Candita, la
camagüeyana
Ramón Díaz-Marzo / CubaNet
LA HABANA, octubre - La televisión cubana en los próximos días
inagurará su tercer canal, después de cuatro décadas de
reinado por parte de los canales 2 y 6.
Este nuevo canal, según la máxima instancia del gobierno, se
llamará el Canal de la Educación. Mas sobre el Tercer Canal habrá
tiempo de reflexionar cuando aparezca. Ahora quiero compartir con ustedes el
descubrimiento que hice esta mañana cuando una de las conductoras del
programa televisivo "Buenos Días", del canal 2, la encantadora
Lisbet, anunció de repente:
- Y ahora tenemos un "pase" hacia la provincia de Camagüey...
Pero antes de proseguir, permítanme explicar que cada provincia de
Cuba tiene su tele-centro; es decir, un estudio de televisión que podría
operar independiente si la política del gobierno lo permitiera. Desde
luego, para los que no viven en Cuba esto será difícil de
entender, pero trataré de explicarme.
Cuando la conductora Lisbet dice: "..un pase para Camagüey",
es como si las transmisiones de televisión, en La Habana, fueran
interrumpidas para darle un chance a los pobres provincianos del interior de la
Republica. Y estos pases a provincia son limitados e insuficientes por los pocos
minutos que duran, y porque es imposible que alguna provincia, en esos pocos
minutos, pueda ofrecer lo mejor de su trabajo al resto de la Republica.
Pero si cada provincia emitiera su programación desde su propia
planta hacia toda la República, el resultado sería que desde hace
mucho tiempo doce o más canales en la frecuencia de VHF estarían
ocupados, y la vida del televidente cubano se tornaría más rica en
información sobre su país. Desde luego, el diseño político
del gobierno no lo permitiría, las autoridades se horrorizarían
con semejante apertura. El Mando Central no soportaría que cada provincia
le mostrara al país el resultado de su esfuerzo, pues comenzaría
una competencia entre todas las provincias. Entonces sería muy complicado
para el Ministerio del Interior controlar a tantas voces intentando expresar su
realidad.
Estas reflexiones se desataron esta mañana, cuando escuché la
voz insuperable de un locutor del tele-centro de Camaguey. En apretada síntesis
habló de la Vedette de Camagüey, archiconocida por los camagüeyanos:
Candita, una hermosa negra de 85 años de edad. De inmediato sentí
que me encontraba ante algo nuevo e interesante. Y lo primero que me pregunté
fue cómo era posible que jamás hubiera oído hablar de esta
mujer.
La respuesta la obtuve de inmediato: porque el monopolio de la televisión
se encuentra en La Habana, constituido por los canales 2 y 6 que transmiten para
toda la nación la realidad o el punto de vista de la capital, no del
resto del país.
Mientras el conductor camagüeyano explicaba cómo Candita se había
iniciado como cantante y vedette allá por el año 1936, cosechando éxitos
y convirtiéndose en un símbolo cultural para su provincia, me
ofrecen la grata sorpresa de que en vivo, sentada como una reina al lado del
conductor, fresca como la lechuga y encantadora como una rosa, le habló
simpáticamente a toda la nación.
Era imposible creer que la mujer que la cámara tomaba en un primer
plano tuviera 85 primaveras. Estoy hablando en serio. Los camagüeyanos del
exilio la conocerán, pero pienso que para los demás desterrados
cubanos Candita debe ser una desconocida.
Esto me ha permitido conjeturar el talento que se ha perdido en todos estos
años, precisamente por la articulación de una cultura
centralizada; una cultura que funciona como un ejército.
El hecho de que por primera vez Candita la camagüeyana salga a la
palestra nacional nos demuestra que nuestros talentos autóctonos se
ahogan en provincias. La política totalitaria del gobierno impide que
cada provincia, en igualdad de condiciones, emule y demuestre lo mucho que puede
hacer sin necesidad del sometimiento a la capital política del mundo
cubano.
Y esto último no sólo será válido en el campo de
la cultura, sino también en muchos sectores de la sociedad. La expresión
social de un pueblo que no decide su propio destino, interrumpe y obstaculiza el
desarrollo y la capacidad de hacer.
Quiero aprovechar este comentario para felicitar, no sólo al
tele-centro de Camagüey, sino a todos los tele-centros del país. Y
para Candita, la camagüeyana, el saludo cordial de quien admira tanto tesón
y voluntad.
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