¿De que
ríe?
José Antonio Fornaris, Cuba-Verdad / CubaNet
LA HABANA, septiembre - Es jueves, son las tres y media de la tarde, hora de
verano. Hay un calor intenso. Frente a la escalinata del Capitolio, antigua sede
de las dos Cámaras del Congreso de la República, un grupo de
extranjeros se dedica a lo que parece ser la actividad primordial de los
turistas: tomar fotografías.
Creo que los turistas son un subproducto de la fotografía. Si no se
hubiera inventado ésta, lo más probable es que no existiera el
turismo, porque sin cámara fotográfica y sin fotografías ¿cómo
se puede demostrar que se es turista?
Delante de ellos, por la calle que da acceso a la entrada principal del
Capitolio (Prado), pasa un bicitaxi que lleva dos pasajeros y varios bultos.
Parece que vienen de la cercana estación central de trenes. Su conductor,
mestizo que sobrepasa los 30 años de edad, suda copiosamente al pedalear,
jadea como un animal sometido a esfuerzos excesivos, mientras el sol parece
sacarle humo al asfalto de las calles.
En la librería ubicada en la esquina de Prado y Teniente Rey, frente
a la entrada principal del Capitolio Nacional, venden además numerosos
objetos de artesanía, y una fotografía del Che Guevara en extremo
sonriente, pegada a los cristales del comercio, parece mirar todo lo que sucede
a su alrededor.
¿De qué ríe el Che? Será de aquello que dijo de
que en "el imperialismo no se puede confiar ni un tantico así".
En esa ocasión hizo un gesto minúsculo con dos de sus dedos. O
reirá porque recordó el momento en que sentenció: "Hay
que crear dos, tres, muchos Vietnam".
Llego hasta el Parque de la Fraternidad y marco en la fila para tomar el
camello, el M-7. Casi pegado a la parada hay un busto del cura Miguel Hidalgo,
el hombre del "Grito de Dolores" en el México de 1810. Desplazo
la vista y me doy cuenta que de todas las estatuas de los alrededores la mayor
es la de Juárez, mayor aún que la de Lincoln.
Esto llama la atención porque se sabe que Juárez tuvo el apoyo
de Estados Unidos. Incluso se dice que Benito Juárez firmó un
tratado con los vecinos del norte que comprometía el territorio mexicano.
Sin embargo, no hay ningún busto de Porfirio Díaz. Debe ser
porque estuvo 31 años de presidente y quizás se le consideró
un competidor en eso de estar por mucho tiempo en el poder. De todas formas,
hacer razonamientos en base a las valoraciones político-históricas
del gobierno de Cuba siempre es riesgoso.
El M-7 es rojo y desde hace años tiene en la carrocería un
letrero que lo anuncia como "Vanguardia Nacional". Nunca me he podido
explicar por qué precisamente el número siete es el vanguardia ni
por qué es nacional, si este tipo de camello nada más existe en La
Habana. ¿Será porque la capital es la nación, o será
por qué el siete está en todas partes?
El camello llega a su segunda parada rumbo hacia la zona de El Cotorro,
situada en la intersección de las calles Concha y Cristina. Varias
personas, tal vez agobiadas por el calor, suben por la puerta delantera. La de
subir es la del centro. De inmediato, ofensivo, uno de los cobradores dice: "Todos
esos descarados que montaron por delante que manden los veinte quilos (centavos
de peso)".
Una señora replica: "Yo no soy descarada, es que tengo necesidad
de subir con mi niña por delante porque el carro está muy lleno".
El dime que te digo continúa hasta la otra parada, donde ambos
contendientes se callan al mismo tiempo.
Desciendo del camello cerca del hospital materno infantil Hijas de Galicia,
observo con satisfacción que la basura que inundaba prácticamente
todas las esquinas en esta barriada ha sido recogida. Sin embargo, en la Calzada
de Luyanó, al lado de los escombros provenientes de trabajos de reparación
de la vía, ya se amontonan jabas con desechos y fragmentos de objetos disímiles.
Parece ser el nacimiento del "plan tareco", por lo que si no se apuran
en recogerlos allí habrá un nuevo basurero en breve.
Hace casi una hora que llegué a mi destino: la casa de un amigo que
tiene teléfono. Prácticamente todo ese tiempo lo he dedicado a
tratar de comunicarme con una de las operadoras del servicio de llamadas a
Estados Unidos, pero cada vez que marco el 66-1212 escucho la misma voz: "Hay
congestión en las líneas, por favor, repita la llamada dentro de
unos minutos".
Creo que ya sé de qué se ríe el Che. Al parecer, se ríe
de la realidad cubana.
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