El médico
de la familia
Lucas Garve, CPI / CubaNet
LA HABANA, octubre - El médico de la familia más cercano a mi
domicilio presta servicios a su familia y a la de sus amigos. Podrá decir
usted que me llevo por el afán de criticar, pero seguro que usted no vivió
mi experiencia.
Acudir a un médico, aquejado de fiebre alta, dolor en todo el cuerpo,
pérdida del apetito, náuseas y el resto de los síntomas que
identifican "el virus" que padecen cientos de personas, por tres días,
y encontrarse con que a esa hora el doctor se planta con aire jubiloso en la
puerta del consultorio y te dice: "Ahora no puedo examinarte, ven más
tarde, estoy hasta las 12 y 30".
A pesar de la lluvia que no cesa, la fiebre, los dolores... regresas a las
12 y 10 y entonces, con la mano en la frente en pose de contrariedad, el doctor
exclama: "Lo siento tanto, pero no te puedo atender porque tengo que llevar
a mi sobrina al hospital".
No sé si por la lluvia que azotaba al paraguas, por la fiebre que hacía
batir mis sienes o por conocer de antemano la falacia de la propaganda
gubernamental sobre la atención médica en Cuba, decidí
darle la espalda al galeno y regresar de nuevo a la cama.
Mire que hay que aguantar discursos y discursos sobre la famosa salud pública,
aunque no deja de ser cierto que cuenta con miles de profesionales. En el 99,
según datos oficiales, existían 29,648 médicos de la
familia, graduados de Medicina General, quienes atendían al 98,2 por
ciento de la población en 81,2 miles de consultas al año. ¿Y...?
Al otro día, como no mejoraba mi estado, me decidí a caminar
diez cuadras hasta el policlínico más cercano. Allí me
auxilió una doctora, muy correcta y profesional, que indagó por qué
no acudí al médico de la familia. Cuando le conté el caso,
las cejas se le unieron con la raíz del pelo. Luego del reconocimiento médico
me dijo: "Te vas de inmediato al laboratorio y allí que te hagan
estas dos pruebas". Rebuscó en su cartera, extrajo un pedazo de
papel, lo partió en dos y apuntó en ellos las indicaciones de los
análisis.
Después, la doctora agregó: "En lo que esperas el
resultado de los análisis, ve a la farmacia de enfrente y compra
dipirona, que ahora hay...".
Cuando llegué a la puerta que decía "Laboratorio"
una señora me informó antes que me dirigiera a ella: "Sigue
directo por esta calle dobla a la izquierda y camina dos cuadras, porque el
laboratorio se está mudando".
En fin, transcurrieron dos horas hasta que resolví lo de los análisis.
Cuando fui a recoger los resultados me sentenciaron: "Si dan positivos es
que tienes dengue, en ese caso te avisarán en tu casa". Me fui.
Conclusión: si no tienes "un socio" médico a mano al
que puedas acudir cuando te enfermes, dispón de paciencia y aguante.
La salud pública de Cuba es gratuita, pero el sistema al hacerse
cargo del individuo lo pone en un estado de indefensión peor aún
que el provocado por la enfermedad.
Por consiguiente, soportarás tanto maltrato en el sector de servicios
debido a la falta de profesionalismo y de ética de algunos que hace
pensar en los reportajes del Noticiero Nacional de Televisión, conocido
por las siglas NTV.
Noche a noche el NTV acumula elogios de las bondades del sistema de salud y
recoge las experiencias médicas cubanas en países pobres.
Entonces, ¿por qué a los cubanos nos tratan tan mal? La respuesta
puede estar justamente en la propia persona que comete el maltrato. Puede que
ella tenga una imagen desvalorizada de sí misma. Imposible, pues, que
pueda ofrecer al cliente un servicio de calidad.
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