A comer
pasto
Lucas Garve, CPI
LA HABANA, abril (www.cubanet.org) - Los hábitos alimentarios del
cubano han sufrido cambios en el transcurso de cuarenta años.
Dime qué comes y te diré quién eres, puede ser un refrán
a aplicar como rasero de una tabla de nutrición con criterios sociológicos.
La dieta tradicional de los cubanos poseía características
determinadas por la presencia de carnes rojas y blancas como componentes proteínicos
básicos. Acompañadas por una guarnición de arroz, frijoles,
viandas y vegetales que las completaban.
Los platos de productos marinos, pescados y mariscos constituían la
variante del plato cotidiano.
Las restricciones alimentarias en el consumo a partir de los años
sesenta provocaron la desaparición en la mesa cubana de platos a base de
productos de nuestras costas. El encarecimiento de los mismos y el traslado de
la gestión de venta de esos productos al mercado negro intervinieron en
el enrarecimiento y la desaparición de platos a base de pargos, chernas,
serrucho y mariscos.
A fines de los sesenta, la introducción de platos a base de pastas
fue una novedad. Las pizzas y los spaguetti -la comida rápida-
sustituyeron a la mítica "completa", un solo plato con un bisté,
arroz con frijoles, vianda frita o hervida y algo de verduras.
También la escasez de lácteos, de harina de trigo y otros
productos, junto a la desaparición biológica de la generación
de más edad, afectó el consumo de postres tradicionales.
Tampoco los cubanos mantuvieron un alto consumo de vegetales. En los finales
de los sesenta, los setenta y los ochenta, años de la "socialización"
de los hábitos alimentarios a consecuencia de la estatización de
la producción agrícola, la producción de vegetales frescos
desapareció del consumo. Tres generaciones de cubanos no desarrollaron hábitos
de consumo de vegetales como acelga, zanahoria, remolacha, tomate, lechuga, col
y otros.
El "pasto", se le llamó popularmente por asociación
con la dieta básica del ganado. "Comer hierbas" fue otra forma
de denominar al hábito de consumir vegetales. Estos productos agrícolas
sólo reaparecieron con el establecimiento del mercado libre campesino.
Las hortalizas en los mercados estatales eran una rareza. Sin embargo, la
reaparición en los mercados de oferta y demanda estuvo acompañada
del encarecimiento de los productos. Hoy mismo, un mazo de acelgas vale de 3 a 4
pesos, uno de zanahorias de 5 a 6 pesos, otro de remolachas 3 ó 4, las
coles ruedan entre 4 ó 5 pesos, el tomate a 2 y 2.50 por libra, la
lechuga a 5 pesos. Cebolla, ajo porro, ají pimiento, ajo cuestan entre 6
y 8 pesos el mazo de las primeras, de 3 a 4 pesos otro mazo del segundo, de un
peso hasta 2.50 un pimiento o 3 pesos la libra. Actualmente, una cabeza de ajo
se cotiza entre 1.50 y 3 pesos, según el tamaño.
Desde hace meses, una campaña propagandística impulsa al
consumo de vegetales en mayor cantidad, a través de un llamado a variar
los hábitos tradicionales.
Los restaurantes Pekín, sito en 23 entre 12 y 14, y El Carmelo de
Calzada y D, ya ofertan menús vegetarianos exclusivamente. La oferta
parece extenderse a otros puntos de la capital y a ciudades del interior del país.
La venta estatal de alimentos incluye hace mucho productos proteínicos
de origen animal "texturizados". ¿Qué significa esto?
Simplemente la adición de soya a la carne roja, como ejemplo más
patente el picadillo de soya. Francamente impopular, el picadillo de soya
sustituyó la distribución del elaborado con carne de res. Este último
producto, junto a otros cárnicos pasaron a ser vendidos en dólares
al surgir las shoppings.
Bistés, chorizos, butifarras, lacones, mortadellas, morcillas, hígado
de res esperan en vitrinas por los compradores.
La propaganda oficial desconoce la existencia de la proteína animal. ¡Hasta
las pizzas y las pastas quedaron para las paladares o los que puedan comprarlas
con dólares en establecimientos especializados!
Comer picadillo de soya (cuando lo distribuyen) significa situarse en el
grupo económico más bajo. Esto en buen cubano es estar "en la
fuácata", pelao. Comer en cajita (caja de buffet en cartón,
con cerdo, congrí y vianda) es cosa de "luchador" emergente.
Consumir carne de res, pavo, pollo y mariscos es la corona que el "maceta"
guarda en su vientre. Esa dieta cuesta cara. Entonces, nos ofrecen los
vegetales. ¡A comer pasto ahora!
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