La conquista
del espacio interior
Ramón Díaz-Marzo
LA HABANA, septiembre - Todos los primeros o últimos domingos de cada
mes la TV cubana, por su canal 2, ofrece el interesante programa XL, donde se
invita a un grupo de expertos y profesionales a debatir sobre el tema de una película
que primero se exhibe. También invitan a un reducido público que
de algún modo tiene conocimiento del tema y también puede dar su
criterio.
El domingo 2 de septiembre exhibieron una película que es la historia
de una madre alcohólica con dos niñas y un esposo que la ama y la
tolera. El conductor de este
programa es un excelente comunicador y periodista que elige filmes que de
algún modo directo o indirecto tienen relación con la actual
sociedad cubana. Les puedo asegurar que en el programa XL uno respira libertad.
Uno de inmediato percibe que no hay censura y, para vivir en la Cuba actual, es
un buen síntoma. Por supuesto, el hecho de que las personas opinan bajo
su responsabilidad significa que no lo dicen todo. Y es lógico. Son pocos
los lugares en este mundo donde uno pueda decir o escribir todo lo que piensa
sin que ello origine consecuencias.
Según las opiniones en conjunto que emitieron los especialistas y el
público invitado después que la película fue exhibida, hay
problemas graves con el alcoholismo en Cuba. Un problema que, de no detenerse,
afectará a nuestra sociedad en tiempos próximos que ya no están
tan lejanos.
Del público hubo una observación que me estremeció. Una
persona declaró: "Hubo una época en que las botellas de ron
se suministraban por la Libreta de Abastecimiento como si se tratara de un
producto alimenticio". De inmediato recordé la guerra sucia que los
japoneses le hicieron a los chinos en el año 1932, introduciendo opio en
Manchuria. Por supuesto, el conductor del programa saltó de inmediato y
dijo que el suministro de las botellas de ron ya había sido superado. No
obstante, hay que recordar en qué época el Estado cubano
suministraba una botella de ron por cada núcleo familiar y por qué
lo hacía. Eso nadie lo sabe, o algunos estudiosos sí saben por qué
lo hacía. Y es que en pleno centro del Período Especial el Estado
Socialista cubano experimentó el peligro de perder el Poder. Esto se
aclara fácilmente si recordamos que nuestra sociedad siempre ha utilizado
al alcohol como una puerta de escape; especialmente si la realidad se torna dura
como lo fue la década del noventa, y como lo sigue siendo, ¿por qué
no?, en estos primeros tiempos del nuevo siglo.
Y es que el actual poder cubano se ha caracterizado desde siempre por
potenciar el consumo de cigarro y alcohol a muchos niveles sociales como si se
tratara de trofeos.
Tenemos el caso de los trabajadores de Cubana de Aviación que disponían
todo el tiempo de excelentes rones. Y tenemos el caso del Ministerio del
Interior, donde los cigarrillos nunca podían faltar y era, en los años
70, como un símbolo de distinción social portar siempre en el
bolsillo de la camisa una caja de cigarrillos.
Yo, para escribir este artículo, tengo una posición
privilegiada: no consumo bebidas alcohólicas, pero sí consumo
diariamente una tableta de Diazepam, que en mi opinión viene a ser lo
mismo. Aunque por supuesto, los sicofármacos, moderadamente
utilizados, le hacen menos daño a quien los consume y a los seres que
rodean al enfermo. No se nos olvide que la población cubana está
enferma.
Detrás del problema del alcoholismo cubano pudiera haber una crisis
de valores de la conciencia; y miedo... mucho miedo. Y es justo que las pobres
gentes acudan a medios fáciles y rápidos de resolver el problema
del existir en el presente.
En ese programa de la televisión cubana también alguien abordó
un punto de vista muy interesante: "La pobreza hace más vulnerable a
las personas para el consumo de bebidas
alcohólicas". Pero alguien declaró que algunas personas
ricas también consumen alcohol y están enfermas, pero pueden
ocultarlo mejor detrás de las cortinas de sus lujosas mansiones.
Mi opinión personal es que las sociedades en crisis pueden ser más
vulnerables que otras para deslizarse por la canal del vicio. Pero si nos
fijamos mejor, tal vez veamos que casi todas las sociedades de nuestro planeta
están en crisis. Y se trata de una crisis de valores espirituales que
tiene relación con el libertinaje, que ha traído por consecuencia
un cinismo en la conciencia humana donde la Fe en un sentido trascendente de la
vida ha desaparecido. Pienso que el papel de la religión y de la ciencia,
en un esfuerzo mancomunado, es de vital importancia para salvar el destino de la
raza humana.
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