El derrumbe
de la casa de Catalina
Ramón Díaz-Marzo
LA HABANA VIEJA, abril (www.cubanet.org) - Este otro derrumbe ocurrió
el pasado 24 de marzo a la una de la tarde. La señora Catalina Diez Martínez,
de 56 años de edad, regresaba de su trabajo como administradora de un
puesto de viandas del Estado. Su hija, Imara Betancourt Diez, de 19 años,
se encontraba en una de las habitaciones de esta vivienda situada en la azotea
de Lamparilla #357, e/Villegas y Aguacate. La señora Catalina venía
subiendo el último tramo de la escalera, cruzaba una suerte de zaguán
que se comunicaba con la habitación de la hija y el resto de la casa.
Catalina está abriendo la cerradura de la puerta de entrada a su habitación;
la puerta se abre, y cuando traspone el umbral siente a sus espaldas el
estruendo de algo parecido a una explosión, momento cumbre en que el
instinto de conservación la indica correr hacia el fondo de la habitación.
Cuando se recupera de esta primera impresión, regresa hasta la
puerta, y descubre espantada una montaña de escombros y madera que le
impiden salir, y comienza a gritar. También oye los gritos de su hija del
otro lado; ambas, incomunicadas entre sí y el mundo exterior.
Ellas pueden escuchar también gritos de los vecinos que se unen a los
suyos. Minutos después, en la lejanía se oye la sirena de un carro
de bomberos perteneciente a la Brigada de Salvamento y Rescate.
Ese sábado, la calle de Lamparilla #357 se cubrió de curiosos
que se confundían con los bomberos y varias patrullas de la policía.
Transcurrida una hora, Catalina y su hija escuchan voces de hombres. Están
escarbando, apartando varias toneladas de escombros que colman el tramo de
escalera que conduce hasta la azotea. Pasan las horas, y ahora el ruido de las
sierras de mano y las voces de la Brigada de Salvamento se oyen más
cerca.
Ya los bomberos han logrado abrirse paso por la escalera y ahora sólo
queda abrir una brecha en el zaguán, donde se acumulan varias toneladas
de escombros. La tarea es ardua.
El empuje del derrumbe ha sido tan potente que partió 14 vigas de
madera y dos vigas de acero. Al lugar de la catástrofe llega el
arquitecto de guardia del municipio Habana Vieja. Durante horas los bomberos
sacan escombros tras escombros.
Finalmente se produce el rescate. A diferencia del caso de Georgina en la
calle San Isidro, de aquí fueron sacados todos los escombros.
Después el arquitecto subió a inspeccionar y le dijo a
Catalina que tenían que irse del lugar porque en los próximos días
podrían ocurrir más deslizamientos de las paredes.
Esto nos recuerda el derrumbe ocurrido el pasado 6 de diciembre del año
2001 en Aguila #558. De igual manera un arquitecto de guardia se personó
en el lugar días antes del derrumbe y había pronosticado que el
edificio de cinco plantas se derrumbaría en cuestión de días.
La mayoría de sus habitantes no hicieron caso, y se produjo la catástrofe
donde hubo varios muertos y heridos.
Este reportero pudo constatar el 28 de marzo (jueves santo) que parte de las
paredes de lo que queda en la casa de Catalina están rajadas, y que el
renvalso de dos puertas y el concreto presentan rajaduras y encorvamiento debido
a la presión de lo que aún está por precipitarse.
Los vecinos que viven debajo de Catalina y su hija están
aterrorizados de permanecer en sus casas con tamaña amenaza sobre sus
cabezas.
A Catalina le han informado que en estos momentos el gobierno municipal
tiene cubiertas todas las plazas para albergados debido a que en diferentes
puntos de la capital se han producido varios derrumbes de menor cuantía,
pero suficientes para sacar a las personas de esos lugares.
Catalina también está en la misma situación que la
anciana Georgina en lo referente a los trámites que deben realizarse en
unas oficinas en el municipio Habana Vieja. Sin embargo, prácticamente le
han dado a entender que tendrá que permanecer en el inmueble hasta que éste
le caiga en la cabeza o conseguir por su cuenta un lugar donde vivir.
Lo cierto es que el gobierno anda enloquecido por estos días con los
constantes derrumbes que se están produciendo en la capital, y no dispone
de locales o albergues donde colocar a las personas con el mínimo de
comodidad que requiere una familia.
Estos derrumbes que se reportan no nos cogen por sorpresa. En otros artículos
sobre el mismo tema hemos alertado al gobierno que tarde o temprano los
desplomes se incrementarían en la capital. Y mientras más tiempo
pase, más derrumbes habrá.
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