La muchacha
de El Familiar
Lucas Garve, CPI
LA HABANA, abril (www.cubanet.org) - El Familiar es un establecimiento
gastronómico donde venden alimentos elaborados a bajo precio. Allí
acuden, sobre todo, ancianos cuyos recursos no les permiten comprar en mercados
agropecuarios u otros comercios.
Una joven camarera de El Familiar se llama Marta. Ella vende pan con
hamburguesas y gaseosas desde las nueve de la mañana hasta las cinco o
seis de la tarde.
Marta, la camarera del Familiar, posee una vida laboral muy particular. Ella
es licenciada en enfermería, pero hoy es dependiente gastronómica.
Al igual que muchos graduados de estudios técnicos, Marta decidió
abandonar el trabajo en el hospital para buscar otro. Quizás menos
retribuido pero, a la larga más ventajoso, que le permitiera atender a su
familia, un esposo y una hija pequeña.
El trabajo de los enfermeros en los hospitales es duro. Tienen que hacer
frente no sólo al cuidado de los enfermos como es obvio, sino además
llenar innumerables hojas de resúmenes médicos diarios. También
enfrentar la cantidad de horas que deben permanecer en el hospital donde
trabajan con el consiguiente problema del abandono de las tareas del hogar.
En Cuba prestan servicio 83,170 enfermeros de ambos sexos. A pesar de que
entre 1999 y el 2000 se redujo el número de camas en 2,636 (55,868 en
1999 y 53,232 en el 2000) según datos del Anuario Estadístico de
Cuba, edición 2001, en realidad el total del personal de enfermería
no trabaja únicamente en hospitales pues hay que contar el número
de ellos ocupados en consultorios del médico de la familia, consultorios
de policlínicas y en establecimiento de salud especializados.
De esta forma, se puede concluir que el número de enfermeros
atendiendo directamente al paciente en salas de hospitales es mucho más
bajo al reportado.
La desvalorización del trabajo de enfermería se hace notar
cuando se examinan las cifras de graduados de escuelas del Ministerio de Salud Pública
(MINSAP). Si en el curso 1995-96 se graduaron 6,213 estudiantes, en el curso
1999-2000 sólo llegaron a culminar sus estudios 806. Sin embargo, la
graduación de 1998-99 alcanzó el índice más bajo con
sólo 660 enfermeros.
También llama la atención que las matrículas iniciales
en el sector del MINSAP ascendieran a 155,250 en el período 1995-96 al
2000-2001, en tanto los graduados en los cursos 1995-96 al 1999-2000 fueron
10,230.
Todas estas cifras arrojan un dato interesante: los jóvenes no
valoran el trabajo de los paramédicos en el sector de la salud. De aquí
se puede sacar otra conclusión: el trabajo técnico del MINSAP no
ofrece suficientes garantías a los estudiantes que se inscriben en los
cursos especializados de las escuelas del ramo.
En cuanto al abandono de las plazas de enfermería podemos acudir a
los datos siguientes en Ciudad La Habana: en el año 1985, por ejemplo,
laboraban 12,807 enfermeros, mientras que en 1999 eran 22,072, pero en el 2000
el número bajó a 19,855, ¡2,217 menos en sólo un año!
Un buen indicador para interrogarnos cuáles son las condiciones de
trabajo de enfermería en la capital cubana que provocaron a tal número
de enfermeros renunciar al ejercicio de su profesión.
Horarios de más de 12 horas, mala alimentación en los
comedores, dificultades con otros servicios en los hospitales, dificultades que
se unen a las del quehacer cotidiano pueden ser los ingredientes de la fórmula
que causó tal deserción laboral.
Mientras esto ocurre, la media oficial no se hace eco de la situación
porque está enzarzada en la telaraña de la propaganda política.
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