CUBANET .INDEPENDIENTE

20 de septiembre, 2001


Rudesindo se "informatiza"

Manuel David Orrio, CPI / CubaNet

LA HABANA, septiembre - Un atronar por el pasillo que conduce al apartamento donde resido y el consiguiente asalto a la puerta me avisó de la llegada de Rudesindo, mi vendedor de periódicos preferido. A la mano, un ejemplar del oficioso Granma, donde por primera vez al interior de la isla se publica el reporte oficial que permite evaluar aproximadamente el grado de informatización de Cuba, hasta ahora considerado como uno de los países más retrasados del orbe en ese aspecto, de seguirse a las estadísticas de Naciones Unidas, lo que subraya la contradicción existente entre el grado de instrucción alcanzado por el cubano de a pie y su misérrimo acceso a las corrientes de información, entendidas en términos internacionales.

Ignacio González Planas, ministro para la informática y las comunicaciones, declaró que solamente en el 2001 se habían instalado en la isla más computadoras que todas las puestas en servicio hasta 1997 y reveló, ¡por fin!, el número de esos equipos existentes en Cuba. Según él, unos 220 mil y el 60 por ciento de ellos enlazados en red.

Como es bastante usual en la prensa oficiosa, donde el lector tendría la oportunidad de repasar con calma, ni soñar de que el diario Granma apunte una cifra exacta. Rudesindo acostumbra a ironizar sobre tal práctica con cierta frase que otra vez sale a colación: "El vicio del 'redondeo' se los come por las patas".

Rudesindo es maestro jubilado. Entre hijos ubicados en la nomenclatura gerencial isleña y familia residente en el exterior -remesas llegan "como la caballería", y Dios aprieta pero no ahoga- no necesita vender periódicos en las calles de La Habana. Pero él lo hace para entretenerse, de paso es agudo testigo de los andares capitalinos, cual si un Sócrates fumador de tagarninas infernales sondease el alma habanera. Cada cierto tiempo atruena mi puerta, para echarme sobre la mesa el ejercicio de su duda metódica.

Rudesindo, que me llena la casa de humo y proyecta la voz cual si aún estuviera en el aula, llegó esta vez para exigirme la evaluación de "cómo anda la cosa" en materia de informatización, a la cubana. El es así, los amigos se aceptan con virtudes y defectos, entre éstos el de considerarme oráculo de Pueblo Nuevo. Nada bobo, nada inculto, se concentra en dos indicadores de Naciones Unidas sobre los cuales el ministro González nada ha dicho a la opinión pública isleña, que conozca. Esos indicadores son existencia de computadoras personales y de anfitriones de Internet por cada mil habitantes.

Intentar semejante evaluación pasa por apuntar salvedades. En primer lugar, debe aceptarse el supuesto de que tanto los datos de Naciones Unidas como los aportados por el ministro involucran a todas las computadoras personales existentes en los países considerados, independientemente de su forma de propiedad.

Sobre esa base, es esperable que en naciones donde la adquisición de computadoras no tiene restricciones explícitas o implícitas haya cierto equilibrio entre las estatales y no estatales. No es el caso de Cuba, donde puede afirmarse que un descansado 95 por ciento pertenece de un modo u otro al gobierno de Fidel Castro y sirve a sus fines nobles y no tan nobles, aunque aún en esas condiciones un efecto de irradiación virtualmente imposible de estimar se produce hacia la sociedad civil. Las personas asociadas a la computación en sus cargos laborales ingresan a las dinámicas de la informatización, lo que cambia radicalmente su disciplina de pensamiento, no precisamente en favor del totalitarismo.

De modo que, aunque la informatización de la sociedad cubana es ante todo de carácter estatal, no puede perderse de vista ese efecto de irradiación. Por su propia lógica, el proceso es progresista, más allá de las retrancas gubernamentales que le retrasan e indica con carácter creciente que el demócrata cubano -base de la democracia- se hace adulto a la sombra de las computadoras.

Sobre tal supuesto, la existencia en Cuba de unos 220 mil de esos equipos significa que se cuenta con alrededor de 20 por cada mil habitantes, lo cual situaría a Cuba en el lugar 62 de los 109 países que ofrecieron ese dato al Informe de Desarrollo Humano del 2000, así como la ubicaría en el escaño 21 de las 48 naciones de desarrollo humano medio que también aportaron esa información. Nada del otro mundo, aunque se trata de un salto de calidad al comparar con 1997.

