CUBANET .INDEPENDIENTE

17 de mayo, 2001


La isla, los roles y la sociedad (Final)

Lucas Garve, CPI

LA HABANA, mayo - Un brusco cambio en la dinámica social cubana al comienzo de los años 90 conmovió la Isla entera.

Los factores favorables a las autoridades del país en la dirección deseada hasta entonces agudizaron sus contradicciones. A pesar de "un proceso de rectificaciones" en marcha desde finales de los 80, los eventos de los 90 -desintegración del campo socialista del Este europeo, de la URSS, pérdida del sostén, del intercambio comercial- aceleraron el proceso de cambios y el surgimiento de nuevas tendencias sociales que produjeron en la escena social roles emergentes de nuevo tipo.

Una desvalorización plena del rol hegemónico tradicional se completó en el último decenio del siglo XX cubano. Desde entonces, el rol del varón blanco dominante se perdió para siempre.

Tampoco el rol compuesto por el aparato gubernamental: Hombre, joven, revolucionario, miliciano, obrero, campesino, profesional, ateo o con rasgos preponderantes de ateísmo, sobrevivió.

Veamos las necesidades. A partir de los 90, la sociedad cubana entró en una crisis denominada "Período Especial": entre 1991 y 1993 el PIB por habitante fue de -10,4 (1991), -10,6 (1992) y -14,2 (1993), mientras la liquidez monetaria llegó en 1993 al 66,5 por ciento y el efectivo en circulación alcanzó un 27,4 por ciento. El PIB en millones de pesos descendió en el año 93 a 14, 332 la cifra más baja en el decenio 90*.

Esta situación no sólo afectó profundamente la sociedad cubana sino que propició la aparición de roles sociales emergentes: el maceta, la jinetera, el intermediario comercial, el pequeño propietario, el artesano, el obrero independiente (albañil, plomero, reparador de artículos y enseres domésticos, fabricantes de jarros, ollas de presión, fogones de kerosene, etc.).

La desvalorización del trabajador vinculado a la esfera productiva estatal aumentó de tal manera que provocó una fuerte campaña gubernamental para frenar el abandono de puestos de trabajo calificados hacia el sector laboral independiente (trabajador por cuenta propia o cuentapropista) y hacia el sector del turismo, privilegiado por la posibilidad de ganar dólares. Una amplia y enmarañada cadena de interdependencias se creó. Cadena que se eslabona a través de la imprescindible divisa.

Ligada a ella está la tendencia social a la "emergencia en los servicios". Cualquier trabajador se convierte en revendedor de cualquier artículo participando de hecho en el proceso de mercado emergente. Un artículo comprado en rebajas en tiendas de recaudación de divisas puede revenderse en moneda nacional con cierta ganancia.

La aspiración más inmediata de cualquier persona es poseer la moneda que le permita adquirir los artículos de primera necesidad en una shopping (tienda dolarizada).

De esta forma, los roles que promovió el proyecto social colectivo de los decenios 60 y 70 cayeron en desuso.

Después de los 90, el proyecto social individual privilegiado como aspiración preferencial rebasó definitivamente las fronteras nacionales.

La búsqueda de una vía para trasladarse a otro país llegó a constituir una tendencia entre la población de 18 a 50 años.

El rol del inmigrante -ahora, por cualquier razón- responde como el más rentable ante la descapitalización social y la reforzada ideologización de la vida.

Ya sea temporalmente o de manera definitiva, el proyecto individual de vida fuera de los límites nacionales es, hoy por hoy, la fórmula que acepta con más agrado una buena parte de la población cubana activa.

¿Consecuencia del monopolio del espacio insular por un conflicto de élites hegemónicas convertido en "razón de ser nacional?

De hecho, las condiciones nacionales en un mundo en proceso de aumento de la interdependencia de los países, frenan, de cierto modo, las tendencias desintegradoras, mas a la postre estas últimas continuarán incrementando sus efectos, gracias al agotamiento de las fórmulas que los factores de poder interno y externo aplican con variantes, desde hace poco más de 20 años en la sociedad insular.

El enfrentamiento de los roles antagónicos desde hace 40 años no seduce realmente hoy a quienes les corresponderá desempeñarlos en un futuro cercano. El dilatado protagonismo de las élites antagónicas en todo este proceso, de forma hegemónica, ya está agotado, lo cual significa que los roles venideros tendrán que depender del espacio de "lo subalterno" para desarrollarse.

Entretanto, el rol definitivo del cubano seguirá marcado por la disyuntiva de elección entre el "Ideal Nacional" y la supervivencia cotidiana.

(*) Fuente: CEPAL. Estudio Económico de América Latina y el Caribe 1999-00.


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