A paso de
bastón: "pajuzos" en línea
Manuel David Orrio, CPI
LA HABANA, mayo - Puede ocurrir en horas de la mañana y de la tarde,
aunque por lo general sucede en los turnos de madrugada. Cualquier operadora del
servicio de informaciones de la empresa telefónica isleña ha
pasado por una experiencia que, de tan frecuente, ha llegado a provocar
sobrecarga del servicio. Más o menos, la respuesta de las telefonistas ha
originado diálogos como éste:
- ¡Mami, mami, sigue hablándome al oído, ven conmigo
titi, ven conmigo...!
- ¡Muchachitas, "pajuzo" en línea!
Si por un lado la población habanera se queja constantemente de lo
difícil que es comunicarse con el servicio de información telefónica
(113), por otro las operadoras del mismo inculpan a capitalinos... y
capitalinas, que no menos constantemente las llaman, no para obtener un
necesario dato, sino para hacer el sexo telefónico. Algunos y algunas
bien huidizos han ganado popularidad, como uno cuyos suspiros pre-eyaculatorios
le han valido el mote de "El Asmático", u otra que dedica a las
operadoras encendidos poemas lésbicos. "En el fondo de tu oscura
caverna, / beberé de tu manantial secreto", canta la desconocida de
las cuatro de la madrugada, quien siempre llama desde teléfonos públicos,
porque tiene sus razones.
La creciente digitalización de la telefonía cubana y la
tecnología de que dispone el 113 permite a las operadoras detectar el
punto de partida de tan apasionadas comunicaciones. Cuando el "pajuzo"
o "pajuza" fastidian demasiado, le amenazan con devolver la llamada,
lo cual hacen, provocando miedo y asombro, y llegando en ocasiones a "dejar
fuera de servicio" a la línea del buscador de sexo, cuyo número
ha deparado más de una sorpresa: los "pajuzos" han sido
capturados en sus hogares, al lado de las esposas, pero también les han
atrapado en unidades militares y de policía, en cuerpos de guardia de
hospitales y hasta en un cuartel de bomberos. Mas Canosa moriría por
segunda vez, pero de risa, de sólo imaginar escenita como ésta: el
Comité Central del Partido Comunista en llamas, y los bomberos haciendo
sexo por teléfono.
¿Son del todo culpables los "pajuzos"? Por lo menos un sicólogo
afirmó a este periodista que tras tal curiosa costumbre subyace la
demanda insatisfecha de sitios para las que llamó "descargas
comunicacionales". La mayoría de los cubanos ni siquiera conoce la
expresión chat room. Los anales de la empresa telefónica cubana
registran la llamada conspiración de El Cruce, obra de un avispado
ingeniero que creó un sitio de conversaciones telefónicas a nivel
de la ciudad. Cualquiera llamaba, por lo general con seudónimo, ¡y a
la fiesta! Pero El Cruce fue abortado por órdenes superiores y parece que
toca a las operadoras, y al público en general, pagar por la ausencia de
sitios de conversación.
No sólo los "pajuzos" hacen de las suyas en el
controvertido 113. Junto a ellos, los "niñitos" son otra fuente
de recargas innecesarias. Se trata de grupo de menores de entre 10 y 12 años
de edad, calculan las operadoras, que en tiempos de vacaciones escolares
aprovechan la gratuidad de llamar al 113, desde un teléfono público,
para dedicar a las telefonistas sus bromas infantiles. "Pichones de pajuzos",
dice el sicólogo amigo.
Los hechos no sólo son tercos, sino además pícaros: "Cuando
no pueden entrar por la puerta, saltan por la ventana", acostumbraba a
escribir un tal Lenin. El gobierno de Fidel Castro se opone puritanamente a la
circulación de pornografía, en abierto combate con humanas
gozaderas que se remontan a la noche de los tiempos, o a la institucionalización
regulable de las perversiones sexuales inofensivas, cual si una incapacidad para
el disfrute obligara a la prohibición del placer ajeno. Entonces, la
gente echa mano a los teléfonos y recarga hasta lo imposible el servicio
de informaciones telefónicas de todo un país. Así es la
vida en la Cuba ya no tanto del picadillo de soya, pero sí de las
contradicciones propias de nuevos escenarios sociales.
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