Fernando Castelló, presidente de la organización
internacional Reporteros sin Fronteras (RsF).
Publicado en El País. España,
23 de noviembre de 2001.
Entre cumbre y cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la comunidad
iberoamericana se baja al valle de las sombras de la realidad cotidiana y, pese
a la reiterada voluntad declarativa de aquéllos a favor de la libertad de
prensa, ésta sigue amenazada, especialmente en tres de sus naciones:
Cuba, Colombia y España (País Vasco).
En esos tres países continúan ejerciendo impunemente su vocación
de amedrentar a los periodistas cinco de los 39 Depredadores de la Libertad de
Prensa en el mundo censados por Reporteros sin Fronteras (RsF):
En Cuba, el presidente Fidel Castro. En Cuba no hay libertad de prensa más
que para aquella (la oficial) que, por
imperativo
constitucional, se somete 'a los objetivos de la sociedad socialista'. Una
Ley de Protección de la
Independencia Nacional y la Economía prevé penas de prisión
de hasta 20 años para quienes se pongan en contacto con medios de
comunicación extranjeros o difundan documentos 'subversivos'. La policía
política (figura represiva que a los periodistas demócratas
veteranos de España nos trae ingrata memoria) hostiga permanentemente al
centenar de periodistas 'contrarrevolucionarios' que intentan ejercer su profesión
en una veintena de agencias no reconocidas. Medio centenar de periodistas han
tenido que exiliarse en los últimos seis años. Un periodista y un
sindicalista ciberdisidente están en la cárcel actualmente (tras
la puesta en libertad, cumplidas sus condenas, de otros dos periodistas este año)
por supuestos delitos de prensa, y el propio Fidel Castro vigila personalmente
el buen comportamiento informativo de los corresponsales destacados en Cuba.
En Colombia, Manuel Marulanda y Nicolás Rodríguez, jefes,
respectivamente, de las guerrillas FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia) y ELN (Ejército de Liberación Nacional), y Carlos Castaño,
líder de las paramilitares AUC (Autodefensas Unidas Colombianas). De 12
periodistas asesinados en 2001, a RsF le consta que tres lo fueron en el desempeño
de su misión, cinco están en investigación y cuatro
obedecen aparentemente a motivos ajenos a su trabajo. A las guerrillas se deben,
desde 1995, al menos tres asesinatos de periodistas y otros varios intentos
fallidos, así como 48 secuestros. A los paramilitares, ocho asesinatos
desde 1997, además de numerosos secuestros, amenazas de muerte y
agresiones. Unos y otros acusan a los periodistas de ser paramilitares o
paraguerrilleros, y los pillan entre dos fuegos, convirtiéndolos en
objetivos de guerra. Cuarenta periodistas han sido asesinados en Colombia en los
últimos diez años. Decenas han optado por el exilio bajo amenazas
de muerte.
En España, la organización terrorista vasca ETA, en una terrorífica
espiral de violencia contra los periodistas, vascos 'traidores' o 'invasores'
españoles, que no comparten sus ideas independentistas violentas, ha
asesinado en los últimos dos años a un periodista y un directivo
financiero de prensa; ha herido gravemente a un periodista, ha cometido una
docena de atentados fallidos contra otros, y su entorno social ha atentado
docenas de veces con artefactos incendiarios o explosivos contra medios de
comunicación. Un centenar de profesionales trabajan con escolta y los
medios tienen que blindarse con medidas de seguridad. Una veintena se han
'exiliado' al resto de España.
Por culpa de sus depredadores locales, en los tres países muchos
periodistas deben elegir entre muerte, prisión, exilio o autocensura, ese
suicidio intelectual, esa cárcel de la voluntad, ese exilio interior,
acaso el peor para un profesional de la información. Profesional cuya
misión, en el desempeño de la cual ganarse la vida honradamente no
debería equivaler a jugársela y a veces perderla, es informar
libremente a su pueblo para que éste, estando informado, pueda ser libre.
También en los supuestamente libérrimos EE UU, país
americano que alberga a la tercera comunidad hispana del mundo, desde los
abominables atentados del 11 de septiembre (y, paradójicamente, en
respuesta a quienes atentan contra la libertad) se limita la libertad de
información y opinión con la imposición de censuras
gubernamental y empresarial o la aceptación, más o menos gustosa,
de la autocensura 'patriótica', que convierten la información en
propaganda bélica. Entretanto, EE UU ha de hecho señalado a los
periodistas afganos como objetivos de guerra, con sus bombardeos selectivos
contra medios de comunicación audiovisuales (entre ellos, los locales de
la televisión qatarí Al Yazira) y edificios de prensa en Kabul y
otras ciudades, como ya ocurrió en Kosovo a cargo de la OTAN. ¿Estará
optando el máximo responsable del Gobierno de EE UU a redondear la lista
de los cuarenta principales depredadores de la libertad de prensa en el mundo y
a ser el sexto de la comunidad iberoamericana ampliada al norte?
