Lo que el
congreso se llevó
Fara Armenteros, UPECI
LA HABANA, mayo - El recién concluido congreso de los trabajadores
cubanos no aportó ninguna solución a la problemática del
pueblo. La vivienda es uno de los aspectos más agudos que afecta a los
trabajadores. Alberto Avila Sarmiento, de 61 años y jubilado, reside en
el basurero en que se convirtió lo que antes fuera su vivienda.
Para poder soportar las condiciones antihumanas en que vive Avila Sarmiento,
la naturaleza debe haberlo dotado de un estado mental muy superior al del hombre
promedio.
Según investigaciones realizadas por la UPECI, la casa de Avila
Sarmiento se cayó a pedazos porque estaba en mal estado constructivo y no
la pudo reparar a tiempo por falta de dinero. Según se desmoronaba el
inmueble, otros necesitados hurgaban entre los escombros y cargaban con todo lo
que podía ser aprovechado. Así, quedó el hombre a la
intemperie.
Ahora, Avila Sarmiento puede ser visto por cualquiera en lo que quedó
de su vivienda, situada exactamente en Pasaje Fernando #22 entre Atlanta y
Final, municipio Arroyo Naranjo, Ciudad de La Habana.
Caso similar es el de Carmelina González, de 83 años de edad,
que hace 18 años le pide a los funcionarios de la Dirección de la
Vivienda que la ayuden a reparar su casa, ubicada en la histórica loma de
Jesús del Monte.
También podemos citar a Laudelina Cardoso, que vive en iguales
condiciones en las cercanías del paradero de ómnibus de la
barriada de Lawton y, así, se pudieran relacionar casos y más
casos de habitantes de la capital de Cuba -y de otras provincias- que están
obligados a ver cómo se destruyen sus respectivas viviendas mientras
observan cómo se construyen tiendas dolarizadas, hoteles y restaurantes
de lujo para extranjeros, así como condominios para vendérselos a
los foráneos.
Otros tienen que enfrentar las engañosas promesas de los funcionarios
de la Vivienda, como le pasó al matrimonio Junco-Sigler, que se declaró
en huelga de hambre en plena vía pública y para que depusieran el
acto de protesta les entregaron un documento en el que se decía que le
entregarían un inmueble, pero poco después le quitaron el escrito.
Esta pareja de jóvenes cubanos tiene uno de sus hijos enfermo de
gravedad y tienen que vivir en una habitación considerada inhabitable en
la que no hay agua, ni cocina, ni baño.
En fin, lo que el congreso se llevó no fueron los problemas que
afectan a los trabajadores cubanos, sino la esperanza que aún algunos de
ellos podía tener de vivir decorosamente.
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