Consignas y más
consignas
Oscar Espinosa Chepe
LA HABANA, abril (www.cubanet.org) - Un descubrimiento "mágico"
para encontrar la solución al principal problema que enfrenta la producción
azucarera en Cuba, los bajos rendimientos agrícolas cañeros, se
divulga a bombo y platillo por las autoridades a través de sus
controlados medios de prensa.
Las Brigadas Integrales de Siembra y Cultivo de la Caña son la
supuesta nueva forma de organización de la fuerza de trabajo, de la que
se asegura logrará la recuperación de las plantaciones de caña
de la desastrosa situación en que se hallan y, como por encanto, Cuba
dejará de ser el peor productor de azúcar del mundo.
Estas brigadas no son de "azadoneros ni piocheros, sino de trabajadores
que siembran y cultivan la caña de forma integrada y colectiva, según
la programación y hacia donde se determine el esfuerzo principal,
haciendo simultáneamente otras labores" -señaló el
ministro del Azúcar (el general Ulises Rosales del Toro) durante un
encuentro con dirigentes de base de las provincias Camagüey, Ciego de Avila
y Sancti Spíritus, reseñado a fines de marzo por el periódico
Trabajadores.
Quien haya seguido los comentarios publicados por el rotativo Granma sobre
las asambleas municipales del Partido Comunista de Cuba (PCC), celebradas en las
últimas semanas, habrá confirmado que en casi todas ellas se trató
el asunto del mal estado de las cañas y habrá apreciado la
cantidad de unidades productoras (fundamentalmente Unidades Básicas de
Producción Cooperativa) que como promedio ni siquiera alcanzan 25,4
toneladas por hectárea (30 mil arrobas por caballería). Este
rendimiento constituye casi la tercera parte de lo que se produce
internacionalmente como promedio. Ello indica que en esos lugares las
plantaciones se hallan en tan malas condiciones que lo único aconsejable
sería demolerlas.
Existe el caso del central azucarero Pepito Tey (antiguo Soledad), enclavado
en el municipio Cienfuegos, donde de las cuatro unidades suministradoras de caña,
tres de ellas tienen rendimientos promedio inferiores a 25,4 toneladas por hectárea.
Esto ha ocasionado una sensible reducción en las disponibilidades de
materia prima a moler en la zafra actual. Situación increíble en
una de las zonas de mayor tradición y cultura azucareras del país.
Las respuestas a este desastre en la industria azucarera, aunque variadas,
tienen una base común: un sistema estatista y burocrático que no sólo
ha destruido las plantaciones cañeras, sino que además ha
contribuido a la descapitalización de toda su estructura productiva,
incluidos los centrales, y provocado enormes daños ecológicos a
los suelos cañeros. También dejó de incentivar un cultivo
que históricamente representó la mayor fuente de riqueza de la
isla.
En la presente zafra, por ejemplo, a los cortadores de caña se les
pagan míseros salarios mediante una moneda nacional depreciada, en país
donde el proceso de dolarización cada día es más intenso.
Los trabajadores azucareros en su conjunto, mal alimentados, vestidos y
calzados, realizan sus labores con instrumentos de baja calidad. En no pocos
casos descansan de su ardua faena en dormitorios deteriorados y carentes de
limpieza. Las instalaciones sanitarias de sus albergues son inadecuadas e
insuficientes. Todo esto es bien conocido y tiene tal magnitud que incluso ha
sido reflejado en la prensa oficial.
El problema de los bajos rendimientos agrícolas cañeros
resulta insoluble a base de consignas y de "novedosas" fórmulas
organizativas, llámense como se llamen. El mismo se debe a la continuada
aplicación de un fracasado sistema que, mientras no sea removido de raíz,
impide la recuperación azucarera que tan urgentemente requiere Cuba.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
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