"El príncipe
y el mendigo": la crisis del pan en Cuba
Amarilis Cortina Rey, Cuba-Verdad / CubaNet
LA HABANA, octubre - El pan, ese alimento antiguo y vital, es de muy mala
calidad en Cuba. La frase: "¡Qué malo está el pan!",
se escucha diariamente frente a cualquier panadería del país, en
cualquier sitio de nuestra geografía.
Como cualquier otro producto, el pan también tiene sus categorías.
Aunque se debe aclarar que ninguna es de calidad. Las categorías son las
siguientes: el panecillo redondo de la canasta familiar, que se dice pesa 80
gramos, cuesta cinco centavos de peso y se vende diariamente a razón de
uno per cápita; la barra de pan que se vende sin regulaciones, o sea por
la libre, y cuesta 10 pesos, y el pan cuya venta también es por la libre,
pero que hay que pagar en la moneda del "enemigo imperialista" a razón
de un dólar por flauta.
El panecillo redondo es de difícil ingestión por su olor,
sabor y apariencia desagradables. Sin embargo, el hambre causa que se venda en
el mercado negro al precio de un peso por unidad.
Un dato interesante, que tiene que ver con la mala calidad del pan, es que
en las panaderías sus trabajadores se roban la harina, la manteca, la
sal, el azúcar, la levadura y demás productos usados en la
confección del pan. El móvil del delito es, según fuentes
consultadas, para revenderlos en el mercado ilegal e "ir viviendo".
Un panadero, cuya identidad no será revelada a su solicitud, declaró:
"Nos pagan salarios muy bajos. Los turnos de madrugada acaban con la salud
de cualquiera.Tenemos que 'inventar' para poder vivir".
No obstante, en la mayoría de las panaderías de Ciudad de La
Habana se puede leer un cartel que anuncia: "LA CALIDAD ES EL RESPETO AL
PUEBLO". A juzgar por la calidad del panecillo redondo de cada día,
el pueblo de Cuba es objeto de la más increíble de las faltas de
respeto porque, además de que no tiene calidad el pan, en esos comercios
predomina la suciedad y se maltrata a los clientes.
La escena de cientos de panecillos redondos en cajas de madera bajo el acoso
del polvo y escuadrones de moscas, la empleada que los despacha con sus manos,
después de hacer la apuntación de rigor en la libreta de
racionamiento, el cliente que toma su ración de pan también en sus
manos porque el comercio interior cubano no dispone de papel ni bolsas para
envasar los productos, es la escena que se repite día por día sin
esperanzas de que cambie para bien.
Sin embargo, es frecuente que las panaderías sean reparadas parcial o
totalmente. Es todo un misterio porque todo sigue igual, pero a cada rato
cierran una de estas instalaciones y se informa: "Estamos reparando las
tupiciones", "Cerrado por filtraciones", "No abriremos
porque estamos matando ratones".
Al cabo de seis meses o del año, la panadería reinicia sus
labores e incluso puede que funcione bien algunos días, pero en breve se
deteriorará y terminará peor que antes de la reparación.
Mientras uno de estos comercios cierra por reparaciones, los consumidores
asignados al mismo reciben el pan de otra panadería que lo elabora en
horario extra. La carga se transporta en camiones abiertos o en carretones
tirados por caballos. Los panecillos redondos de la cuota pueden ser trasladados
en grandes cajas o simplemente sobre un cartón ubicado en el piso del vehículo.
En cuanto a las flautas de pan que se venden de manera liberada a 10 pesos o
un dólar, es justo decir que es mejor que el redondo de 80 gramos y le
resuelve el problema a los que pueden pagar tanto dinero, que son los menos,
porque en Cuba el trabajador promedio gana 9.50 pesos al día, según
informaciones gubernamentales que fijaron el salario mensual promedio en 247
pesos. Por lo que es evidente que la barra de pan a 10 pesos equivale a más
de lo que gana al día la mayoría de los cubanos.
Respecto al pan de a dólar sólo señalaré que al
cambio oficial vigente un dólar equivale a 22 pesos.
Quizás por esto es que el pueblo se refiere a "El príncipe
y el mendigo" cuando compara las panaderías cuyas ventas son
reguladas por la libreta de racionamiento con las de venta liberada, sean éstas
en dólares o en pesos.
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