CARLOS ARES | Buenos Aires.
El País. Jueves, 1 de marzo de 2001
Argentina apoyará el voto negativo que tradicionalmente impulsa el
Gobierno de Estados Unidos sobre la situación de los derechos humanos en
Cuba cuando se reúna en abril la comisión de las Naciones Unidas.
Todas las fuentes consultadas en Buenos Aires coinciden en que "la decisión
está tomada", pero Ricardo Ostuni, portavoz del presidente, Fernando
de la Rúa, dijo a EL PAÍS que "todavía no hay nada
decidido; Argentina va a analizar con objetividad el informe que aún no
se conoce y luego responderá en consecuencia porque los derechos humanos
son una política de Estado para el Gobierno argentino".
Sin embargo, otras fuentes aseguran que, para tratar de atemperar las
reacciones contrarias en el seno de la Alianza y con el propósito de
distanciarse de la anterior Administración de Carlos Menem, el Gobierno
de De la Rúa insistirá en subrayar sus críticas al bloqueo
económico a Cuba en el momento de fundamentar su voto.
El pasado martes, el periódico La Nación adelantaba en un
editorial "la firme determinación del presidente a favor de que la
Argentina apoye el voto por el cual se exhorta a Cuba a respetar los derechos y
las libertades" y destacaba el gesto como "un signo de firmeza política
frente a las presiones que recibió por parte de los titulares de las dos
fuerzas políticas que integran la coalición gobernante".
La actual "política de Estado" comenzó con las "relaciones
carnales" entre ambos países propuestas por el Gobierno del
peronista Carlos Menem desde 1990. Durante la primera etapa de la transición
democrática posterior a la dictadura militar, entre 1983 y 1989, el
presidente radical Raúl Alfonsín había ordenado a su
canciller, Dante Caputo, que votara por la abstención, en línea
con la posición que todavía sostienen México y Brasil, el
socio más poderoso de Argentina en el Mercosur. El ex presidente Alfonsín,
líder de la Unión Cívica Radical, y Carlos Chacho Álvarez,
que renunció a la vicepresidencia de la nación el pasado octubre,
habían reclamado a De la Rúa y al canciller, Rodríguez
Giavarini, que se debatiera y revisara la decisión de mantener el voto
negativo "para romper esta idea de obsecuencia, de seguimiento automático"
con Estados Unidos.
El último año, cuando la prensa difundió el voto
argentino en Naciones Unidas, el arco político de centro izquierda que
había apoyado a la Alianza criticó duramente al Gobierno por
evitar el debate previo a la decisión. El previsible revuelo de
declaraciones de este año se verá atemperado por la polémica
que suscitaron a principios de febrero las declaraciones de Fidel Castro, quien
acusó al Gobierno argentino de "lamer la bota yanqui" y de
canjear su voto contra Cuba a cambio de recibir la asistencia financiera para
evitar la cesación de pagos de su deuda externa. De la Rúa dijo
entonces que "la patria había sido agredida".
El canciller se reunió en privado con Alfonsín y Álvarez
para explicarles las razones y adelantarles el sentido del voto argentino. Ambos
insistieron en la necesidad de votar de acuerdo con Brasil, que se inclina por
la abstención, pero admitieron y reconocieron la autoridad del presidente
para conducir la política exterior tal como indica la Constitución.
En un comunicado oficial que lleva por título Lo hecho bien hecho está
, el presidente argentino recordó a los líderes partidarios de la
Alianza que la decisión sobre el voto era una potestad exclusiva que el
jefe del Estado se propone "ejercer plenamente como corresponde".
La escalada del conflicto diplomático entre Argentina y Cuba se
detuvo hace quince días al borde de la ruptura de relaciones diplomáticas.
Argentina llamó a consulta y luego decidió mantener en Buenos
Aires "por tiempo indeterminado" a su embajador en Cuba y soportó
sin responder las duras declaraciones del embajador cubano, Alejandro González
Galiano, que todavía permanece en Buenos Aires.
El escritor argentino Abelardo Castillo convocó a los artistas,
intelectuales, poetas y escritores argentinos a firmar una breve declaración
para manifestar la oposición a "todo voto punitivo contra Cuba".
En el texto, al que han adherido también miles de ciudadanos, Castillo
dice: "Las polémicas declaraciones del presidente cubano, Fidel
Castro, lo ha expresado nuestro propio Gobierno, solo plantean 'un problema de
cancillería' y no pueden justificar un voto adverso alentado por los
intereses políticos de Estados Unidos, voto que, en última
instancia, no haría más que legitimar una vez más el
inhumano bloqueo económico que desde hace cuarenta años viene
padeciendo el pueblo de Cuba".
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