CUBANET .INDEPENDIENTE

30 de octubre, 2001


A paso de bastón: el café de Carlos III

Manuel David Orrio, CPI / CubaNet

LA HABANA, octubre - Si en algo estamos de acuerdo el poeta y periodista independiente Raúl Rivero y éste, su colega, es que uno de los mejores lugares de La Habana para beber un café al estilo cubano radica en el pequeño establecimiento ubicado en La Plaza de Carlos III, a su vez uno de los comercios dolarizados para venta a la población más importantes del país.

Lugar agradable, sencillo, dotado de aire acondicionado y aceptable decoración, el café de La Plaza de Carlos III crea ese ambiente familiar de una clientela fiel, que sabe a lo que va y lo disfruta. Allí se mercan tabacos, bebidas de marca para llevar, souvenirs y ese excelente "néctar negro de los dioses blancos" cuyo toque de distinción sirve al placer de una conversación culta o al simple pensar y escribir en paz. Desde luego, tanta maravilla se paga en dólares no al alcance de todos, pero sí para las posibilidades de muchos, a juzgar por la estabilidad en las ventas sostenida a lo largo de años.

Desgraciadamente, tan desgraciadamente como puede ocurrir en Cuba, el café de la Plaza de Carlos III pronto será herido de muerte en sus esencias de lugar pensante. Según se cuenta, autoridades citadinas ordenaron allí la próxima venta de la vulgarísima cerveza enlatada, para así decretar el fin de una imagen corporativa que le distinguió de otros sitios también ubicados en la conocida tienda por departamentos, pero diseñados al impersonal estilo de las cadenas gastronómicas isleñas Rumbos o El Rápido, malas imitaciones de Mc Donald's o Burger King, entre otras de reconocido éxito.

Beber cerveza, entre cubanos, tiene su nacional estilo e incluso sus lugares y momentos. A sitios como los de las cadenas Rumbos o El Rápido se va a ingerir comidas rápidas o a pasar un rato que puede ir acompañado de músicas escandalosas, perros del arroyo y niños mendicantes que avisan de contrastes, al tiempo que se puede coincidir con cierto género de cliente jactancioso, dado a prohibir a los meseros el retirar de la mesa las latas de cerveza vacías sólo con el propósito de mostrarse como personas pudientes y bebedoras de gaznate insaciable. Las ordenan en pirámides, para ser ilustrativos.

Nada de eso se relaciona con el ambiente sosegado del lugar adonde se va a compartir el café con un amigo, a sostener conversación en voz pausada y baja. Por ello, según han ido conociendo la decisión en proyecto -si no ya implementada- los clientes habituales del café de la Plaza de Carlos III han pedido voz para expresar su rechazo, el cual me ha hecho recordar que no por primera vez he relatado hechos como éste, signados por decisiones de origen estatal cuya intención recaudadora sin verdadera justificación atenta contra lo que pudiera llamarse el derecho del mejor consumidor.

¿Regular, esta forma nada elegante de concebir a la gastronomía capitalina? Bastante. Dinero, y mucho, se ha invertido en la impersonalidad de los establecimientos que tipifican a las mencionadas cadenas isleñas, más de una vez tras desperdiciar la oportunidad de rescatar del olvido y la desidia a los que antaño fueron excelentes y asequibles restaurantes de impronta criollísima, donde el peso cubano tuvo preeminencia sobre el dólar.

Paradojas, cubanas paradojas: mientras el Estado o ciertos de sus representantes tienden a promover esa impersonalidad nada criolla y para colmo imitan en lo peor a lo internacional, ni soñar que una hamburguesa habanera se parezca a un Mc Donald's, los reprimidos restaurantes privados denominados paladares se caracterizan por todo lo contrario, aún cuando no se especialicen en comidas cubanas.

Transculturan, diría Don Fernando Ortiz. To Po Laug, en el asiático Cuchillo de Zanja, invita a sus clientes a inundar las paredes de autógrafos, tal como se hace en la criolla Bodeguita del Medio. Doña Nidia, que fuera cumbre en el mundillo de los paladares antes de ser obligado a cerrar por órdenes de "arriba", deleitaba a sus comensales con una exposición permanente de pintores de Cuba.

Puede parecer increíble, pero detrás de una decisión aparentemente tan inocua como vender cerveza enlatada en ese café de la Plaza de Carlos III pueden ocultarse las entretelas de estas paradojas cubanas, cual si las autoridades económicas capitalinas quisieran imponer, en nombre del sacrosanto dólar, un nuevo totalitarismo: el de la cerveza.


Esta información ha sido transmitida por teléfono, ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a Internet.
CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como fuente.


[ TITULARES ] [ CENTRO ]

Noticias por e-mail

La Tienda - Libros , posters, camisetas, gorras

In Association with Amazon.com

Busque:


BUSQUEDA

Búsqueda avanzada


SECCIONES

NOTICIAS
Prensa Independiente
Prensa Internacional
Prensa Gubernamental

OTROS IDIOMAS
Inglés
Aemán
Francés

SOCIEDAD CIVIL
Introducción
Cooperativas Agrícolas
Movimiento Sindical
Bibliotecas
MCL
Fraternidad de Ciegos
Seguidores de Cristo
Estudios Sociales
Ayuno

DEL LECTOR
Cartas
Debate
Opinión

BUSQUEDAS
Archivos
Búsquedas
Documentos
Enlaces

CULTURA
Artes Plásticas
Fotos de Cuba
Anillas de Tabaco

CUBANET
Semanario
Quiénes Somos
Informe 1998
Correo Electrónico


CubaNet News, Inc.
145 Madeira Ave, Suite 207
Coral Gables, FL 33134
(305) 774-1887