Carlos Otero. El Mundo.
Septiembre 4, 2001
Tras la dramática Noche de los Cristales Rotos, muchos judíos
alemanes concluyeron que había llegado el momento de dejar su país.
De esta manera, 930 judíos se embarcaron el 13 de mayo de 1939 en el SS
St. Louis, con la intención de instalarse en Cuba y no regresar jamás
a Alemania, tal y como se había acordado con las autoridades nazis.
Durante la travesía atlántica, Goebbels infiltró
agentes en la isla caribeña que fomentaron con éxito sentimientos
antisemitas. Por ello, a pesar de que los pasajeros del barco tenían sus
visados en regla, el presidente cubano Federico Laredo Bru impidió su
desembarco el 2 de junio y ordenó que el barco abandonara la isla.
Estados Unidos y la República Dominicana rehusaron acoger a los
refugiados, de manera que el buque puso rumbo a Europa. Durante el regreso, se
vivieron escenas de pánico y algunos jóvenes trataron de
amotinarse sin conseguirlo. Cuando el SS St. Louis atracó en el puerto
belga de Amberes el 17 de junio, ya se había acordado cómo acoger
a los judíos: Holanda (181), Francia (224), Gran Bretaña (228) y Bélgica
(214). Con la posterior ocupación nazi, muchos de los pasajeros del SS
St. Louis volvieron a la represión de la que habían intentado
escapar. |