Represión
política día tras día
Lázaro Raúl González, CPI
PINAR DEL RIO, septiembre - Los disidentes cubanos comprendieron muy bien
cierta escena del filme "Té con Mussolini", de Franco
Zeffirelli. Se trata de cuando Luca, joven protagonista de la película,
regresa de Austria y se reencuentra con las damas inglesas, mientras un
personaje incógnito acecha a corta distancia de ellos. Aunque el
individuo no identificado vestía de civil, era evidente que se trataba de
un agente secreto de la policía política del régimen de El
Duce.
De igual modo, tal y como se puede comprobar a través de los reportes
que desde cualquier parte de Cuba emiten los activistas defensores de los
derechos humanos, ahora mismo son vigilados, perseguidos y reprimidos miles de
cubanos por intentar ser socialdemócratas, liberales, demócrata
cristianos, periodistas o bibliotecarios independientes, o por simpatizar con
cualquiera de estas tendencias.
Aunque los actos represivos (el trabajo sucio) suele ser ejecutado por otros
órganos del gobierno, como la Policía Nacional Revolucionaria y su
cuerpo de auxiliares, la administración civil del Estado, las
paramilitares Brigadas de Respuesta Rápida, entre otros, se sabe que detrás
de cada acción represiva en contra de las personas que no profesan la
doctrina comunista, gubernamental, se halla generalmente la labor de un
verdadero ejército de agentes de la policía política cubana
o Departamento de la Seguridad del Estado, entidad conocida por las siglas DSE.
Nadie sabe cuántos agentes tiene el DSE ni cuánto se gasta en
ese grupo élite, pero hay estimados empíricos según los
cuales entre profesionales y colaboradores uno de cada diez cubanos realizan
labores de inteligencia entre sus conciudadanos.
Los agentes y colaboradores del DSE siempre están al acecho de
cualquier información del enemigo, es decir de cualquier comentario
adverso al gobierno. De hecho, los espías de la policía política
están en cualquier centímetro del territorio nacional: lo mismo en
la cola de la pescadería, para oír qué dice la gente; que
en los alrededores del domicilio de cualquier disidente declarado, para "controlar
el movimiento enemigo", es decir ver quiénes visitan el lugar o
conversan con el espiado.
Bajo este franco Estado policiaco se orquestan los más increíbles
atentados contra la libertad. Uno de los últimos ocurridos en la ciudad
de Pinar del Río, por citar algún ejemplo, fue el despliegue de
oficiales y agentes del DSE en derredor de la vivienda de Gerardo Redonet. El
hecho represivo ocurrió el 26 de agosto y lo motivó que Redonet
planeó una reunión de bibliotecarios independientes en su casa.
Para impedir el encuentro la policía política usó algunos
de sus recursos: arrestos, amenazas, sitio de domicilio, expulsión del área
de todo sospechoso, en fin, todo tipo de violación a los derechos básicos
del hombre.
El procedimiento del Departamento de la Seguridad del Estado, como garante
del poder indefinido del gobierno de Fidel Castro, es evidente y definido:
represión, represión, y más represión, día
tras día.
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