Dicen, buen
Pedro, que de mí murmuras
Manuel Vázquez Portal, Grupo Decoro / CubaNet
LA HABANA, octubre - Un olvidado y torvo gacetillero sin estilo y sin
historia, refugiado desde hace muchos años en las mullidas,
hospitalarias, tolerantes, libres "entrañas del monstruo",
entre las cuales se escabulle del picadillo de soya, las marchas del pueblo
combatiente, los discursos de seis horas, las colas y los camellos, más
otras exquisiteces del socialismo tropical, con una presunción que no se
aviene con su poca heroicidad y menor autoridad profesional, cometió la
fanfarronada -quizás se creyó Hemingway, García Márquez,
Oriana Fallaci, Barbara Walters o quién sabe- de afirmarle a su "tocayo"
Luis Báez que los periodistas independientes cubanos no eran ni
periodistas ni independientes. Y la frasecita ha gustado tanto en estos lares
donde la mediocridad, las catilinarias y las consignas son plegarias de cada día,
que la citan, sin darle crédito a su oscuro creador, hasta en el desmañado
editorial que publica en su sitio Web la Unión de Periodistas de Cuba
bajo el título de "Dos fuerzas negativas: el bloqueo y los llamados
independientes".
Pues debo decirle, para responderle a usted primero, mi no muy respetado
Luis Ortega -y así mato dos auras de un tiro- que sí son
periodistas. Y se lo digo yo que -aunque me resulte feo decirlo, pero usted
cometió la primera jactancia, y frente a eso la modestia es dañina-
soy más periodista que usted, como diría mi buen amigo Bernardo
Marqués Ravelo, a la zurda, borracho y escribiendo con un mocho de lápiz.
En cuanto a quien escribió el editorial, solamente le diría
que es poco ético apropiarse de frases, pensamientos, ideas ajenas sin
citar la fuente. Pero como la fuente es usted, señor Luis Ortega, y un
exiliado es siempre en esta tierra de "conmigo o muerte" una fuente
sospechosa, no le da crédito.
También le diría al editorialista, aquello que el caballero de
la triste figura -a veces me le parezco- le dijera a su fiel escudero: "Oyes
ladrar los perros, Sancho, es que cabalgamos". Y también le
recomendaría que estudiara la dulce, vasta, bella lengua en que está
escrito El Quijote, y que es la suya aunque no haya logrado domarla, para que no
repita adjetivos manidos, palabras hueras, consignas sosas pensando que eso es
escribir.
Sí son periodistas, y no porque lo diga yo con toda la inmodestia a
que me ha obligado la suya, sino porque lo han demostrado durante ya bastantes años.
Muchos de ellos, podría citarle sus nombres, antes de ser premiados por
la Sociedad Interamericana de Prensa o por Reporteros sin Fronteras habían
sido premiados por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, por la Unión
de Periodistas de Cuba, por el Ministerio de Cultura de Cuba y otras
organizaciones aledañas a esos andurriales, lo cual verifica su calidad
profesional, estén en el bando que estén.
Y aunque todo premio es dudoso, a su edad ya debe saber cuántos
entresijos hay detrás de ellos, son premios, y requieren un mínimo
de rigor profesional, los conceda Hitler o Mahatma Ghandi. ¿Se puede decir
lo mismo sobre usted? Muchos de ellos, yo que los conozco personalmente le
aseguro que la mayoría, son graduados universitarios en diferentes
especialidades. Los hay médicos, ingenieros, economistas, maestros. ¿Se
puede decir lo mismo sobre usted? Y no me venga con el viejo galimatías
de que el periodista se hace en el oficio, porque eso lo conduciría a
pecar de contradictorio, ya que éstos, a los que usted les niega la luz y
el agua, también se han hecho y se hacen en el oficio.
Muchos de ellos ejercen el periodismo no para ganarse la comida en tiempos
difíciles, como revela usted que hizo, sino para ganarse una vida mejor
para ellos y para su pueblo. Pero si esto lo hace feliz, y a ver si se atreve a
decir lo mismo de ellos, le cuento que Rogelio Polanco, el director de Juventud
Rebelde, no es periodista, que Reynaldo Taladrid, conductor del programa
televisivo Pasaje a lo Desconocido, no es periodista, que Randy Alonso, no es
periodista y que nadie les niega se desempeñen como tales, si es que lo
que hacen es periodismo, en las Mesas Redondas.
