El Derrumbe
del cuarto de Georgina
Ramón Díaz-Marzo
LA HABANA VIEJA, abril (www.cubanet.org) - El derrumbe ocurrió el
pasado 11 de marzo. La anciana de 78 años, Brindys Georgina Quintero
Areas, de la raza negra, estaba al final del pasillo, donde se encuentra su
cuarto y una improvisada cocina exterior. Esta desgracia se presentó en
un edificio construido en las postrimerías del siglo XlX, en la calle de
San Isidro #260, alto, e/Egido y Picota, Habana Vieja.
"Ya era media mañana cuando sentí el estruendo",
recuerda la señora Quintero. "Pensé que todo el edificio se
estaba derrumbando. Cuando el polvo de las piedras se esparció, el día
se había convertido en noche. Cuando apoyándome en mi bastón,
me asomé a la puerta de mi cuarto pude ver lo ocurrido. Una montaña
de piedras había caído desde la azotea atravesando mi barbacoa y
llenándome el cuarto de escombros".
El pasado 28 de marzo, jueves santo, este reportero pudo constatar que
alrededor de la montaña de piedras se encontraban un refrigerador corroído
por el oxido, una mesa de hierro cubierta de tierra, una máquina de coser
Singer que ya no funcionaba, y una colombina cuyo colchón es una tabla,
también cubierta de escombros.
Desde el día del derrumbe habían transcurrido 17 días.
Georgina apenas camina. Está sola en este mundo. Su media hermana, que
desde hace años esta "medio ida de la cabeza", vive en la
planta baja, tiene 73 anos, y se nombra Concepción Diez Cabezas de Armada
Arias.
La negra Georgina, pelada a lo bajito, con su pelo ensortijado y blanco como
la nieve, ahora pasa la noche en el cuarto de su hermana Concepción, que
antes del triunfo de la Revolución del 59 era la dueña del
edificio.
"Aquí han venido varios arquitectos y también un hombre
de las brigadas de demolición y apuntalamiento. Trajeron unos palos para
apuntalar lo que queda de la azotea. Y ese hombre me dijo que él vendría
con otros más para sacar los escombros de mi casa. Pero no han venido mas
por aquí", dice Georgina.
'También me dijeron que conseguir en estos momentos un albergue es
difícil. Todas las capacidades de la capital están cubiertas por
los muchos derrumbes que se están produciendo. Me dijeron que tengo que
llevar no sé cuántos papeles, y un sello jurídico de 10
pesos a unas oficinas que se encuentran en la calle Sol. Pero ya yo fui por allí
y me han dicho que vaya otro día. Yo estoy enferma, apenas puedo caminar,
y ese asunto de los papeles me pone muy nerviosa porque no entiendo nada",
añadió.
Georgina me habla un poco de sí misma: "Yo vivo en este edificio
desde el año 1929. Yo tengo dos hijos. Pero ellos se fueron de Cuba por
el Mariel en 1980. En el año 1983 yo recibí una carta de ellos.
Hace 19 años que no me escriben. Ellos se nombran Sergio y Apolinar Valdés
Quintero. "Yo soy católica. Pertenezco a la congregación de
la iglesia del Espíritu Santo. Todos los meses me ayudan en la iglesia
con una menestra de leche en polvo, aceite, y arroz".
Cuando salí de la casa de Georgina, y caminaba por la calle de Egido,
me percaté de que la siguiente calle era la de Leonor Pérez, la
madre de José Martí, el Apóstol de Cuba. Y que un local que
han habilitado para actividades politico-culturales frente a la casa natal del
Maestro, queda justo detrás del edificio de Georgina. Entré y pude
ver una exposición transitoria de fotos de la madre del Apóstol,
una de sus hermanas, y otra de la "Niña de Guatemala". La
exposición se titula: "Una mujer buena en un perpetuo arco iris".
Creo que en estos momentos Georgina es una mujer buena en un perpetuo
infierno desde el día 11 de marzo, cuando la vetustez de su vivienda y la
incapacidad de tantos años de las autoridades en materia de urbanística
la han dejado sin casa.
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