CUBANET .INDEPENDIENTE

10 de mayo, 2001


Proyecto Varela: Sobre el derecho de los desterrados

Manuel David Orrio, CPI

LA HABANA, mayo - Con particular interés leí el artículo "El derecho de los desterrados", debido a la pluma del compatriota Jorge H. Fonseca, el cual fue publicado el 4 de mayo en el diario independiente de asuntos cubanos Encuentro en la red (www.cubaencuentro.com). Con particular interés, porque el mismo contiene un análisis sobre el modo en que el ya bien conocido Proyecto Varela ha tomado en cuenta, o no, el derecho a participar en la vida política de Cuba de aquellos nacionales, emigrantes por tal o más cual razón.

Fonseca apunta: "En el documento redactado por Payá (...) se obvia con inexplicable naturalidad otra condena injusta decretada por la tiranía hacia aquellas personas que por razones diversas hemos decidido emigrar (...) no pudiendo nunca más regresar a nuestra patria, a no ser a través de un 'permiso' limitado, por decisión del dictador (...) Por otro lado, la propuesta de Payá explicita la necesidad de haber residido continuamente durante el último año anterior a las elecciones limitadas que propone su documento (...) Puede tratarse de un olvido involuntario. No lo creo; la propuesta de ser candidato solamente después de haber vivido en Cuba por más de un año contenida en el documento de Payá, demuestra que fuimos excluidos conscientemente, y como eso no es negociable, tenemos el derecho de señalarlo claramente, sin que este derecho a la libertad de opinión implique, necesariamente, retirar el apoyo necesario a los hermanos opositores dentro del país".

No es primera vez, ni será última, que interpreto el concepto "Patria de todos, con todos y para el bien de todos", como incluyente de aquellos compatriotas aposentados en cualquier latitud y longitud, por razones asunto de cada cual. Comparto plenamente una expresión -creo que de Marifeli Pérez Stable- según la cual el día de mañana los cubanos habremos de crear una especie de "decimoquinta provincia", destinada a la consagración de los derechos de nuestros emigrados, más aún en condiciones de globalización. Soñemos un poco: parece todo un absurdo que por pasar las vacaciones donde le dé su realísima gana, un compatriota no pueda disputar una elección, tanto como suena a chirriar de oxidadas cadenas el que un cubano, cuya exitosa carrera profesional le haya obligado a vivir fuera de Cuba, no pueda ambicionar la presidencia de la República sólo por ese motivo. Más de una vez los proyectos políticos isleños han caído en esa suerte de regionalismo de nuevo cuño, recordatorio de las disputas de los grandes del 68. De 1868, vale la aclaración.

La defensa fonsequiana de los derechos de los emigrados es cien por ciento pertinente; eso, ni se discute. Sin embargo, no puede perderse de vista un aspecto conceptual de lo que el Proyecto Varela aspira a promover y representar, más allá de aciertos y errores, de elogios y críticas. Se trata de una iniciativa orientada a lograr por medios constitucionales una apertura política y económica sin precedentes, en la Cuba de Fidel Castro; es decir, el Proyecto Varela busca consagrar jurídicamente derechos hoy inexistentes en las leyes nacionales. De inicio, ello bien poco se relaciona con la libertad de circulación justamente defendida por Fonseca. La Constitución vigente en Cuba estipula muy claramente que todos los cubanos tienen derecho a "domiciliarse en cualquier sector, zona o barrio de las ciudades", de donde se desprende el carácter flagrantemente inconstitucional de las limitaciones hoy existentes para vivir en la capital de la República. No es necesario acudir a los derechos humanos para denunciar esa injusticia, pues se trata de una abierta violación de la Ley Fundamental cubana. Por ello, a mi entender, Proyecto Varela y "derecho del desterrado" son problemas conceptuales distintos: una cosa es luchar por nuevos derechos, y otra clamar a voz en cuello por el respeto de los existentes al menos en el papel, pero El Papel al fin.

No defiendo ni ataco al Proyecto Varela; estimo que mi función social como periodista independiente cubano me obliga a un distanciamiento nacido de la ética del oficio. No obstante, creo un error de esa iniciativa haberse pronunciado restrictivamente sobre los derechos electorales de los emigrantes, al proponer plazos de residencia en el interior del país para disputar cargos en una elección.

Desconozco si los olvidos de Payá -como apunta Fonseca- fueron involuntarios o no; prefiero llamar la atención sobre los resabios de localismo que aún distinguen a los hijos de la tierra de José Martí. Cuando la causa de ese regionalismo es el baseball, el Stadium Latinoamericano de La Habana es testigo excepcional de las mejores pasiones. Pero cuando el origen es la política, los babalawos del patio fruncen el ceño y lanzan al viento una palabra de malos augurios: ¡osorbo!


Esta información ha sido transmitida por teléfono, ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a Internet.
CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como fuente.

[ TITULARES ] [ CENTRO ]

In Association with Amazon.com

Busque:


BUSQUEDA

Busque en Noticias de marzo

Búsqueda avanzada


SECCIONES

NOTICIAS
Prensa Independiente
Prensa Internacional
Prensa Gubernamental

OTROS IDIOMAS
Inglés
Aemán
Francés

SOCIEDAD CIVIL
Introducción
Cooperativas Agrícolas
Movimiento Sindical
Bibliotecas
MCL
Fraternidad de Ciegos
Seguidores de Cristo
Estudios Sociales
Ayuno

DEL LECTOR
Cartas
Debate
Opinión

BUSQUEDAS
Archivos
Búsquedas
Documentos
Enlaces

CULTURA
Artes Plásticas
Fotos de Cuba
Anillas de Tabaco

CUBANET
Semanario
Quiénes Somos
Informe 1998
Correo Electrónico


CubaNet News, Inc.
145 Madeira Ave, Suite 207
Coral Gables, FL 33134
(305) 774-1887