CUBANET .INDEPENDIENTE

17 de septiembre, 2001


La propiedad privada

Ramón Díaz-Marzo / CubaNet

LA HABANA, septiembre - Si de un modo rápido o lento los gobiernos y naciones abolieran la Propiedad Privada, sería como serruchar de un solo tajo las cuatro patas de la mesa que sostiene al mundo. En poco tiempo comenzarían las guerras al estilo de la Edad Media, y la Humanidad destruida, si acaso algunos sobreviven, volvería a transitar el largo camino de el hombre de las cavernas.

La única revolución que ha triunfado realmente ha sido la revolución burguesa de 1789, en Francia. Las demás revoluciones no han sido revoluciones, sino guerras de independencia. La clase social burguesa aún detenta el poder hasta tanto el proletariado no esté listo para librar la última batalla del primer capítulo en la historia humana (si es que para entonces aún existe el proletariado tal y como lo entendemos en la actualidad). Pero eso ocurrirá cuando la conciencia humana alcance un estado superior de modo natural, no impuesto a través de la demagogia y el terrorismo de estado.

Lo que actualmente se conoce como conciencia humana no está lista para crear un nuevo orden económico mundial. El hombre es un ángel y una bestia, y en las cuestiones de este mundo la bestia prevalece. La parte angelical sólo existe en las artes, la filosofía, y los demagogos que viven de las utopías. La REALIDAD no es una novela. Donde quiera que la propiedad privada ha sido abolida la sociedad ha colapsado y el remedio ha sido peor que la enfermedad.

El desarrollo de las ciencias tiene una finalidad: liberar cada vez más al hombre-angelical del hombre-bestia. Por supuesto, este camino hacia la plenitud humana no puede ser logrado por ninguna persona solitaria en una sola vida. El material humano (en este caso el proletariado) necesitará más tiempo que el que proponen los libros de "caballería política". Y para que las cosas salgan bien no hay otro camino más rápido que lo natural. Lo contrario sería renunciar a la poca libertad individual que hemos conquistado y entregarle a una sola persona el poder del mundo. Entonces la humanidad se sumergiría en el pozo tenebroso de una inhumanidad como jamás la Historia lo ha registrado.

Los Estados Unidos del Norte es la brújula salvadora de nuestra civilización. Ello no significa que a ratos cometan grandes errores. Pero son los que hasta el presente han demostrado mejor cabalgar sin caídas irreparables sobre el caballo de la libertad y la organización. Cualquier nación no puede ser la proa del barco de nuestro mundo.

Entregarle a cualquier estado nuestro derecho a la propiedad privada es retroceder en la Historia. Pues, ¿qué es en realidad un Estado que no acepta la propiedad privada, y con ello crea condiciones legales para controlar la vida privada de las gentes? Si el Estado fuera una computadora quizás no habría problemas. Pero no nos engañemos. En semejantes condiciones el Estado sería una sola persona que, por encima de la Ley realizaría y ejecutaría su soberana voluntad.

Entregarle la propiedad privada a un estado sería regresar a una época peor que el feudalismo; sería entregarle a la oscuridad nuestra luz y borrar toda la historia que nos ha costado llegar hasta nuestros días.

¿Que en la actualidad la propiedad privada esté creando crisis sociales? Nada en este mundo jamás ha sido totalmente perfecto. Lo único que podemos hacer es un llamado de conciencia a los grandes poseedores o detentadores de la propiedad privada para que se solidaricen con los pobres de la tierra y en un esfuerzo mancomunado borren el hambre y las enfermedades que padecen los países pobres.

Todas las generaciones humanas han cometido el mismo pecado: creerse que son más importantes que las generaciones anteriores y las porvenir. Nuestra actual generación no escapa a este pecado. Nos creemos más importantes que nuestros antepasados y los que por ahora solo son un proyecto de nuestra imaginación. Creemos que, por disponer de las historias y pensamientos de los que ya no están entre nosotros, podemos hacer las cosas mejor. Y creemos que los que aun no han nacido, no las podrán hacer mejor que nosotros.

Es posible que un día la propiedad privada desaparezca sin guerras; al igual que las diferencias religiosas; porque el ser humano habrá llegado de un modo natural (no impuesto) a un alto grado de conciencia a través de poderes mentales que poseemos y por alguna razón desconocida permanecen dormidos. O puede que no. Que la profesía del Apocalipsis se cumpla.

A veces he pensado que para que nuestro mundo llegue a la Unión, necesita un enemigo. Un enemigo que tendría que existir en algún punto del Espacio Profundo. Y a veces he pensado que todos terminaremos destruyéndonos precisamente por estar viviendo durante tanto tiempo en la misma casa (nuestro planeta) sin posibilidades de salir, como no sean esos cortos paseos por el jardín (nuestro sistema solar).

Pero volviendo a la propiedad privada. Cuando Rusia se declaró comunista sólo se convirtió en un inmenso feudo (peor que el de los zares) dirigido por un solo hombre: Jose Visarionovich Chugachvili, llamado Stalin. La Humanidad, entonces, no dio un salto hacia el futuro, sino una caída hacia el pasado. Y con Adolfo Hitler, que para el rearmen alemán respetó la propiedad privada, si se hubiera apoderado del mundo durante la Segunda Guerra Mundial, finalmente la habría abolido y se habría declarado Emperador del Mundo.

No seamos ilusos. La propiedad privada a mayor o menor escala la puede detentar Pedro Pérez o José Pérez. Pero un propietario de nuestros días siempre será mucho mejor que un señor feudal que, aunque en su momento cumpliera su rol histórico, ahora sería un anacronismo. Pues con el desarrollo de las ciencias, que han hecho al hombre más libre de sí mismo en relación con los demás, un señor feudal, para existir en nuestro mundo, tendría que estar constantemente violando su propia Ley; es decir, lo que él dictaría como Ley a sus siervos.

De manera que, aunque el mundo dista mucho de ser lo que quisiéramos que fuera, cada vez son menos los individuos que pueden vivir por encima del Imperio de la Ley. Y aunque la justicia social se demore un poco, llegará por igual a todas partes, especialmente en esos países donde los hombres de Estado y Gobierno roban el erario publico de sus pueblos y cometen los mas horrendos crímenes de lesa humanidad en nombre de ideas filosóficas o religiosas.


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