Contra los depredadores, asesinos, carceleros, secuestradores, torturadores
o acosadores impunes de periodistas, en la comunidad iberoamericana y en el
resto del mundo, RsF acaba de lanzar su operación Red Damocles. Tras años
de denuncia de la impunidad, hay que pasar a la acción contra los
impunes. Al calor de los últimos avances en la aplicación del
principio de competencia universal y del derecho de injerencia humanitaria, RsF
pretende denunciar, con rostro y nombre, ante la opinión pública
internacional y ante los tribunales, nacionales e internacionales, a los
enemigos de la libertad de prensa. Se trata de que su actuación no siga
gozando del anonimato ni su impunidad actual equivalga a la inmunidad perpetua
de que gozan, como jubilados de oro, ex dictadores como Alfredo Stroessner y
Jean-Claude Duvalier.
El juez español Baltasar Garzón, uno de los actualizadores,
con el caso Pinochet, del viejo principio de competencia universal, ha propuesto
que en el estatuto del Tribunal Penal Internacional consolidado figuren los
atentados graves contra la libertad de información y la vida de los
periodistas como crímenes de lesa humanidad, ya que aquella libertad es
un derecho humano fundamental, garante sine qua non de los demás y del
que los periodistas son depositarios. Sin embargo, ese estatuto, aprobado en
1998 por 120 naciones en Roma, pero hasta hoy sólo ratificado por la
mitad de los 60 Estados necesarios para la puesta en funcionamiento del TPI (a
la que se opone hoy EE UU), avanza demasiado lentamente. Más lentamente
en todo caso que la represión violenta contra periodistas y prensa, que
ha causado la muerte de 20 profesionales en lo que va de este año y de
770 en los últimos 16.
Por eso, RsF ha decidido, no tomarse la justicia por su mano, pero sí
activar sus resortes, impulsando, mediante denuncias judiciales y públicas
de los enemigos de la libertad de prensa y sus encubridores, los principios
universales humanitarios que animan a los promotores del TPI y a cada vez más
jueces, y que no siempre los gobiernos de los países democráticos
aplican en sus tratos con países donde se atenta contra esos principios.
Principios que son verbalmente reiterados en cada cumbre iberoamericana, pero
que, también reiteradamente, son desoídos por algunos de sus
miembros y sistemáticamente violados por todos sus depredadores.
RsF, que estará en la cumbre de Lima, llama a los altos dignatarios
demócratas allí presentes a pronunciarse contra los depredadores
de la libertad de prensa en el ámbito iberoamericano y a adoptar medidas
efectivas contra ellos.Entre cumbre y cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de
la comunidad iberoamericana se baja al valle de las sombras de la realidad
cotidiana y, pese a la reiterada voluntad declarativa de aquéllos a favor
de la libertad de prensa, ésta sigue amenazada, especialmente en tres de
sus naciones: Cuba, Colombia y España (País Vasco).
En esos tres países continúan ejerciendo impunemente su vocación
de amedrentar a los periodistas cinco de los 39 Depredadores de la Libertad de
Prensa en el mundo censados por Reporteros sin Fronteras (RsF):
En Cuba, el presidente Fidel Castro. En Cuba no hay libertad de prensa más
que para aquella (la oficial) que, por imperativo constitucional, se somete 'a
los objetivos de la sociedad socialista'. Una Ley de Protección de la
Independencia Nacional y la Economía prevé penas de prisión
de hasta 20 años para quienes se pongan en contacto con medios de
comunicación extranjeros o difundan documentos 'subversivos'. La policía
política (figura represiva que a los periodistas demócratas
veteranos de España nos trae ingrata memoria) hostiga permanentemente al
centenar de periodistas 'contrarrevolucionarios' que intentan ejercer su profesión
en una veintena de agencias no reconocidas. Medio centenar de periodistas han
tenido que exiliarse en los últimos seis años. Un periodista y un
sindicalista ciberdisidente están en la cárcel actualmente (tras
la puesta en libertad, cumplidas sus condenas, de otros dos periodistas este año)
por supuestos delitos de prensa, y el propio Fidel Castro vigila personalmente
el buen comportamiento informativo de los corresponsales destacados en Cuba.
En Colombia, Manuel Marulanda y Nicolás Rodríguez, jefes,
respectivamente, de las guerrillas FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia) y ELN (Ejército de Liberación Nacional), y Carlos Castaño,
líder de las paramilitares AUC (Autodefensas Unidas Colombianas). De 12
periodistas asesinados en 2001, a RsF le consta que tres lo fueron en el desempeño
de su misión, cinco están en investigación y cuatro
obedecen aparentemente a motivos ajenos a su trabajo. A las guerrillas se deben,
desde 1995, al menos tres asesinatos de periodistas y otros varios intentos
fallidos, así como 48 secuestros. A los paramilitares, ocho asesinatos
desde 1997, además de numerosos secuestros, amenazas de muerte y
agresiones. Unos y otros acusan a los periodistas de ser paramilitares o
paraguerrilleros, y los pillan entre dos fuegos, convirtiéndolos en
objetivos de guerra. Cuarenta periodistas han sido asesinados en Colombia en los
últimos diez años. Decenas han optado por el exilio bajo amenazas
de muerte.
