La huelga de
las gallinas
Manuel Vázquez Portal, Grupo Decoro / CubaNet
LA HABANA, octubre - Nadie lo ha dicho. Ninguna agencia ha divulgado la
noticia. No hay fuentes que hayan revelado la información. El hecho se
mantiene en el más absoluto de los secretos. El misterio envuelve los
sucesos. Tal parece que no ocurriera nada. Pero la huelga de las gallinas es
evidente. ¿Cómo, si no, se explicaría que no haya huevos ni
en las tiendas dolarizadas?
En el mes de agosto la asignación de huevos per cápita a la
población se vio reducida a sólo la mitad. De las dos ventas al
mes solamente se realizó una en la primera quincena. La gente se
impacientó, se revolvió, preguntó, hizo bromas, pero nadie
se preocupó ni dio respuestas.
El hecho de que no se vendieran los huevos de la segunda quincena de agosto
no alarmó demasiado. Los cubanos están acostumbrados a que de
cuando en cuando se incumpla con algún que otro producto que se asigna
por la libreta de racionamiento. Lo que sí llamó la atención,
aunque no muy poderosamente, fue que escasearan también en las shoppings.
Las shoppings están, normalmente, bien surtidas de aquellos productos
que, aunque deficitarios en la red de comercio por libreta, sobran en las
vitrinas por dólares. Las shoppings parecen ser territorio libre de
bloqueo, y que falten los huevos en ellas puede resultar todo un acontecimiento
singular.
La reducción de huevos en el mes de agosto se tomó como una
emergencia vacacional. Total, si los niños y los jóvenes estaban
de vacaciones, y gran parte de la población también lo estaba, ¿por
qué las gallinas no iban a darle cierto descanso a sus maltrechos
fondillos? ¿Acaso no tienen derechos?
Pero la cosa se puso fea ya en el mes de septiembre. El mes se acabó
y repitieron "el jueguito pesao" de vender huevos sólo una vez.
La gente anduvo de aquí para allá y de allá para acá.
Buscaban huevos en la bodega y no había, le preguntaban a los vendedores
clandestinos y no tenían, se resignaban a gastar sus "fulitas en las
shoppings" y no los encontraban. ¿Qué pasa con los huevos? era
la pregunta. Todo el mundo se encogía de hombros frente a la falta de
respuestas.
Unos decían que era la falta de transporte lo que provocaba la
ausencia, otros que era la escasez de pienso lo que tenía a las gallinas
desanimadas, algunos se aventuraron a especular que se trataba de una epidemia
que había diezmado la población avícola nacional, pero
nadie sabía realmente lo que sucedía. Un ancianito, quizás
amparado por la inmunidad que le otorgan sus muchos años o los pocos ánimos
que le quedan para vivir, expresó con una mezcla de rabia y resignación:
"La falta de huevos de muchos años es lo que nos tiene sin huevos
ahora". Y se marchó de la shopping donde un letrero, trazado con
letra torpe y dispareja, hacía saber a los clientes desesperados que NO
HAY HUEVOS.
Y octubre nos ha sorprendido sin huevos, y ojalá lleguen lo más
rápido posible, porque la gente anda diciendo por ahí que las
gallinas decretaron huelga y que el gobierno no quiere decir nada al respecto
para que no cunda el pánico, porque, eso sí, aquí nada es
noticia, nada es verdad, hasta que lo diga el periódico o el noticiero de
televisión.
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