Pero le digo más, ¿recuerda usted que José Martí
no estudió periodismo, que Alejo Carpentier tampoco lo hizo, que Onelio
Jorge Cardoso menos? Ah, qué diría de usted Jorge Mañach,
que era abogado, o Alvaro de la Iglesia, que apenas si estudió y dedicó
toda su vida al oficio.
En cuanto a lo de independiente. Compleja palabra. Complejo concepto. ¿Se
ha detenido usted a pensar seriamente en él? Cuántas atrocidades
se cometen en su nombre, ¿verdad? Yo, por lo menos, no creo en otra
independencia que no sea la económica. Mi padre me dijo, desde que yo era
un niño, que un hombre era independiente cuando se ganaba honradamente lo
que necesita. Eso he hecho siempre. Mi oficio ha sido el periodismo aunque haya
estudiado en la universidad Lengua y Literatura Española. Y nunca he
visto a un periodista ejercer su oficio gratis, le pague Luzbel o Jesucristo. Si
eso es ser mercenario no conozco ningún periodista independiente. ¿Ejercía
usted, señor Luis Ortega, el oficio gratis? Por eso prefiero llamarles
periodistas alternativos. Si por eso dice usted que no son independientes
estamos de acuerdo. ¿Recuerda usted aquella vieja máxima de: "a
los periodistas se les paga o se les pega"? ¿Qué le pagaron a
usted por la frasecita, o qué le pegarían por no decirla? ¿Es
mucha la nostalgia, la añoranza por regresar a Cuba? ¿Francisco
Aruca le mostró el camino para echarle otro vistazo al Paseo del Prado? ¡Cuidado
con el concepto de independiente, y cuidado con el concepto de mercenario!
El mercenarismo tiene más de una arista. Disentir no priva ni de
profesionalidad ni de independencia. Al editorialista sabemos con qué le
pagan y con qué le pegan, él tampoco trabaja gratis. ¿Por qué
no los llamó, por ejemplo, periodistas disidentes? ¿Quién es
usted para asegurar quién es periodista o no, quién es
independiente o no? ¿Qué acto heroico, qué obra sobresaliente
le da ese derecho? ¿Asistió usted a un curso de verano para
cachorros de tiranos? Con esas aseveraciones de corte autoritarista creo
sinceramente que lo aprobó, y con notas de sobresaliente, lástima
que nadie crea en su autoridad.
Quizás, entre sorprendido y enojado, lea esto que hubiera preferido
decirle en el rostro, y le aseguro, si no nos morimos antes, le diré. Y
no por rencor, rabia o ira personal, sino por el respeto que siento por esos
periodistas independientes que usted niega y que, si no tuvieran otro valor,
tienen el coraje de alzar su voz so pena de ser descalificados, humillados,
encarcelados, debido a la fragilidad legal en que lo hacen, y que usted agudiza
con sus especulaciones, que no han de ser gratuitas, dando pábulo al
descrédito, humano y profesional, que el régimen cubano quiere
arrojar sobre ellos.
Si trabajara usted para un órgano del gobierno de Castro lo entendería,
y hasta lo disculparía, como hago con el editorialista, que ya ve usted
ni nombre tiene, porque sé lo angustioso que es perder el empleo en país
donde el único empleador es el Estado y no como aquel antaño país
que usted conoció y donde existían periódicos de todas las
tendencias, hasta comunistas, y usted podía vender su oficio a quien
mejor le pareciera; pero a usted ni lo entiendo, ni lo disculpo. ¿Por qué
no abandona "el imperio" y viene a trabajar para "la revolución"
y a escribir libros como ése en que su "tocayo" Luis Báez
incluye la entrevista que usted le concediera y donde expresara su
desinteresada, aguda, certera, verídica sentencia que ahora cita un
chapucero, amenazante, difamante editorial en el cual no le dan el crédito
que bien merecido se tiene por su colaboración?
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