En España, la organización terrorista vasca ETA, en una terrorífica
espiral de violencia contra los periodistas, vascos 'traidores' o 'invasores'
españoles, que no comparten sus ideas independentistas violentas, ha
asesinado en los últimos dos años a un periodista y un directivo
financiero de prensa; ha herido gravemente a un periodista, ha cometido una
docena de atentados fallidos contra otros, y su entorno social ha atentado
docenas de veces con artefactos incendiarios o explosivos contra medios de
comunicación. Un centenar de profesionales trabajan con escolta y los
medios tienen que blindarse con medidas de seguridad. Una veintena se han
'exiliado' al resto de España.
Por culpa de sus depredadores locales, en los tres países muchos
periodistas deben elegir entre muerte, prisión, exilio o autocensura, ese
suicidio intelectual, esa cárcel de la voluntad, ese exilio interior,
acaso el peor para un profesional de la información. Profesional cuya
misión, en el desempeño de la cual ganarse la vida honradamente no
debería equivaler a jugársela y a veces perderla, es informar
libremente a su pueblo para que éste, estando informado, pueda ser libre.
También en los supuestamente libérrimos EE UU, país
americano que alberga a la tercera comunidad hispana del mundo, desde los
abominables atentados del 11 de septiembre (y, paradójicamente, en
respuesta a quienes atentan contra la libertad) se limita la libertad de
información y opinión con la imposición de censuras
gubernamental y empresarial o la aceptación, más o menos gustosa,
de la autocensura 'patriótica', que convierten la información en
propaganda bélica. Entretanto, EE UU ha de hecho señalado a los
periodistas afganos como objetivos de guerra, con sus bombardeos selectivos
contra medios de comunicación audiovisuales (entre ellos, los locales de
la televisión qatarí Al Yazira) y edificios de prensa en Kabul y
otras ciudades, como ya ocurrió en Kosovo a cargo de la OTAN. ¿Estará
optando el máximo responsable del Gobierno de EE UU a redondear la lista
de los cuarenta principales depredadores de la libertad de prensa en el mundo y
a ser el sexto de la comunidad iberoamericana ampliada al norte?
Contra los depredadores, asesinos, carceleros, secuestradores, torturadores
o acosadores impunes de periodistas, en la comunidad iberoamericana y en el
resto del mundo, RsF acaba de lanzar su operación Red Damocles. Tras años
de denuncia de la impunidad, hay que pasar a la acción contra los
impunes. Al calor de los últimos avances en la aplicación del
principio de competencia universal y del derecho de injerencia humanitaria, RsF
pretende denunciar, con rostro y nombre, ante la opinión pública
internacional y ante los tribunales, nacionales e internacionales, a los
enemigos de la libertad de prensa. Se trata de que su actuación no siga
gozando del anonimato ni su impunidad actual equivalga a la inmunidad perpetua
de que gozan, como jubilados de oro, ex dictadores como Alfredo Stroessner y
Jean-Claude Duvalier.
El juez español Baltasar Garzón, uno de los actualizadores,
con el caso Pinochet, del viejo principio de competencia universal, ha propuesto
que en el estatuto del Tribunal Penal Internacional consolidado figuren los
atentados graves contra la libertad de información y la vida de los
periodistas como crímenes de lesa humanidad, ya que aquella libertad es
un derecho humano fundamental, garante sine qua non de los demás y del
que los periodistas son depositarios. Sin embargo, ese estatuto, aprobado en
1998 por 120 naciones en Roma, pero hasta hoy sólo ratificado por la
mitad de los 60 Estados necesarios para la puesta en funcionamiento del TPI (a
la que se opone hoy EE UU), avanza demasiado lentamente. Más lentamente
en todo caso que la represión violenta contra periodistas y prensa, que
ha causado la muerte de 20 profesionales en lo que va de este año y de
770 en los últimos 16.
Por eso, RsF ha decidido, no tomarse la justicia por su mano, pero sí
activar sus resortes, impulsando, mediante denuncias judiciales y públicas
de los enemigos de la libertad de prensa y sus encubridores, los principios
universales humanitarios que animan a los promotores del TPI y a cada vez más
jueces, y que no siempre los gobiernos de los países democráticos
aplican en sus tratos con países donde se atenta contra esos principios.
Principios que son verbalmente reiterados en cada cumbre iberoamericana, pero
que, también reiteradamente, son desoídos por algunos de sus
miembros y sistemáticamente violados por todos sus depredadores.
RsF, que estará en la cumbre de Lima, llama a los altos dignatarios
demócratas allí presentes a pronunciarse contra los depredadores
de la libertad de prensa en el ámbito iberoamericano y a adoptar medidas
efectivas contra ellos.
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