Embargos
cubanos: consensos y disensos
Manuel David Orrio, CPI
LA HABANA, abril (www.cubanet.org) - Más de una vez surge la polémica,
que parece enredarse en un tema no tan bizantino. ¿Qué es primero,
qué daña más a Cuba y a los cubanos, la política de
sanciones económicas unilaterales de Estados Unidos de América a
la isla o el embargo a la ciudadanía, férreamente mantenido por el
gobierno de Fidel Castro?
Llama la atención esta polémica, cada vez más frecuente
en la medida en que la política estadounidense hacia Cuba aparece ante
los más como anacrónica y desacreditada, a juzgar por votaciones
de Naciones Unidas y otras hierbas. Lo curioso: hoy por hoy, la oposición
hacia ella parece encabezada por una minoría del Congreso de Estados
Unidos, digamos que en plena batalla "en las entrañas del monstruo".
Minoría en aumento, muy motivada por concretos, precisos y materiales
intereses, pero con firme política que avanza trecho a trecho enarbolando
los ejemplos de China y Vietnam, recordando a cada minuto que los trágicos
acontecimientos del 11 de septiembre invitan a mirar hacia la otrora Perla de
las Antillas más como posible aliado frente a amenazas globales que como
el coto personal de un minúsculo enemigo.
Difícil, desde Cuba, determinar el origen de estos consensos y
disensos como isleño y como foráneo. Por lo pronto, sí se
observa al interior del movimiento disidente cubano una apreciación del
problema que parece haber revolucionado en dirección de restar
importancia al peso específico de la política de sanciones
estadounidenses. Ejemplo de ello lo ofrecen las versiones de 1999 y de 2001 del
Manifiesto Todos Unidos, considerado por los más como el documento
principal redactado en Cuba, a propósito de las Cumbres Iberoamericanas,
y desde la oposición a Castro.
Todos Unidos, en 1999, presentó un categórico pronunciamiento
acerca de esta cuestión de pesos y medidas al expresar: "No apoyamos
ni pedimos medidas de aislamiento desde el exterior hacia Cuba. También
recordamos que mientras estemos aislados por el propio orden político y
económico que rige nuestro país, es falso pensar que los cubanos
se beneficien o participen dignamente en las diversas formas de relación
con las instituciones oficiales cubanas".
A continuación, el Todos Unidos de 1999 manifestó: "Por
eso, quien quiera actuar con coherencia moral respetando nuestra soberanía
y siendo solidario con Cuba, debe demandar siempre por igual el cese del embargo
y la apertura democrática dentro de Cuba".
Separo con toda intención ambos pronunciamientos porque en el Todos
Unidos de 2001 aparece textualmente reproducida la primera cita, pero la segunda
no. Esta es sustituida por un texto referido al Proyecto Varela, calificado en
el documento como un paso de "continuidad en un camino que la inmensa mayoría
de la oposición interna se trazó desde que se proclamó en
el Manifiesto Todos Unidos, en noviembre de 1999, su determinación de
conquistar los derechos para todos los cubanos por las vías pacíficas,
con espíritu de reconciliación y liberación".
Según datos del Buró de Información del Movimiento
Cubano de Derechos Humanos, el Manifiesto Todos Unidos de 1999 fue firmado por
51 organizaciones disidentes y en el 2001 logró sumar 143 rúbricas
similares, para así demostrar que el "no apoyamos ni pedimos medidas
de aislamiento desde el exterior hacia Cuba" ha ganado considerable terreno
entre los opositores al interior de la isla.
Si tal percepción del problema se sabe fortalecida por el aislamiento
internacional en que se encuentra la política de Estados Unidos hacia
Cuba, ¿cómo se explica que se haya omitido el decidido párrafo
de 1999, donde se elevó a la altura de "coherencia moral" el "demandar
siempre por igual el cese del embargo y la apertura democrática dentro de
Cuba"?
¿Acaso ya no es "coherencia moral" decir en el 2001 lo que sí
se afirmó en 1999?
¿Qué ha cambiado para que uno de los dos embargos "pese"
más que el otro?
El gobierno de Fidel Castro sigue "embargando" los derechos políticos
y civiles -principalmente- de los cubanos; el de Estados Unidos, para sólo
citar un ejemplo, el fuero natural de los estadounidenses de viajar a Cuba, sin
contar de la paradoja significada por el que ciertas acciones de la disidencia
interna sean coartadas por legislaciones estadounidenses como la de poner topes
al envío de remesas a la isla. Por ello, la pregunta en pie: ¿Qué
se gana con preterir a uno de los dos embargos?
Ambos reales, por cierto.
Fuentes: Palestra Cívica, números 16 y 23.
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