CUBANET... INTERNACIONAL

Mayo 2, 2001



Castro frente a América Latina

Editorial. CONTACTO Magazine. Mayo 2, 2001

Inmediatamente después de aprobada la resolución de condena a Cuba por parte de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU el pasado 18 de abril, Fidel Castro se ha lanzado en una peligrosa espiral de ofensas a los gobiernos latinoamericanos que sumaron su voto a la resolución.

El canciller mexicano Jorge Castañeda, cuyo gobierno se abstuvo, el presidente argentino Fernando de la Rúa, el vicepresidente de Guatemala Francisco Reyes y los gobiernos de Costa Rica y Uruguay han sido blancos del dictador cubano, en una infantil cruzada de despecho.

Más recientemente, Castro también la emprendió contra los países que participaron en Canadá en la Cumbre de las Américas, señalando que firmaron un "pacto de anexión" con Estados Unidos. Cuba no puede participar en dicha cumbre por no tener un gobierno democrático.

Detrás de todo esto hay una sola verdad: después de la caída del Muro de Berlín y la desaparición de la Unión Soviética, antigua metrópoli de Castro, el gobernante cubano entretuvo al mundo con la esperanza de que podría producirse una transición democrática en Cuba; luego, cuando era obvio que esto no se produciría, el régimen cubano comenzó a vender la idea de que el socialismo castrista era una nueva forma de democracia "mil veces mejor" que los sistemas de libertades y derechos aceptados universalmente. A más de 10 años del derrumbe del mundo comunista de Europa, que también usaba ese tipo de "democracia" que Castro ha querido vender, la humanidad no cree el cuento del anciano dictador.

De la misma manera que para jugar al béisbol -deporte favorito de Castro- hay ciertas reglas que cumplir, la primera de ellas llegar a la novena entrada con el mayor número de carreras, la democracia tiene también sus reglas. Sin dudas, los 30 artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos son las reglas básicas. Los gobiernos legítimamente constituidos, los organismos internacionales y los grupos defensores de los derechos humanos lo saben. Y saben también que Castro no cumple estas reglas básicas.

¿Acaso pueden los cubanos expresarse libremente en su país sin ir a la cárcel por sus ideas? No, no pueden. ¿Pueden los cubanos elegir a sus gobernantes en un marco de opciones múltiples bajo la supervisión de observadores extranjeros? No, no pueden, hay un solo partido legal en Cuba, el comunista. ¿Pueden los trabajadores cubanos pertenecer a sindicatos independientes del Partido Comunista? No, no pueden. ¿Les está permitido a los cubanos entrar y salir de su país libremente? No, no les está permitido. ¿Hay prisioneros de conciencia en Cuba? Sí, los hay, de acuerdo con las más respetadas organizaciones de derechos humanos del mundo. ¿Hay medios de comunicación social independientes del gobierno en Cuba? No, no los hay. Los que hay son propiedad del Estado comunista, que los usa para su necia y sucia propaganda política.

Entonces en Cuba no hay democracia ni se respetan los derechos humanos, punto.

Pero ahí no para todo. Castro ha tratado de sustituir la falta de democracia y de derechos humanos con un argumento social, que todavía muchos creen: los llamados "logros de la revolución", especialmente en materia de educación y salud pública. Según la dictadura, ambas cosas se ofrecen a los cubanos gratuitamente. Veamos si esto es cierto.

Si se toma como punto de referencia que estos servicios no se pagan con dinero contante y sonante, sí, son servicios gratuitos. Pero si se toma como punto de referencia que el cubano vive aterrorizado ante la posibilidad de ir a la cárcel por cualquier cosa, y que ninguno de los derechos mencionados anteriormente se cumplen, ¿a cuántas carreras universitarias, a cuántas hospitalizaciones asciende el pago por ese tipo de vida que están obligados a vivir los cubanos? Si se toma en cuenta que el régimen ha puesto los mejores hospitales y los mejores equipos médicos al servicio del "turismo de salud" para extranjeros y al servicio de la élite gobernante, mientras el cubano de a pie vive pidiendo ayuda a sus familiares en el extranjero, ¿cuánto valdría en dinero esa humillación nacional?

Si el auspicio gubernamental del arte y la cultura está matizado de censuras y prohibiciones, con personalidades como el escritor Guillermo Cabrera Infante -exiliado en Londres-, el pintor Cundo Bermúdez -exiliado en Miami-, la poetisa María Elena Cruz Varela -exiliada en Madrid-, el escritor y guionista Eliseo Alberto -exiliado en México-, la cantante Celia Cruz -exiliada en Nueva York-, la escritora Zoé Valdés -exiliada en París-, por sólo mencionar unos pocos que no pueden vivir en su país, ¿cuán valioso y efectivo es ese auspicio gubernamental para la cultura cubana?

Es un tiempo de cambio, y ahora que Castro ha decidido ofender descaradamente a las naciones que han elegido con toda legalidad a sus gobernantes -dicho sea de paso, si se porta así con gobiernos extranjeros ¿cómo se portará con los cubanos de a pie?- , es el momento apropiado para que esos gobiernos entiendan que debe existir un compromiso serio con el desesperado y humillado pueblo cubano.

Sólo la solidaridad internacional podría ayudar a los cubanos a sacarse de encima una dictadura de 42 años que les ha hecho la vida miserable. La hostilidad de Estados Unidos hacia Fidel Castro no puede ser una excusa para permitir el derrumbe de la nación cubana, a manos de la opresión y la tiranía.

© CONTACTO Magazine

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