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Mayo 18, 2001



Castro en el Medio Oriente

Jaime S. Dromi. Publicado el viernes, 18 de mayo de 2001 en El Nuevo Herald

Después de visitar al ayatola en Irán, el mandamás de Cuba, Fidel Castro, fue a visitar al "líder del pueblo'' de Siria, un baluarte de la autocracia y la tiranía en Medio Oriente y, a la vez, uno de sus queridos amigos y asociados (debería leerse: compinche), el excelentísimo señor presidente Bashir Assad (título que heredó de su finado padre, que fue presidente vitalicio).

Aprovechando la cercanía ideológica y casi física, también mandó un fuerte abrazo de solidaridad al otro "líder de la democracia'' en el Medio Oriente, su excelencia el señor presidente de la inexistente República de Palestina, Yasser Arafat, augurándole gran éxito en su empresa de mantener a los árabes bajo su mando en la ignorancia de la realidad mundial, en la pobreza y en el hambre, mientras los azuza a una lucha vana y nefasta, con la cual mantiene a su pobre pueblo continuamente ocupado, desangrándose en una guerra sin objetivos, fuera del de poder --él mismo-- mantenerse en la TV y los periódicos, vestido con su uniforme y una barba de tres días y la cabeza calva cubierta con una kafiah a cuadros. Es interesante observar cómo a Castro y a Arafat siempre los vemos en uniforme. Constantemente nos recuerdan de su predisposición a la batalla, al derrame de sangre.

Un amigo mío, probablemente no muy entendido en cuestiones de dictadores, me decía: "Jaime, para deshacerse de Castro y de Arafat, Estados Unidos e Israel deberían darles lo que piden y listo, van a desaparecer...''

¡No, mi amigo...! ¡Usted les da un dedo y ellos le toman todo el brazo! Es necesario que conozcamos a nuestros enemigos, que descubramos su estrategia, que nos preparemos y que ayudemos, en lo que podamos, tanto al pueblo cubano como a los árabes palestinos, a superarse, a que conozcan su verdadera situación; a que, a pesar de las falsas noticias con que se los alimenta diariamente, sepan la desgraciada verdad de que su hambre, su pobreza, la pérdida de su dignidad humana, no son a causa del imperialismo yanqui o la crueldad judía, sino debido a sus líderes, a la corrupción que los rodea, a la demagogia reinante; y nosotros, todos juntos, los amantes de la justicia y de la libertad de todo el mundo, deberíamos darles una mano para que se deshagan, de una vez por todas, de esos terribles tiranos que rigen sin misericordia en sus pueblos y para que elijan líderes que los saquen del pozo en que se hallan; que por la senda de la democracia puedan llegar a tener la paz, la armonía, el techo y el pan, producto de su propio trabajo, como los tienen los otros pueblos del mundo.

Nihil novum sub sole, decía el Eclesiastés, "no hay nada nuevo bajo el sol''. En el curso de la historia ya hemos visto a otros pueblos sufrir sus trágicos destinos y, ahora, podemos observar la situación que se va desarrollando en Venezuela.

El ex coronel Chávez, ahora siempre de uniforme (valga la similitud con Castro y con Arafat), que fue elegido democráticamente, está lentamente transformando su país, llevándolo por el camino que desemboca en la gran avenida de la dictadura. Cambiando la constitución, imponiendo nuevas leyes, eliminando cualquier oposición, abandonando los principios que enarbolaba antes de subir a la presidencia, ahora hasta sus propios amigos, ex revolucionarios, colegas de Chávez durante muchos años, incrédulos de lo que está sucediendo, lo abandonan.

Pero parecería que ya es tarde. El poder es como la droga, una vez que lo prueban ya no lo pueden dejar. El peligro es enorme; Venezuela es un país con petróleo, Chávez ya estuvo con la OPEC y coordina su política con China, Rusia y con los árabes.

Guerras grandes no ocurren por espacio vital, pero sí por pérdida de mercados y, lamentablemente, ya se siente en el medio ambiente que se están levantando brisas que presagian lluvias fuertes... Y la única protección que podríamos tener es la que proporciona nuestro propio sistema, nuestra propia democracia. Debemos mantenernos firmes en nuestras posiciones, en nuestros principios, en nuestra libertad porque, si comenzamos a apaciguar a nuestros enemigos al estilo de Chamberlain en 1939, podemos salir bien mojados con el chaparrón.

Ojalá el Rey del Universo, creador de todo lo que hay y existe, abra los ojos de los pueblos para que encuentren líderes sinceros y honestos que los lleven por el camino de la paz y el progreso hacia un futuro mejor para ellos, para nosotros y para todo el mundo. ¡Amén!

jdromi@amgsun.com

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