Por José Cárdenas, Director de la Oficina de
Washington de la FNCA. Cuba Nueva, octubre
31, 2001.
Las predicciones de que el impacto de los ataques terroristas en contra de
América el pasado 11 de septiembre se sentirían alrededor del
mundo se han cumplido a cabalidad en la Cuba de Castro, que se ha visto azotada
por una serie de reveses económicos y políticos que han de
incrementar tanto la beligerancia del régimen como las tensiones sociales
en la Isla.
Funcionarios del régimen ahora reconocen que la industria del turismola
principal fuente de divisasha sido fuertemente golpeada por la caída
precipitada del turismo internacional. Analistas de la industria del turismo
calculan que Cuba ha sufrido un descenso del 25 por ciento en ingresos y
entradas de turistas al país desde el 11 de septiembre, resultando en el
cierre de hoteles, despidos y un marcado descenso en el valor del peso cubano.
Agencias de viajes a Cuba reportan una caída en sus ventas, mientras
que fuentes canadienses informaron al Chicago Tribune que se espera que el número
de visitas de canadienses a Cubalos que más viajan a la Isladecline
un 30 porciento hasta marzo de 2002. Por otra parte, una feria comercial que
tendrá lugar próximamente en La Habana ha sufrido múltiples
cancelaciones de parte de las empresas extranjeras participantes.
Los ingresos del turismo se han convertido en el componente central de la
estrategia económica de supervivencia del régimen castrista, a
medida que en los últimos años ha intentado celosamente
desarrollar esta industria tras décadas de abandono. Este año, el
régimen pronosticaba $2.2 billones en ingresoscerca de la mitad del
ingreso total de Cuba de más de $5 billones anualescifra que ahora
seguramente no alcanzará.
Para empeorar la situación, se informa que la actual incertidumbre
internacional, combinada con bajas económicas en Miami y New Jerseyhogar
de la mayoría de los cubanos exiliadosestá causando un
descenso en los envíos de remesas de exiliados a la Islaque
representa la tercera fuente de ingresos más importante, después
del turismo y las exportaciones de azúcar.
Los expertos dicen que el doble golpe asestados por el descenso en las
remesas y la débil economía del turismo presentará un reto
político significativo para el régimen debido a que las ya
dificiles condiciones de vida de 11 millones de cubanos seguramente han de
empeorar.
En el aspecto político, el régimen fue estremecido por el súbito
anuncio del presidente ruso Vladimir Putinhecho justamente antes de
participar junto al Presidente George W. Bush en una cumbre asiática
sobre economía en Shanghaique Rusia se retiraba de su enorme centro
de espionaje en Lourdes a principios del año entrante.
El régimen respondió con su acostumbrada virulencia, alegando
que, "El acuerdo sobre el Centro Radioelectrónico de Lourdes no está
cancelado, ya que Cuba no ha dado su aprobación, y resultará
necesario que Rusia continúe negociando con el Gobierno cubano, tomando
en cuenta que hay importantes cuestiones por resolver con relación al
tema". También ridiculizó a Putin por querer dar a Bush un "obsequio
especial" antes de reunirse con su homólogo para discutir asuntos de
mutuo interés en la guerra contra el terrorismo.
Los analistas sostienen que el impacto del cierre de la base rusa es menos
de índole económico (representa una pérdida de $200
millones anuales en arrendamiento) que político. El fin del último
vestigio de la alianza estratégica Rusia-Cuba de la Guerra Fría
significa la salida de Castro como un jugador en el escenario mundial y su
entrada definitiva a la inconexión global. El periodista independiente
cubano Oscar Espinosa Chepe escribió que, "El gobierno cubano debe
tomar sus propias conclusiones debido a que, además de perder esta
importante fuente de ingresos, desde ahora en adelante, su aislamiento
internacional puede ser mayor".
Asimismo, el régimen ha perdido considerable terreno político
en su campaña a favor del levantamiento unilateral de las sanciones económicas
estadounidenses. Su merecida inclusión en la lista de países
terroristas de los Estados Unidos ha puesto al relieve las consecuencias
negativas de efectuar cambios en política que beneficiarían al régimen,
tales como cortar fondos para hacer cumplir las restricciones de viajes de
estadounidenses a Cuba. La amenaza del Presidente George W. Bush de vetar el
proyecto de ley de asignaciones del Departamento del Tesoro si este incluye
medidas para reducir sanciones contra el régimen de Castro, obligó
a los legisladores a desistir del tema sumariamente.
La Administración Bush también anunció que estaba
restringiendo los movimientos de diplomáticos cubanos en los Estados
Unidos y reduciendo drásticamente el número de visas otorgadas a
funcionarios cubanos. Durante la Administración Clinton, el régimen
de Castro tomó ventaja del pobre cumplimiento de las restricciones de
viajes para lanzar una campaña propagandística sin precedentes, de
costa a costa de los Estados Unidos, cabildeando en busca de apoyo en contra de
las sanciones estadounidenses. La medida de restricción de movimiento,
impuesta tres semanas después del arresto de una espía de Castro
en la Agencia de Inteligencia de Defensa, reduce el área de movimiento de
los funcionarios cubanos a un espacio más acorde a lo que Cuba permite a
diplomáticos estadounidenses en La Habana.
Analistas serios concuerdan que el conjunto de reveses obligará al régimen
a responder económica y políticamente, pero les preocupa que un
Estados Unidos distraído pueda pasar por alto un incremento en la represión
del pueblo cubano. Por su parte, Castro siempre ha necesitado de la confrontación
con los Estados Unidos para disimular la abismal situación interna, dicen
los analistas, pero que esta vez puede verse limitado por la falta de interés
de Estados Unidos en jugar juegos políticos con el envejecido dictador.
En resumen, ven las opciones de Castro limitadas, pero de serias consecuencias
para el futuro del régimen y del pueblo cubano.
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