que vienen los circos,
juegan pelota los muchachos y acuden los camiones de viandas los domingos se
llamaba Plaza de Africa.
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