A propósito
de nuevo curso escolar en Cuba
Lázaro Raúl González, CPI
HERRADURA, septiembre - El curso escolar 2001-2002 comienza hoy, 3 de
septiembre. Por todo el archipiélago cubano, donde la educación es
obligatoria por ley y gratuita (según dicen los funcionarios y voceros
gubernamentales), muchedumbres de niños y jóvenes marcharán
alegremente hacia sus escuelas.
Con menos entusiasmo, desde el primer día de clases los padres de los
estudiantes iniciarán otra batalla contra la pobreza que durará
hasta julio del 2002, y tratarán de que sus descendientes no reflejen en
la escuela las penurias que enfrenta la familia.
Que el escolar pueda lucir uniforme completo y limpio es la meta que exige,
principalmente de las madres, mucho tiempo e ingenio. Los uniformes teóricamente
pueden ser comprados en tiendas del Estado mediante la presentación de la
libreta de racionamiento y la autorización que al respecto otorga el
Ministerio de Educación a través de las escuelas.
Pero en los siete años de la enseñanza primaria cada alumno
tendrá derecho únicamente a comprar tres uniformes (al matricular
en pre-escolar, tercero y quinto grados) por lo que cada uno de ellos tendrá
que durar aproximadamente tres años.
No obstante, esto es en teoría. En la práctica, a los niños
que iniciaron sus estudios primarios en 1995, por ejemplo, en el centro escolar
"Enrique Hart", en el poblado de Herradura, provincia de Pinar del Río,
hasta el día de hoy sólo le han vendido dos uniformes. Según
se informó en esta escuela, ahora ni siquiera le entregarán a los
pequeños el escrito de autorización de compra del uniforme.
¿Creerán los funcionarios a cargo que los niños cubanos
no crecen, que llevan la misma talla siempre?
¿Podrá creer algún ministro cubano que un par de
camisitas que hay que lavar casi a diario durarán desde el año 95
del siglo pasado hasta el 2002?
Vi a una madre pinareña lanzar al aire estas preguntas.
Otro asunto es conseguir el papel que autoriza a comprar zapatos. Esto es
casi improbable, por lo que es frecuente que los niños cursen todos los
grados de la primaria sin recibir el documento de autorización para la
compra de calzado escolar.
También es problema difícil el desayuno y la merienda de los
estudiantes. Cada niño, como cubano, sólo puede comprar la cuota
diaria de pan. Se trata de un panecillo redondo de pésima calidad que
dicen que pesa 80 gramos. Los niños quieren comerse este pan en el
desayuno pero... ¿qué se llevan entonces para la merienda en la
escuela?
La mayoría de los padres cubanos no se comen el pan asignado para que
sus hijos puedan merendárselo en la escuela.
Pero el asunto se vuelve tragedia sin solución para la familia
cubana, porque a veces falta el pan, o falta qué echarle adentro al pan,
o falta el refresco en polvo, o no hay azúcar para endulzar el refresco,
y si hay ambos productos faltan entonces el fluido eléctrico para enfriar
el refresco... y así, penuria tras penuria, curso tras curso, los padres
cubanos se agotan para que sus hijos parezcan niños normales, para que al
menos lo aparenten.
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