El Pain de
París y la moneda de los otros
Amarilis Cortina Rey, Cuba-Verdad
LA HABANA, mayo - Cuando usted entra a la cafetería Pain de París,
que está ubicada cerca del paradero de la Víbora en Ciudad de La
Habana, tiene la impresión de estar en otro país.
Las vidrieras exhiben una gran variedad de dulces y confituras que, según
la propaganda de esta cadena de comercios dolarizados, son de la mejor calidad.
El aire acondicionado, el piso brillante, las mesas, los colores de los
dulces y el olor agradable hacen del lugar una invitación a consumir
cualquiera de sus ofertas.
Ya cuando se marcha, por supuesto sin haber probado nada de todo aquello, un
anuncio llama la atención: "Desayunos, meriendas y postres".
Y el que muerto de sed entró un momento al Pain de París para
curiosear y refrescar un poco con la temperatura agradable, al salir del
establecimiento se percata de que al otro lado de esta utopía para el
bolsillo del cubano promedio hay un "timbiriche" donde quizás
pueda beber y comer "algo".
Construido rústicamente, un mostrador ubicado en la acera de lo que
otrora fuera un agromercado oferta pan con guayaba, croquetas y jugos, y aunque
no lo expresa ningún eslogan, de la peor calidad.
En este "timbiriche", que no puede ni siquiera soñar en
competir con su vecino el Pain de París, no hay aire acondicionado, ni
piso brillante, ni olores agradables. Al contrario, las moscas parecen tener por
meta que los clientes abandonen el sitio en tiempo récord.
Por supuesto, en el "timbiriche" los productos se venden en la
moneda de nosotros, pesos cubanos, mientras que en el Pain de París con
la de los otros, los dólares, tan criticados en otros tiempos.
Estas diferencias establecidas por el gobierno provocan, entre otras
cuestiones, que a lo largo y ancho de la Isla las personas aparenten ver con
naturalidad lo que nadie por miedo se atreve públicamente a criticar.
Entonces, el que no reciba dólares de familiares, amigos o enemigos
en Miami o de otros lugares, el que no esté en ningún negocio ilícito
que lo ayude a conseguir los "fulas" -como también llaman en
Cuba a la moneda norteamericana- tendrá que continuar observando las
golosinas del Pain de París desde la vidriera.
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