Una maniobra
con altos costos
Oscar Espinosa Chepe / CubaNet
LA HABANA, octubre - Parece no tener fin la cólera de las autoridades
de La Habana ante la decisión del gobierno ruso de desmantelar su base de
escuchas en Cuba. Prueba de ello son los editoriales del periódico Granma
publicados el 26 y 27 de octubre, a plana entera en la primera página,
donde se insulta al presidente Vladimir Putin y a otros altos dignatarios de la
nación eslava.
Entre los argumentos utilizados se encuentra "la preocupación"
por las consecuencias que tendrá para Rusia el cierre de la base militar
de Lourdes, en cuanto a su condición de "potencia mundial".
Para avalar este supuesto daño al prestigio ruso se reproducen
opiniones de ex militares y otros nostálgicos de la era soviética
que, frustrados, acuden al sucio y peligroso juego de tratar de cultivar los
sentimientos chauvinistas de la población. Por ese camino, Granma echa a
mano hasta a los juicios de Vladimir Zhirinovski, político
ultranacionalista y reaccionario conocido mundialmente por sus irresponsables
bravatas.
Ciertamente, lo que dañaba el prestigio de Rusia era la colaboración
en materia de espionaje con Cuba, país donde impera el más férreo
totalitarismo y son violados los derechos políticos y civiles de los
ciudadanos.
Era un contrasentido para la nación rusa, urgida de recursos para
enfrentar el atraso económico y social legado por decenios de poder soviético,
el gasto de cientos de millones de dólares para mantener bases militares
y de espionaje en el exterior que sólo le traían litigios y
aislamiento internacional.
La grandeza rusa debe basarse en el correcto empleo de sus colosales
recursos humanos y materiales, la construcción de una sociedad plural y
democrática -como hace actualmente- y la adhesión al proceso
integrador que se ejecuta a nivel mundial, en particular mediante el
acercamiento a sus vecinos europeos en un ambiente pacífico, propiciador
de colaboraciones beneficiosas para todos. Para estos objetivos, la base de
Lourdes era un serio obstáculo.
Cuba es la antítesis de Rusia. Aislada en el ámbito
internacional, especialmente en su entorno geográfico, se encuentra
bloqueada por la terca aplicación del sistema que la mantiene varada en
el tiempo.
Las sociedades rusa y cubana representan hoy dos engranajes incompatibles.
La rusa propulsa el bienestar y el progreso para su pueblo; mientras la cubana,
la precariedad y las penalidades para el suyo.
Las apreciaciones sobre las relaciones económicas y comerciales
ruso-cubanas descritas en Granma constituyen un ejemplo insólito de
simplismo e imparcialidad. La pretensión de que Rusia debe ahora a Cuba
36, 6 miles de millones de rublos transferibles, 16, 5 miles de millones más
que el adeudo de Cuba con esa nación, parece un chiste si no tuviera
consecuencias imprevisibles para las relaciones bilaterales, actualmente vitales
para la isla, así como sobre los vínculos financieros con otros países
que seguramente están perplejos ante tal conducta.
Si lo que persiguen las autoridades cubanas con este conflicto es desviar la
atención de la opinión pública nacional del notable
agravamiento de la situación interna, sus designios están
condenados al fracaso ante el alto costo político y económico que
ocasionará esta maniobra.
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