Mucho más difícil es estimar el número de anfitriones de Internet. Las declaraciones del ministro González son lo suficientemente ambiguas como para sospechar en ellas la intención de ocultar el dato. Según las mismas, alrededor de 132 mil computadoras están enlazadas en red, lo que no significa que accedan al Internet, quede claro.

De acuerdo con estadísticas de Naciones Unidas, al filo de 1998 Cuba contaba con la vergonzosa cantidad de 0,01 de esos anfitriones por cada mil habitantes, para calificar como la nación número 122 de 174 analizadas por el Informe de Desarrollo Humano del 2000. Suponiendo que esas 132 mil computadoras estuvieran en capacidad de colocarse en calidad de anfitriones de Internet, la isla podría llegar al listón de los 12 por mil residentes, sólo un tercio de lo alcanzado por los países de la OCDE, más o menos un décimo de lo logrado por Estados Unidos.

Cuba es país donde el acceso a Internet sólo puede realizarse con permiso estatal, una de las más indignantes coyundas de la post-modernidad. Paradójicamente, si tal censura no existiera, Cuba podría situarse a la cabeza de los países de desarrollo humano medio en lo respectivo a ese indicador. Prueba contundente de cómo la falta de libertad subdesarrolla a los pueblos.

Rudesindo, después de un café, me aceptó una breva Romeo y Julieta previsoramente comprada para escapar del atentado a la ecología que representan sus tagarninas infernales. Como todo un maestro de la Cuban ebullition descrita por el gran Fernando Ortiz, interrogó: "Ven acá, muchachón. ¿Y qué es lo que hay con esas computadoras carísimas que ya se están vendiendo en las tiendas, que aunque caras, están ahí? ¿Por qué tú no tienes una, acaso no hay 'plata' para que los periodistas independientes inicien el 'cacharreo' con equipos legalmente adquiridos?

Evado dar respuesta. A veces, Rudesindo "me pone en tres y dos", como se dice en baseball. Pero, buen amigo, "no me lleva contra la pared", como afirman los esgrimistas. Vuelve a concentrarse en el número de computadoras que hay en Cuba, lo que me da oportunidad para escapar por medio de un informe sobre las restricciones gubernamentales a la importación no comercial de esos equipos, luciferinamente obstaculizadas no sólo por medio de obligados permisos especiales, sino además por el tope a 250 dólares como valor total de las citadas importaciones per cápita permitidas, lo que casi imposibilita a cualquier ciudadano del mundo regalar una computadora a un nacional residente, más allá de ciertos devaneos y rumores sobre sobornos aduaneros. Una vez más, la falta de libertad actúa como la mejor aliada del subdesarrollo.

El problema de hoy en materia de informatización en Cuba es incrementar a toda máquina el número de computadoras y emprender lo que sin dudas debe ser abordado como una segunda campaña de alfabetización. La virtual obligatoriedad para lo no estatal de tener que "comprar a Castro, a los precios altos de Castro", muestra una vez más cómo intentar un desarrollo "limitado" a las necesidades del poder sólo conduce a perpetuar un subdesarrollo frente a otros. El espectacular avance registrado por la isla en los últimos tres años ni se acerca a superar la brecha que le separa del Primer Mundo en materia de computación, en país cuya población se ha instruido bajo la expectativa de formar parte de aquel, por historia y por idiosincrasia. ¿Cuánto se ha dejado de avanzar por no permitir la libre y legalizada importación no comercial de computadoras? ¿Cuánto las restricciones norteamericanas al envío de remesas están impidiendo a muchos cubanos "comprar los equipos a Castro" y emprender así un camino que por lógica ineluctable sólo conduce a la democracia? Tómese nota; la lectura esencial de tales preguntas radica en que se está negando, al cubano de a pie, el lápiz y el papel de la post-modernidad.

Las volutas de humo del Romeo y Julieta ascienden al techo del apartamento donde resido y trabajo. Rudesindo, la mirada medio ausente, me dice: "Tienes razón. No existe motivo aceptable para que mi hermana no pueda elegir entre enviarme una computadora o remitirme el dinero para comprarla aquí. Aunque sea de segunda mano, y con eso empezar. Se ve muy mal eso de un maestro jubilado que comienza a ser un analfabeto funcional".

Rudesindo se marcha. Pero esta vez no se va con un alegre y conocido portazo. Cierra la puerta, con la suavidad de los duendes.


Esta información ha sido transmitida por teléfono, ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a Internet.
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