MADRID. Antonio Astorga. ABC,
septiembre 26, 2001.
Un jurado integrado por Jorge Semprún, Miguel Ángel Aguilar,
María Teresa Castells, Jorge Edwards, Santos Juliá y Antonio López
Lamadrid concedió ayer el XIV premio Comillas a Huber Matos, histórico
dirigente de la revolución cubana a la que renunció cuando Castro
la llenó de «terror, dictadura y totalitarismo», por sus
memorias sobre «Cómo llegó la noche».
La noche del totalitarismo castrista. La larga noche del terror, a la que
Huber Matos, que encabezó la guerrilla al lado de Castro, ha sobrevivido
así como a veinte años de expreso de medianoche en las cárceles
de Cuba.. Ahora vive en Miami.
-La revolución cubana se hizo para restablecer el Estado de Derecho y
la democracia -nos dice-. Yo me vi envuelto en la etapa insurreccional pero
desde dentro veía cómo esta revolución se convertía
en totalitarismo marxista-leninista y en terrorismo. El grupo que tomó el
poder -y eso estaba escrito- se había comprometido a restablecer ese
Estado de Derecho y esa democracia y prometió darle al pueblo cubano la
opción de que eligiera un nuevo Gobierno para mejorar sus condiciones de
vida. Pero a los pocos meses Raúl Castro y el Che Guevara empezaron a «rejugar»
con los comunistas y los fueron introduciendo en las Fuerzas Armadas. La llamada
«Justicia revolucionaria» era una drástica oleada para crear
terror y convertir a Cuba en una base para el expansionismo de la Unión
Soviética, en un satélite comunista. Entonces Fidel Castro hace «saltar»
a su primer ministro y después al presidente Urrutia...
-¿Qué les prometía Castro?
-En la Sierra nos asegura que él tiene que ser «el celoso
vigilante para que la revolución no se desvíe». Pero todo se
estaba desvirtuando. Yo le hago cara: «Si pretendes convertirte en
dictador, conmigo no cuentes». Él me espeta que no, que no tengo razón
y me dice que es el jefe de la revolución. Yo planteo entonces crear una
comisión revolucionaria donde se discutan estas cosas. Pero no se crea la
infraestructura política. Hay un pacto secreto para introducir a los
comunistas. Fidel había dejado que su hermano Raúl y Guevara
fueran por delante. Renuncio por carta y pido que se respeten las aspiraciones
del pueblo. Yo no luchaba por una nueva dictadura.
-Juzgado sumariamente le meten en «presidio» desde 1959 a 1979...
-Tratan de fusilarme. En la cárcel, la crueldad y la tortura no
tienen límites. Me dan palizas para aterrorizarme y que claudique. Hago
huelga de hambre y salgo convencido de que no me han podido llenar de odio. Que
tenía que seguir luchando por la libertad y la justicia. El cubano era un
pueblo sano y ahora, con Castro, la mentira es necesaria para vivir. La gente
tiene que apelar a la doble moral. Nadie ama al verdugo que lo lapida. Con estas
memorias pretendo que se conozca la verdad histórica del caso cubano
porque mucha gente se dejó la vida y no precisamente para que las
libertades públicas desaparecieran del escenario. A Cuba desgraciadamente
le cayó y la calló la larga noche de cuatro décadas.
-¿Qué le diría a Fidel en la cara?
-Que siento un desprecio infinito por él, que no sólo es un
cobarde y un mentiroso sino un malvado. Castro no es marxista. El marxismo ha
sido un pretexto para perpetuarse en el poder. Es un comediante perfecto, que
encaja en todas las máscaras, con un inmenso vacío ético.
No estamos tan lejos del final para reconstruir Cuba no únicamente en el
orden económico. El cubano no es un pueblo de limosneros, mentirosos o
ladrones. Con Castro, la arquitectura moral del pueblo se vino abajo. Ahora el
pueblo debe regir. |