Las
protestas de Angelito y la rectificación de los sabios
Manuel David Orrio, CPI / CubaNet
LA HABANA, septiembre - La decepción parece devorarle las teclas de
la computadora, imagino recién estrenada. Por tercera ocasión,
Angel Rodríguez Alvarez, director del semanario capitalino Tribuna de La
Habana, se ha referido en su columna dominical a las supuestas injusticias
creadas por la dualidad monetaria isleña, en virtud de las cuales cubano
sin dólares es igual a cubano jodido.
Angelito, como le llaman en los medios periodísticos oficiosos, dedicó
su columna del 9 de septiembre -titulada "Rectificar es de sabios"- no
sólo a cuantificar nuevas "injusticias", sino que además
se quejó del "caso del perro" que le hicieron la mayoría
de los responsables supuestos de la por confirmar existencia en la capital de más
comercios dolarizados que en moneda nacional. Insisto en lo de responsables
supuestos, pues en las manos de los mencionados no está la esencia del
problema, bien ubicado en lo más alto del poder de Cuba. Cuidado, señor
director, puede usted perder el puesto, a menos que se haya inscrito en alguna
conspiración anti-dólar.
Rodríguez anotó en "Rectificar es de sabios" que sus
comentarios sobre el tema han recibido "muchos mensajes de apoyo, muchos
portadores de ejemplos confirmatorios de la tendencia denunciada, en los que se
aprecia la creación de desigualdades innecesarias". ¿Cuáles
desigualdades, cuáles discriminaciones, si la tenencia de divisas fue
despenalizada para todos? ¿Por qué se insiste en el fenómeno
y no se profundiza en la esencia, no otra que la desigualdad de acceso a un
ingreso digno, lo cual conduce al análisis del por qué existe en
Cuba una desproporción entre salarios y precios mucho menos denunciada
que los supuestos males de la dolarización? No inusual, el recurso
empleado por el director de Tribuna de La Habana, muy útil ha sido para
hacer trizas avances logrados en el ejercicio de derechos económicos y
sociales como ocurrió en los 80 con el mercado libre campesino. La pezuña
es bien conocida, y mantiene su dinosáurico estilo: apuntar cañones
contra gorriones, no contra águilas.
Prueba de la manipulación observable en la misteriosa campaña
campaña emprendida por Tribuna de La Habana, en la pluma de nada menos
que Angelito, es cómo el columnista oculta verdades como templos, pues la
llamada mayor existencia de comercios dolarizados respecto a los en moneda
nacional fue reflejada sin siquiera mencionar un matiz importante: muchísimos
trabajadores por cuenta propia de la capital aceptan por igual dólares o
pesos al cambio de la calle. Los excelentes restaurantes privados del Barrio
Chino de La Habana sostienen idéntica conducta y expresan sus precios en
pesos cubanos. Tal práctica es seguida de manera informal por entidades
estatales, sobre todo en el ramo de la cultura, donde parece haberse producido
la primera aceptación institucional de una dualidad monetaria que
privilegia a la moneda cubana. Visite, señor Angelito, una excelencia de
la promoción cultural cuyo nombre es Museo Nacional de Bellas Artes. Allí
encontrará dos muy aceptables cafeterías donde se imita al pie de
la letras el precedente del Barrio Chino... y de los trabajadores por cuenta
propia de La Habana. El menú de ambas se ofrece en moneda nacional, pero
en la carta se anuncia la opción de pagar en dólares al cambio no
oficial, como para que los abuelos con divisas, o sin ellas, puedan hacer la
felicidad de los nietos a la hora de la merienda. ¿Por qué el
director de Tribuna de La Habana parece ciego ante esas realidades, indicativas
de una sociedad civil que está haciendo adoptar a las instituciones
estatales el modo civilizado con que esa sociedad asume la dualidad monetaria?
Nunca los árboles deben impedir ver el bosque, aconsejaba un tal
Lenin. En los positivos ejemplos aquí mencionados destaca además
la regularidad de un escándalo: precios estratosféricos para ese
cubano mayoritario que devenga un salario estatal en pesos, prueba al canto de
que el verdadero problema no es la dolarización, sino la inflación.
Y quede claro, como de paso, aquello en lo cual apenas se insiste: los grandes
dolarizadores de Cuba son todos de propiedad estatal. La sociedad no es la
culpable de los males.
Ojo atento, Angelito, una vez más lo apunto, su intención de
obligar a mirar el árbol sin ver el bosque mucho me huele a gato
encerrado.
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