Clarín
digital. Buenos Aires, noviembre 7, 2001.
Por primera vez en casi cuatro décadas, aviones de línea de
los Estados Unidos volarán a Cuba regularmente, en lo que implica un
nuevo paso hacia la superación del aislamiento que sufre la isla y su
reinserción en el sistema hemisférico americano. Esto puede ser un
importante aliciente para la deprimida economía cubana y para el
reconocimiento del pluralismo democrático, cuestiones demoradas por el
prolongado bloqueo estadounidense.
Las nuevas prioridades estratégicas de los Estados Unidos y la
redefinición de la agenda mundial tras los ataques terroristas de
setiembre colocan aquel viejo contencioso ideológico en un cuadro más
amplio y superador. Se hace así cada vez más insostenible la
persistencia de medidas punitivas extraordinarias que, por otra parte, no han
logrado otra cosa que alimentar y brindar justificativos a la intransigencia del
régimen cubano hacia las demandas externas e internas de liberalización.
Los vuelos unirán las ciudades de Nueva York y Miami con La Habana,
Camaguey y Cienfuegos con frecuencias diarias y permitirán incrementar
gradualmente el flujo turístico. En los últimos años
comenzaron a permitirse los viajes de académicos, periodistas,
deportistas, artistas y cubanos exiliados que hubieran obtenido una visa de
ingreso o salida de su territorio. Pero debieron sortearse todavía un
entramado de controles y presiones en contra.
Contribuyó también a estos cambios la aguda crisis del sector
comercial aéreo internacional, que también afectó
severamente al flujo turístico hacia la isla, sobre todo europeos y
canadienses. A la merma del turismo, que en Cuba es la principal fuente de
divisas, se suman la caída los deprimidos precios en los mercados
internacionales del azúcar y el níquel, dos importantes rubros de
exportación de la isla, y catástrofes climáticas como la
causada por el huracán Michelle.
Esta sumatoria de adversidades aproximan a intereses y sectores que hasta
ayer se encontraban en posiciones antagónicas. Lo que no lograron los
esfuerzos políticos de acuerdo y cooperación terminan sellándolo
los imperativos de la acuciante necesidad.
La cerrazón ideológica y el usufructuo del aislamiento
encuentran cada vez menos justificativo para un país que ha debido
sostener su supervivencia en condiciones extremadamente negativas. La apertura
de las rutas aéreas entre Cuba y Estados Unidos es, de este modo, un paso
más para dejar atrás el ciclo de las fronteras ideológicas
en América latina.
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