¿Campismo
popular o segregación por nacionalidad?
Fara Armenteros, UPECI / CubaNet
LA HABANA, septiembre - Desde su fundación hace veinte años,
el campismo popular es la única opción que tienen los cubanos para
pasar algunos días de vacaciones en cualquier época del año.
Las bases de campismo ofrecen al vacacionista las bondades del entorno
cubano y precios módicos, pero los usuarios que usan este servicio en
busca de estancia agradable regresan inconformes con el trato que reciben en
esas instalaciones.
Desde el momento que se efectúa la reservación, la empleada a
cargo recomienda al solicitante que lleve sus alimentos, porque las ofertas de
las bases pueden resultar insuficientes.
Para estimular la participación en el campismo popular los medios
oficiales desarrollan una campaña publicitaria en la que exaltan los
beneficios de esa modalidad turística.
Antonio Guon es un cubano que decidió pasar algunos días de
sus vacaciones en la base Las Cuevas, ubicada en la costa norte de La Habana,
cerca del famoso puente de Cumanayagua. Desde el instante mismo de su llegada se
percató de que el asunto no era color de rosa.
Ivón Porro es una niña de cinco años a quien sus padres
llevaron a Las Cuevas de vacaciones junto a sus dos hermanitas. Allí
pasaron cuatro días. Cuando lograron llegar a la cabaña que les
asignaron, la pequeña le expresó a su madre: "Mamá, yo
creía que el campismo era bueno, pero la ventana está rota, no hay
agua en el baño, los colchones están sucios y el agua sabe a
tierra... esto no es lo que sale en el televisor".
Muchos campistas se quejan de la falta de higiene existente en las bases. En
Las Cuevas se puede observar que el agua de la piscina la cambian cada cuatro días;
de este medio hacen uso cientos de vacacionistas diariamente.
El servicio gastronómico es pésimo, según los que han
vacacionado en el lugar. De acuerdo a las declaraciones de la señora
Porro, una vez al día en la cafetería cocinan "arroz con algo",
este "algo" puede ser jamonada o bacon, al otro día ofrecen
macarrones. Ella pudo comprar frijoles colorados, azúcar y sal en la
bodega de Las Cuevas, nada más.
"Pero el problema alimenticio en Las Cuevas lo resuelven los
particulares -asegura Porro- que a las seis de la mañana tocan en las
puertas de las cabañas y ofrecen yogurt, refrescos fríos, pan con
mantequilla, pan con jamón y gran variedad de alimentos ligeros".
"Esto lo venden cuidándose del jefe del sector de la policía
que radica en la base", agregó la mujer.
La señora Porro explicó que no es extraño ver campistas
que van de una base a otra en busca de mejor servicio, como ocurre con Las
Terrazas, base cercana a Las Cuevas. "Pero uno se encuentra con lo mismo",
aseguró.
Porro admitió que ella y sus hijas regresaron del campismo enfermas. "Las
niñas regresaron de Las Cuevas con gripe, una de ellas complicada con
otitis. Este es el precio de las vacaciones a precio módico al alcance
del cubano", enfatizó.
Los nacionales no tienen acceso a los hoteles ni a los centros turísticos
como cayo Coco o Varadero, que son exclusivos de los extranjeros. Pueden
disfrutar de algunas de esas instalaciones sólo los cubanos que se casan
con extranjeros previa demostración legal en el momento de realizar la
reservación.
¿Es o no el campismo popular una forma de segregación por
nacionalidad?
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