La hamaca
José Antonio Fornaris, Cuba-Verdad / CubaNet
LA HABANA, septiembre - Increíblemente, la televisión nacional
cubana dedicó el domingo 8 varios minutos a hablar de cierta hamaca que
perteneció al gobernante Fidel Castro y ahora va para un museo.
A grandes rasgos la anécdota es la siguiente: Durante su etapa
guerrillera en la Sierra Maestra, una noche de lluvia Castro llegó junto
a varios de sus hombres a pernoctar en casa de un campesino de apellido Peñate.
Como la lluvia había mojado la hamaca del jefe guerrillero, el
campesino le ofreció otra -que era más larga y más ancha-
que tenía en su casa, para que durmiera esa noche.
La hamaca en cuestión, marca Barragán, había sido
comprada en New York en 1948 y a Peñate se la regaló el cónsul
de Cuba en esa ciudad. Aunque no se dijo, es de suponer que el presidente de
Cuba en ese momento era Carlos Prío, el mismo que fue derrocado por
Fulgencio Batista, el mismo que dio parte del dinero para comprar el yate
Granma.
Al amanecer del día siguiente, Castro recogió y envolvió
la hamaca que el campesino le había prestado para que durmiera la noche
anterior lo mejor posible y simplemente dijo: "Me la llevo porque tú
no la necesitas".
Lo que ocurrió allí, a ojos vista, fue el despojo de la
propiedad basado en la influencia, o en la autoridad.
El hecho ayuda, en alguna medida, a ilustrar sobre las características
y concepciones del individuo.
Sin embargo, cegados por el deseo de promover aún más el culto
a la personalidad, el hecho fue mostrado como algo digno y propio de pertenecer
a la historia del país.
Se afirma que para recorrer la Vía Láctea, esa galaxia que
tiene que ver con todos los que habitamos en este planeta, se necesitan cien
millones de años luz y que en ella existen mil millones de estrellas.
Ante esa grandiosidad, ciertamente que hay que ser mediocre hasta el infinito
para ocuparse de rendir culto a la personalidad de un individuo.
Es cierto que el ignorante generoso suele confundir la práctica con
la grandeza, pero en Cuba esa confusión no es posible, porque durante
cuarenta y dos años del mismo gobernante la situación del país
siempre ha sido precaria.
Pero además, los que tratan de mantener y desarrollar el culto a la
personalidad de Fidel Castro no son ignorantes, por lo que hay que concluir que
los motiva el interés personal o el oportunismo.
Por supuesto, en ningún país -tampoco en Cuba- el culto a la
personalidad ha generado hechos loables. Por lo contrario, es algo nefasto que
ataca directamente al espíritu y a la moral de cualquier nación. Y
esto se puede apreciar cuando una hamaca es llevada al museo porque en ella
durmió en algunas ocasiones cierto individuo, y cuando privar a alguien
de su legítima propiedad se quiere hacer pasar por acto santificado.
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