El reino de
la oscuridad
Caridad Cristina Álvarez, Grupo de Trabajo Decoro
LA HABANA, abril (www.cubanet.org) - Daimí Brito fue asaltada el
pasado 20 de marzo en horas de la noche cuando regresaba a su hogar en compañía
de su madre. El asalto se produjo en la calle 58B entre 33 y 35, en el municipio
Playa. El asaltante huyó después de arrebatarle la cartera a la
muchacha. Daimí manifestó que no pudo verle el rostro, ni detallar
sus características físicas porque la calle estaba totalmente
oscura.
En cualquier calle de La Habana una persona puede ser asaltada en
condiciones similares. La oscuridad ha sido siempre cómplice no sólo
de los amantes, sino también de los delincuentes. El gobierno cubano
siempre ha estado rodeado de tinieblas que han afectado seriamente la vida de
los hombres y mujeres de la Isla.
Antes de 1959, se provocaron, por parte de los revolucionarios, apagones a
lo largo y ancho del país. Dos apagones fueron famosos por aquellos
tiempos: uno en las inmediaciones del Capitolio, y el otro, de mucha más
envergadura y anunciado con anticipación por el jefe de acción y
sabotaje del movimiento 26 de julio, Machaco Amejeiras. Este último se
conoció en todo el país como el apagón de Luz y Egido, que
dejó a Centro Habana sin electricidad cinco días.
Los sabotajes a los tendidos eléctricos de los pueblos del interior
eran frecuentes. Como consecuencia, los ciudadanos del lugar permanecían
largas horas en completa oscuridad.
Después del triunfo de la revolución fueron creadas brigadas
dentro de los Comités de Defensa para presionar a los vecinos de cada
cuadra a mantener el máximo de luces apagadas. Estas brigadas recibieron
el nombre de Patrullas Clic.
Horario pico fue el nombre que se le dio al período e que aumentaba
el consumo de energía durante la noche. La medida gubernamental para
resolver este problema era interrumpir el servicio eléctrico, dando paso
al apagón.
Con la caída del campo socialista, los apagones aumentaron. La
empresa de electricidad lo mismo quitaba la corriente en horas del día
que por la noche. Los cubanos despertaban en la madrugada sin luz. No era
posible usar ventiladores en el verano. Muchas familias se vieron perjudicadas,
pues sus equipos electro domésticos sufrieron roturas por la
inestabilidad del voltaje. Con tanta oscuridad se incrementaron los robos.
En los últimos tiempos, los apagones se planifican por zonas. Las áreas
donde radican los hoteles y centros turísticos se mantienen iluminadas
todo el tiempo. En el resto, el alumbrado público es deficiente. Por
ejemplo, los alrededores del Capitolio, permanecen sin iluminación. Los
pasillos de los hospitales pediátrico Juan Manuel Márquez, de
Marianao, y del hospital Clínico Quirúrgico en Nuevo Vedado (por sólo
mencionar dos instituciones de salud), parecen surgidos de una película
de horror, por la penumbra que los envuelve. Esta situación propicia que
los asaltos aumenten, pues donde reina la oscuridad, el delincuente es rey.
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