Donna E. Shalala. Octubre 10, 2001.
El Nuevo Herald
El que la Universidad de Miami oficialmente dedique la futura sede del
Instituto de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos así como su Casa Bacardí,
moderno centro cultural interactivo, en la ocasión del 133 aniversario
del Grito de Yara, es tanto oportuno como apropiado.
El llamado a la libertad emitido ese día fue la chispa que encendió
la conflagración que se convirtió en la larga y heroica lucha de
Cuba contra España por su independencia. La misma búsqueda de
libertad que llevó a mi familia a emigrar del Líbano a Estados
Unidos, Brasil, Australia y Cuba a principios del siglo pasado, también
hizo que innumerables cubanos llegaran a Estados Unidos huyendo de la opresión
comunista en la isla.
Esos desplazamientos migratorios definen y demuestran lo mucho que está
vinculado nuestro mundo actual. Mientras las líneas mundiales de las
comunicaciones, los negocios, los viajes y el comercio internacional se
estrechan y nos acercan a todos cada vez más, se siguen derrumbando los
delgados muros que separan a las naciones. Esto se hizo patente en las
consecuencias desastrosas de los horribles actos que presenciamos el 11 de
septiembre. Desde Ciudad México hasta Londres y Haifa, a medida que se
transmitían instantáneamente alrededor del mundo imágenes
de la tragedia, los espectadores demostraban angustia, apoyo y conmiseración
en solidaridad con los Estados Unidos. Ese día virtualmente el mundo
entero demostró cuán entrelazado estaba.
Nuestro mundo vinculado e interdependiente es precisamente el motivo por el
cual es tan importante el Instituto que hoy dedicamos. El Instituto de Estudios
Cubanos y Cubanoamericanos rinde tributo a nuestro pasado. Desde su misma
fundación hace setenta y cinco años, la Universidad de Miami ha
mantenido vínculos estrechos con la comunidad cubana. A la vez que
celebramos este año nuestro septuagésimo quinto aniversario, también
recordamos que desde el 1926, año de la fundación de la
Universidad, profesores de la Universidad de La Habana venían a enseñar
a la Universidad de Miami y atletas de nuestras respectivas universidades se
enfrentaban en juegos de fútbol americano.
En nuestro Instituto se enseña la historia y cultura de Cuba, la cual
nos afecta y enriquece a todos en el sur de la Florida y a lo largo y ancho del
hemisferio. El Instituto contribuye a la conservación de dichas historia
y cultura así como al fortalecimiento de nuestros vínculos con la
comunidad cubana. Es tambien una historia y una cultura que es parte de mi
propia herencia. Recientemente, conocí a mis primos cubanoamericanos que
residen en el sur de la Florida y así descubrí que todavía
tengo familia en Cuba.
En este mundo vinculado en que ahora vivimos, mucho más que antes,
debemos preparar a nuestros estudiantes para que se conviertan en ciudadanos del
mundo. Este Instituto contribuirá a sentar las pautas de nuestro
porvenir. Todos debemos tratar de aprender de nuestra comunidad, de nuestros
vecinos de aquí como de otros países. Solamente si comprendemos a
los otros miembros de nuestra familia global, sus idiomas, culturas y religiones
podremos prepararnos completamente para hacer frente a este mundo nuevo y
valiente, ayudar a nuestra nación a salir adelante en este siglo y
evaluar las implicaciones que la transición en Cuba significará
para el hemisferio.
La nueva sede del Instituto y Casa Bacardí de la Universidad de Miami
es un símbolo permanente de nuestro compromiso con los estudios cubanos y
cubanoamericanos que contribuirá a que todos nos acerquemos aún más
al resto del mundo como los unos a los otros en nuestra propia comunidad. A
medida que el Instituto rinda tributo y perpetúe la rica cultura e
historia de Cuba, también contribuirá a entretejer los diversos
hilos del tapiz global del que todos somos parte.
Ex secretaria del Departamento de Salud y Servicios Sociales de los
Estados Unidos y actual presidenta de University of Miami.
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