CUBANET .INDEPENDIENTE

17 de octubre, 2001


A paso de bastón: caen bombas y las dudas me asaltan

Manuel David Orrio, CPI / CubaNet

LA HABANA, octubre - Dice el refrán que cuando Washington estornuda algunos países padecen de gripe y otros de pulmonía. Con este decir se alude a la enorme influencia de Estados Unidos en el panorama mundial y al impacto provocado por la nación del Potomac en el devenir del planeta.

Washington no sólo estornudó el 11 de septiembre. Fue objeto de ofensa terrible, ni siquiera justificada por quienes consideran a Estados Unidos "imperio del mal". Oriana Fallaci, en su impresionante serie de tres relatos sobre lo ocurrido ese infausto día, califica de "chicharras de lujo" a quienes a propósito de la tragedia se atreven a decir que "les está bien empleado a los norteamericanos". Fallaci, tan explosiva, tan temperamental, es benévola. Yo les llamo imbéciles.

Guste a quien guste, pese a quien pese, las realidades de la política y de la economía son hechos tan tercos como los de la guerra. No se les puede evaluar sin mirar hacia los Estados Unidos. En el caso que nos ocupa, bien adentro. Al corazón del país que Martí, el mayor de los cubanos, admiró y criticó. Es de esperar que ante ofensa tan terrible la nación del Potomac reaccione como lo ha hecho. Aborrezco la guerra. Opino que provoca más problemas que los que soluciona, pero no dejo de preguntarme si el Talibán dejó a Estados Unidos otra alternativa.

Fácil, muy fácil, rememorar a John Lennon para exigir que le den un chance a la paz. Fácil, muy fácil, hacerlo en las calles y no en la inmensa soledad del Despacho Oval. Perdónenme, si ofendo. Nadie mencionó al autor de Imagine cuando el Talibán coronó el proceso de autodestrucción nacional vivido por Afganistán a lo largo de tantos años, Bin Laden incluido.

Según observo, al paso de mi bastón, ciertos críticos y apologistas de hoy parecen ciegos ante esos antiguos "daños colaterales". Como si no existieran. Entretanto, intento recordar a la bellísima afgana que estudió medicina en Cuba como condiscípula de mi primera esposa. Trato de recordarla, pero no puedo imaginarla impedida por el Talibán de ejercer en su país la noble profesión para la cual se preparó, casi coleccionando excelentes calificaciones.

Las dudas me asaltan y las bombas caen en Afganistán. Pero un duende reitera que las realidades de la política y de la economía lo son tanto como las de la guerra, y Cuba no es ajena.

La amenaza global representada por el terrorismo tiene preocupado a más de uno en la isla. Tuve oportunidad de conversar en un café con un oficial de las fuerzas armadas, que se extendió sobre esta posibilidad: a cualquiera se le puede ocurrir estrellar un avión contra La Raspadura, como el pueblo llama al monumento a José Martí situado en la plaza habanera del mismo nombre. Este es dato, simple dato, de hasta cuánto existe desazón en las estructuras del poder isleño acerca del terrorismo. Lo cual quizás explique ciertos vaivenes de la política cubana. Por un lado, la prensa oficiosa sólo destaca los bombardeos norteamericanos y apenas apunta la diabólica bendición de Bin Laden a los ejecutores del atentado del 11 de septiembre. Por el otro, el gobierno de Fidel Castro se apresura a ratificar cuanto pacto antiterrorista se haya acordado en Naciones Unidas, y bienvenida sea la decisión. Si escuché bien, torturados los oídos por las interferencias gubernamentales a Radio Martí, el presidente George W. Bush hizo borrón y cuenta nueva para aquellos países amigos del terrorismo que a partir de ahora alcen la espada frente a los terroristas. Bienvenida, también, esa decisión.

Entretanto -política y economía- la calle habanera concentra inquietudes y rumores en el impacto que la situación actual tendrá en la economía cubana. Si Washington estornuda... el dólar comienza a elevar su precio en el mercado informal. Las casas de cambio ya lo compran a 23 pesos, en algunos municipios habaneros los tratos de la calle lo mercan a 25, y el pronóstico es que llegará a 30. La evidente merma del turismo -a tono con las tendencias del planeta- se une a sospechosos desabastecimientos en las tiendas de recaudación de divisas, al tiempo que "Malanga y su puesto de viandas" especulan sobre el aumento o disminución de las remesas familiares por llegar a Cuba. Lo global, lo local, se dan la mano.

Por primera vez, a mi juicio, el cubano de a pie se ha sentido parte de los procesos globalizadores. El temblor de alas de mariposa en Tokio provoca terremoto en San Francisco, y la terrible imagen de la caída de las torres gemelas eleva el precio del dólar en La Habana, no obstante el aislamiento significado por el embargo y sus derivados.

¿Qué ocurrirá, qué nuevos escenarios traerá a la isla la actual situación mundial? Incógnitas, puras incógnitas. Entretanto, caen bombas y las dudas me asaltan.


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