La brizna en
el ojo ajeno
Héctor Maseda, Grupo Decoro
LA HABANA, abril (www.cubanet.org) - Recientemente se celebró en esta
ciudad el IV Encuentro Interamericano sobre el Derecho Laboral y la Seguridad
Social. Muchos delegados expusieron cuáles eran los problemas que inciden
sobre el índice de desocupación en sus respectivos países.
La delegación cubana insistió, junto a otras, en que este fenómeno
se debe a la llamada "globalización neoliberal". Mas no expuso
con claridad -al menos públicamente- por qué niega la tasa de
desempleo real de nuestros trabajadores. Indicador que, en la actualidad,
probablemente sea el peor en este hemisferio.
Datos publicados por la Organización Internacional del Trabajo (OIT)
demuestran que América Latina mantuvo esta relación por debajo del
seis por ciento en los años 1990-91. Sin embargo, en el período
1995-97 se elevó por encima del siete por ciento.
Por su parte, Cuba reportó en el año 2000 una tasa de 5,5 por
ciento, a pesar de que el llamado "período especial" paralizó
alrededor del 80 por ciento de la economía cubana, eliminó prácticamente
su comercio exterior y redujo sus fuentes de financiamiento en el exterior.
Veamos de qué malabarismos económicos se valieron sus
especialistas para confundirnos. Para ello recurriremos a las cifras oficiales
que ofrece el Anuario Estadístico de Cuba de los años 1988 y 2000,
y las del Instituto Cubano de Economistas Independientes de Cuba.
En 1988 la fuerza laboral activa alcanzaba los seis millones de personas. De
ellos 3,74 millones laboraban y 238,8 mil estaban desocupadas. Para 2000 esas
magnitudes aumentaron hasta 6,62 millones como potencial de trabajo, de los que
4,407 millones estaban ocupados y 256,5 mil se mantenían desocupados. El
Producto Interno Bruto (PIB) de 1988 y de 2000 ascendía a 19,025 y 16,552
millones de pesos, respectivamente.
El aumento en el número de puestos de trabajo y la contracción
del PIB en el 2000 redujo la productividad social respecto a 1988 de 5086,00 a
3756,00 pesos. El resultado de tan contradictoria situación demuestra -si
aceptamos como reales los datos oficiales- que la ocupación creció
a finales del 2000 en 667 mil trabajadores, la producción de bienes y
servicios se redujo en un 13 por ciento y la productividad social disminuyó
un 26,2 por ciento. Esta realidad desmiente que en Cuba exista una economía
sostenida y eficiente. Por el contrario, incrementar el empleo y reducir la
desocupación sin el correspondiente aumento del PIB como trataron de
hacerlo los economistas gubernamentales esconde un mal mayor: inflar las
plantillas y elevar la ineficiencia económica.
Lo cierto es que si mantenemos la productividad social de 1988 en el 2000,
los puestos de trabajo debieron haberse reducido en 485,900 en lugar de subir a
559,400 como se informó. De este modo, la tasa nacional de desocupados
pasaría del 5,5 por ciento admitido a un desempleo real del 30,2 por
ciento. Dicho en otras palabras, el total de desempleados en el país
ascendería a un millón 409,348 trabajadores, y no a 256,500 como
se divulgó.
De lo anterior se deduce -si admitimos como razonable la productividad
lograda en 1988, a pesar de ser baja- que Cuba tiene más de un millón
de personas emplantilladas que no son necesarias, las que cobran un salario
medio mensual de 250 pesos (9.61 dólares estadounidenses al cambio
actual). Esto significa que pagamos anualmente cerca de 3,5 millones de pesos
sin un equivalente útil que se revierta favorablemente a la sociedad.
La propia OIT dio a conocer en la reunión del Foro Global sobre el
Empleo, realizado en Ginebra a principio de noviembre de 2001, que "más
de mil millones de personas viven con menos de un dólar al día".
Los cubanos que laboran en la isla en empresas estatales sobreviven con 32
centavos de dólar diarios. Realidad que nos sitúa entre los
obreros peor pagados del mundo.
Esta misma organización internacional divulgó en 1960 que
hasta 1958 (fecha en que tomó el poder el gobierno castrista) un
trabajador industrial ganaba en Cuba un salario diario promedio de seis dólares
por ocho horas de labor, y ocupaba el octavo lugar mundial en el pago de
salarios, sólo superada por Estados Unidos de América, Canadá,
Suecia, Suiza, Nueva Zelanda, Dinamarca y Noruega.
Situación de mayor privilegio tenían para esa misma fecha los
trabajadores agrícolas cubanos, quienes recibían tres dólares
de salario por ocho horas de labor, y ocupaban el séptimo lugar en el
planeta detrás de Canadá, Estados Unidos de América, Nueva
Zelanda, Australia, Suecia y Noruega.
Para ese año (1958), nuestro país tenía una fuerza
laboral de 2,2 millones de trabajadores y una tasa de desempleo del 7,07 por
ciento. ¡La más baja de América Latina!
Qué razón tenía el sicoanalista austriaco Sigmund Freud
cuando afirmaba que sólo existían dos maneras de ser feliz en esta
vida: una es hacerse el idiota, y la otra es serlo.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a
Internet. CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza
la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como
fuente.
|