¿Se
recupera la educación?
Oscar Espinosa Chepe / CubaNet
LA HABANA, septiembre - En el curso escolar 2001-2002, que recién
comienza, las autoridades intentan detener el deterioro que desde hace tiempo se
aprecia en el sistema educacional a partir de la pérdida de las
subvenciones del bloque soviético a principios de los 90.
Si en 1989 fue ejecutado un presupuesto para la educación de 1,664
millones de pesos, en el período 1990-1998 puede observarse el
indetenible descenso de las asignaciones. Como promedio, en esos años
existió un recorte en los recursos financieros del 30 por ciento con
respecto a 1989, calculadas las cifras a precios constantes.
Ello trajo consigo el empeoramiento de las condiciones materiales, visible
en el deplorable estado de las instalaciones docentes, la carencia de útiles
de enseñanza, así como la apreciable disminución de la
calidad de la alimentación de los alumnos internos y seminternos.
Paralelamente, ha estado presente el éxodo masivo de educadores
debido a la depreciación de los salarios, el cúmulo excesivo de
tareas escolares incluidas muchas de carácter político,
condiciones de trabajo desfavorables, falta de reconocimiento social, y la
considerable carga burocrática.
Para detener el deterioro del sistema, en 1999 se elevaron los salarios en
el sector mediante la aplicación de un complicado sistema de evaluación
laboral con incentivos limitados, incapaz de revertir la corriente de abandono
del magisterio.
Ahora, en el curso iniciado se tomaron otras medidas a fin de tratar de
recuperar el terreno perdido. Así, se realizaron inversiones mediante la
instalación de medios audiovisuales en las escuelas (televisores y vídeos)
con el propósito de modernizar la enseñanza. Además, se
instalaron computadoras personales para desarrollar el aprendizaje de la informática.
Al mismo tiempo se restauran escuelas principalmente en Ciudad de La Habana.
Para enfrentar la ausencia de maestros en la escuela primaria, se realizaron
cursos emergentes de seis meses con jóvenes cuyas edades fluctúan
entre 15 y 16 años, captados en los centros preuniversitarios con la
promesa de poder ingresar directamente en la universidad, bajo compromiso de que
cumplan cinco años como maestros.
La preparación apresurada de estos jóvenes para impartir
clases a los niños se explicó oficialmente con que responde a la
puesta en marcha de un programa dirigido a reducir el número de alumnos
por maestro, que según se dijo debe ser inferior a veinte.
En lo referente a la enseñanza secundaria, preuniversitaria y técnico-profesional,
la carencia de docentes se mantiene, por lo que se tendrá que seguir
dependiendo de estudiantes universitarios, profesionales de organismos estatales
y estudiantes de pedagogía para impartir clases a grupos de alumnos
carentes de profesores.
El desenvolvimiento del curso 2001-2002 hay que observarlo detenidamente,
existen muchas dudas de que con jóvenes seleccionados a la carrera y
preparados en pocos meses pueda resolverse el serio problema de la carencia de
maestros en las escuelas cubanas.
Resulta evidente que la solución del problema no reside en poner a
personas sin la debida preparación, vocación y experiencia a
impartir clases. La delicada tarea de educar y formar a las nuevas generaciones
exige mucho más.
Por otra parte, existe el temor justificado de que la instalación de
televisores y vídeos en las escuelas tenga por objetivo incrementar el
nivel de propaganda política sobre los niños.
Asimismo, estos medios de por sí no garantizan en modo alguno que
aumente la calidad de la enseñanza. Como reconoció recientemente
el propio ministro de Educación, "el acto de educar es esencialmente
humano, y en este acto nada puede suplantar a su protagonista por excelencia: el
maestro".
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