Tumbar la
mula
Manuel Vázquez Portal, Grupo Decoro / CubaNet
LA HABANA, septiembre - El humor popular afirma que el problema cubano tiene
dos salidas... Una por aire y la otra por mar. Salir de Cuba, largarse, no
importa hacia dónde ni de qué modo es el público, pero
sobre todo, secreto anhelo de la mayor parte de la población. Nunca se
había visto tal desenfreno por la emigración.
En épocas de la Colonia, las autoridades tenían que decretar
el destierro de alguien para que éste abandonara la isla. En épocas
de la República la persecución política era el motivo de
algún que otro exilio que no se prolongaba más allá de
cuatro u ocho años. Era como si los cubanos estuvieran más
aferrados a su terruño natal. Hoy -este hoy ya tiene cuarenta y dos años-
no. Hoy, a la primera oportunidad, hasta el más supuesto comecandela va
tumbando la mula.
Ese despelote, ese desaguacate, ese despepite por dejar atrás palma y
bohío, por olvidarse de Guantanamera y Mozambique, por no ver más
nunca colas y camellos es lo que ha generado en el pensamiento nacional la idea
de que todo el mundo quiere tumbar la mula pero nadie quiere hacerlo con el
caballo. Y es un poco verdad. Tumbar la mula es más fácil,
aparentemente.
Antes la gente se iba con el deseo de regresar. Tenían esperanzas de
volver a su casa -entonces no se la confiscaban-, reencontrarse con su familia
-entonces los lazos familiares estaban por encima de las pasiones políticas-,
recuperar sus símbolos patrios -entonces no eran propiedad privada de
ningún partido-, en fin, de disfrutar el regreso a sus raíces.
Hoy -ya dije que este hoy tiene casi medio siglo y que las personas no viven
tanto y las casas se derrumban y los familiares fallecen y los símbolos
patrios van perdiendo idealidad- la gente se marcha sin pensar en el regreso.
Sencillamente, quieren escapar de algo que no los deja vivir como sueñan.
Ah, pero no es fácil tumbar la mula. Hay desesperados que mueren en
el tren de aterrizaje de un avión, hay audaces bucaneros que se aventuran
en un aguamanil calafateado, hay seductoras doncellas que conquistan un jeque de
la pobreza del primer mundo, hay aguerridos funcionarios que cambian de chaqueta
apenas pisan tierra ajena, y todos tienen que fatigar la mula antes de tumbarla.
Y como alguien dijo, "cuando los pueblos emigran, los gobernantes
sobran", los gobernantes cubanos no quieren cargar la culpa de tanta fuga,
y entonces culpan a otro gobierno de estimular la estampida, y tumbar la mula se
está haciendo cada día más difícil, y la gente se va
quedando sin caminos, y usted verá que cuando no puedan tumbar la mula
van a querer tumbar al caballo y entonces es cuando se va a armar la
desconflautación divina.
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