Flores: un
derecho de nuestros muertos
Víctor Rolando Arroyo, UPECI
PINAR DEL RIO, mayo - Adornar con flores el féretro donde yace un ser
querido al que despedimos de este mundo es un derecho que por tradición,
año tras año, se repite en cada familia cubana y que es parte de
nuestra idiosincrasia.
Ningún cubano aceptaría que en tal doloroso momento el ataúd
no estuviera rodeado por muchas y muchas coronas de flores, llenas de cintas con
dedicatorias al ser querido que se va para siempre. Tal tradición es como
un consuelo entre tanto dolor.
Desgraciadamente corremos el riesgo de ver perderse esta tradición,
pues el gobierno es quien controla todo lo relacionado con las honras fúnebres
y ha establecido una cuota de cuatro coronas por difunto, justificándose
con la carencia de flores.
Pero en los últimos tiempos las instituciones responsabilizadas con
este servicio no siempre han podido garantizar la cuota de coronas establecida
por lo que muchas familias además de sufrir la pérdida irreparable
del ser querido, han tenido que mirar con desconsuelo el vacío existente
donde deberían estar las flores del adiós, o de lo contrario pagar
fabulosas cantidades de dinero a los cuentapropistas que de manera ilegal
confeccionan coronas fúnebres. Solución que no es posible para
aquellos que disponen solamente de un humilde salario.
Existen organopónicos estatales destinados al cultivo de flores que
supuestamente debían satisfacer las demandas de la población, y en
ellos laboran obreros asalariados. El resultado del trabajo de estas personas es
pésimo, por la poca diversidad, cantidad y calidad obtenida. Todo lo
contrario de la labor realizada por los cuentapropistas, quienes siempre tienen
las cantidades de coronas que se le demanden con diversidad y calidad en las
flores que usan.
La paradoja es que para satisfacer el comercio en dólares -ya sea
para turistas o nacionales- existe una empresa estatal, radicada en Ciudad de La
Habana, dotada de una moderna tecnología que incluye vehículos
refrigerados capaces de cumplir cualquier pedido a lo largo y ancho del país
siempre y cuando sea pagado en dólares.
Muchos cubanos se sienten preocupados con el hecho de que su gobierno no
obtiene resultados positivos ni en el cultivo de flores y opinan que esta
situación se debe a la ausencia de motivación entre los
cultivadores, que enfrentan bajos salarios y pésimas condiciones de
trabajo, similares a las que padecen los demás trabajadores agrícolas
en Cuba.
La esperanza de solucionar el problema de las flores sólo es posible
si se efectúan cambios en el método de producir, se remunera
debidamente a los trabajadores y se respetan sus derechos.
Los voceros del gobierno hablan de garantías y derechos
constitucionales, pero ni después de muertos los cubanos tenemos
abundancia, aunque sea de flores en el velorio. Sin embargo, si la familia del
difunto dispone de dólares para pagar las coronas de rigor, tendrá
entonces unas honras fúnebres como Dios manda.
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