CUBANET .INDEPENDIENTE

26 de septiembre, 2001


¿De qué viven los cubanos?

Juan Carlos Linares / CubaNet

LA HABANA, septiembre - El Estado cubano le vende mensualmente a cada ciudadano, a través de la llamada red minorista (bodegas, carnicerías, puestos de viandas y puntos de leche), la cuota de alimentos subvencionada y regulada por medio de la libreta de racionamiento que prevalece años tras año hace cuatro décadas.

Esta cuota, que cuesta aproximadamente 15 pesos per cápita, por lo general no excede de 30 libras de productos varios.

Los principales componentes de la cuota personal mensual son: arroz (6 libras), azúcar (5 libras), frijoles (una libra), sal (0,75 libra), aceite comestible (0,5 libra), café (4 onzas), huevos (6 unidades), viandas (8 libras, más o menos) y los llamados productos cárnicos (1,5 libras) como el picadillo de soya, la pasta de oca, la de chorizo y otras cuyos componentes son desconocidos por los consumidores.

Es significativo que las cantidades expresadas anteriormente se refieren a la capital del país, considerada por la mayoría de los cubanos como sitio beneficiado, porque en provincias suelen ser menores las ventas.

Por lo regular, la cantidad de alimentos comprados a través de la libreta de racionamiento sólo alcanzan para los diez primeros días de cada mes. Para suplir el déficit de los restantes días del mes o para enriquecer la dieta diaria con alguna porción de carne "de verdad", vegetales o viandas, los cubanos tienen obligatoriamente que recurrir a los mercados estatales (sean los llamados paralelos o campesinos), los comercios dolarizados o a la bolsa negra o mercado ilegal. En cualquiera de éstos los precios de los productos oscilan entre el 15 y el 200 por ciento del valor de los subvencionados.

Por ejemplo: en las tiendas recaudadoras de divisas el kilogramo de carne de res cuesta 12 dólares, que al cambio vigente equivalen a 264 pesos. En Cuba, según datos gubernamentales, el salario promedio mensual es de 247 pesos, lo que significa que no alcanza ni para comprar un kilo de carne de res.

Si se compara la suma que requiere el ciudadano para alimentarse aceptablemente cada mes, calculada en 300 pesos, con el salario promedio mensual o las pensiones de los jubilados (que no rebasan los 100 pesos), es visible que lo que paga el Estado socialista a los cubanos no alcanza ni para la simple supervivencia humana, pues nótese que no se incluyen gastos básicos como los que requieren el servicio de electricidad, de agua, del gas, el pago de la vivienda, del teléfono, de las medicinas, ropa, calzado, artículos de aseo personal, transportación, por citar algunos.

Respecto al consumo de leche, baste señalar que sólo se le vende ese producto a niños menores de siete años a razón de un litro cada dos días, mientras que a los menores cuyas edades oscilan entre 7 y 14 años se les vende un litro de yogur dos o tres veces por semana. También personas con dieta médica pueden adquirir dos libras de leche en polvo por mes.

Sin embargo, en los comercios dolarizados siempre hay suficientes cantidades de leche y de sus derivados. Pero allí el kilo de leche en polvo sobrepasa los 3 dólares. En la bolsa negra la libra de este producto se valora en no menos de 20 pesos.

En cuanto a los productos de los agromercados, los precios son impagables para el trabajador promedio. Así, los cárnicos varían entre 15 y 25 pesos la libra, y los vegetales cuestan de 2 a 4 pesos por libra.

El cálculo simple demuestra que los cubanos viven en medio de la más agobiante crisis. Las mujeres son quienes principalmente se enfrentan a las carencias cotidianas y también son las más explotadas por el sistema de vida imperante en la isla. Los ancianos y los niños son los más afectados por el déficit alimentario y, pese a la propaganda y las cifras infladas por el gobierno, afecta la salud y esperanzas de vida de ellos y de la población en general.

Por supuesto, esta crisis de alimentos afecta además el rendimiento laboral y académico de los nacionales.

Los medios de vida de los cubanos son diversos y abarcan desde los que sobreviven gracias a las remesas de sus familiares en el extranjero, principalmente en Estados Unidos de América, pasan por sui generis modalidades de robo o desvío de recursos, como le llaman por acá, hasta llegar a límites como la prostitución (mujeres-jineteras, hombres-pingueros), el proxenetismo y los limosneros.

Las conductas antisociales siempre son reprochables, cualquiera que sea su tipo, nunca son justificables, pero pedirle al pueblo que muera por respetar las normas económicas, políticas y sociales impuestas por el grupo de poder es la expresión más reciente del terrorismo de Estado.


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