¿Vegetal...
o animal?
Fara Armenteros, UPECI
LA HABANA, abril (www.cubanet.org) - Los vegetales siempre ocuparon un lugar
importante en la mesa de los cubanos, entre otras razones, porque Cuba es un país
que depende fundamentalmente del cultivo de la tierra. No obstante, después
del triunfo insurreccional de 1959 y como consecuencia de la crisis en la
producción agropecuaria, los vegetales dejaron de cultivarse, y por ende
desaparecieron de la dieta de los nacionales.
Recientemente, han aparecido vegetales en los mercados agropecuarios
(comercios regidos por la ley de la oferta y la demanda), pero sus precios son
extremadamente altos. Igual sucede con las frutas.
Sin embargo, los medios de prensa despliegan una tremenda campaña
para estimular el consumo de la proteína vegetal, cuyos valores exaltan
como si estuvieran frente al descubrimiento del Mediterráneo.
Hay cubanos que recuerdan claramente cómo antes de 1959 en los
puestos de chinos (pequeños comercios) se vendían frutas,
vegetales y viandas frescas, helados de frutas naturales elaborados por ellos
mismos, pescado frito y otros fiambres a precios que estaban al alcance de
todos, y durante todo el año.
Al decir de Carlos, un anciano que vende periódicos en la barriada
habanera de La Víbora para sobrevivir, "las frutas, las viandas, los
vegetales, la carne de cerdo y el pescado estaban a la mano de cualquiera, por
poco dinero que tuviera. Había mucho y barato. Todo el día había
carretilleros (vendedores ambulantes que exhibían y transportaban sus
mercancías sobre carretones de ruedas) vendiendo estos productos por las
calles".
El anciano también recuerda que todas las tardes cientos de
pescadores salían en pequeñas embarcaciones a pescar en el litoral
habanero y cuando regresaban, al amanecer del otro día, "vendían
el pescado en la acera del Malecón, además de abastecer a los
tarimeros del Mercado Unico" -precisó Carlos.
Georgina, maestra jubilada, siempre discute con Carlos. Quien los ve y no
los conoce piensa que se llevan mal, pero al final coinciden en todo. Ella,
refiriéndose al asunto, expresó: "Parece que se van a poner
de moda los restaurantes vegetarianos, pero no creo que sea porque hay muchos
vegetales, sino porque no hay carne".
Después, Georgina añadió: "Todo desapareció.
Ahora todo lo venden en dólares. ¿Y el que no tiene ese tipo de
dinero?"
"Que se fastidie" -interrumpió Carlos.
Ambos ancianos se acercaron al estanquillo donde venden los periódicos,
donde ya se había formado una cola larga. Carlos tiene 76 años y
recibe una jubilación de 108 pesos que comparte con su esposa. No tiene
hijos. Por la venta de los periódicos se gana diariamente entre cuatro y
seis pesos, en dependencia de los que pueda comprar en el estanquillo. Para ello
tiene que levantarse a la cinco de la madrugada para marcar en la fila.
Con lo que este anciano gana diariamente puede comprar una col o una libra
de tomates de ensalada y una cabeza de ajo pequeña o un mazo de
habichuelas, o quizás una mano de plátano burro.
Carlos me confesó que su temor es enfermarse y verse imposibilitado
de "ganarse el peso".
"Entonces -recalcó- mi vieja y yo estaríamos fritos".
El anciano concluyó preguntándome: "¿Usted cree que
el gobierno cubano puede decirnos -levantó el brazo y señaló
con el dedo índice a las personas que hacían la cola para comprar
periódicos y luego a los ancianos que vendían diversos objetos en
el portal de un restaurante- qué nivel de pobreza tenemos nosotros?"
"El que nos permite comer poca proteína vegetal y casi ninguna
animal", dijo Georgina. Y añadió: "Yo trabajé 32
años como maestra, tengo muchos diplomas y reconocimientos, pero cuando
me jubilé no tenía en mi casa ni un televisor. Una sobrina mía
que vive en New York vino de visita a Cuba y me compró un televisor.
Gracias a ella también tengo zapatos que ponerme".
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