La ciudad de
los diez pesos
Manuel Vázquez Portal, Grupo Decoro
LA HABANA, mayo - Qué lejos están aquellos días en que
con un medio (cinco centavos) se podía beber un refresco, comprar una
caja de fósforos, viajar en un ómnibus, obtener un periódico,
llamar por teléfono. Un níquel (también nombre, en idioma
cubano, de los cinco centavos) era entonces el precio más popular. Cinco
centavos costaba una tortica de Morón, un pirulí tamaño
familiar, una taza de café, una vuelta en el carrusel, un helado de
barquillo. Era la época en que con cuatro medios cualquiera se sentía
feliz.
Hoy por hoy la cosa ha cambiado mucho. El medio ha caído en
desgracia. Sirve nada más que para hacer llamadas telefónicas
locales, cuando algún teléfono público te lo permite. A los
niños ahora para que se tomen un helado de barquillo hay que darles tres
pesos, para una tortica de Morón dos y para un refresco de latica nueve.
Eso del menudito (monedas fraccionarias del peso) para los niños, pasó
a la historia. Estos son tiempos de carestías, y peor aún, de
salarios bajos. Hay que ser un genio del ábaco para que te cuadren los
precios con el salario.
El precio más popular es diez pesos y el salario medio doscientos. No
saque cuentas, que se vuelve loco. Pero de todos modo daré algunos datos
que los economistas no tienen en cuenta. Ellos se preocupan por la macroeconomía,
los productos internos brutos, la liquidez financiera y otras palabrejas de difícil
comprensión para los malabaristas salariales que andamos por acá
abajo.
Sírvase saber que un litro de leche en bolsa negra, aunque viene
envasado en bolsa transparente, cuesta diez pesos, y hay que comprarlo porque a
los niños les suspenden la cuota de venta cuando arriban a los siete años;
que una bolsita de café de dos onzas cuesta diez pesos, y hay que
comprarla porque esas bolsitas de dos onzas es lo que venden para todo un mes
por la Libreta, y esa cantidad, ni llamando al Mago Merlín alcanza para
treinta coladas que, si mal no recuerdo, es el promedio de días que tiene
un mes; que una lata de pescado en conserva cuesta diez pesos, y hay que
comprarla porque la dietética explica que se debe comer pescado aunque
sea una vez a la semana. No saque cuentas, por favor, que ya, sólo en
leche, vamos por trescientos pesos, en café, pongamos cien, y en pescado
cuarenta. No hay salario que resista. Y no quiero averiguar cómo se las
arregla el cubano.
Una pizza, diez pesos; un paquete de duralginas, diez pesos; un paquete de
almohadillas sanitarias, diez pesos; un litro de yogur, diez pesos, un pasaje en
taxis colectivos, diez pesos; una piña, diez pesos; un juguetico casero
plástico, diez pesos; la epidemia de los diez pesos. Y todo sotto voce
porque la mayoría de los vendedores son clandestinos y los productos
hijos del manigüiti (robo) en establecimientos del Estado, y si un
inspector los atrapa los puede multar hasta con mil quinientos pesos y cuando
mejor salga usted, puede salir acusado de receptación de artículos
mal habidos. Así que ojo con la ciudad de los diez pesos que puede
costarle más caro.
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